CAPITULO 7

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Un nuevo día comenzaba.

Yuuri abrió sus ojos al sentir el fuerte sonido del despertador. Se levantó de la cama dirigiéndose a la ventana y corrió las cortinas para dejar entrar al sol y admirar la bella mañana, con un clima excelente para comenzar su día. Se le dibujó una sonrisa al pensar que ahora sus días en la escuela serían diferentes y divertidos.
Agarró una toalla y se metió a la ducha. Después de haberse secado y haberse puesto el uniforme escolar escuchó que llamaban a su puerta. Era su madre que lo miraba con una cálida sonrisa.
—Buenos días Yuuri. El desayuno ya está listo,
—Buenas días mamá. Me estaba poniendo el uniforme pero ya estoy casi listo, voy en un minuto —su madre asintió con un leve movimiento de cabeza y se dirigió por el pasillo hacia el comedor.
Como había dicho, en menos de un minuto ya estaba sentado junto a sus padres desayunando y hablando sobre cómo le estaba yendo en la escuela y si tenía algún plan para el día. Cuando terminó retiró la loza usada de la mesa y la dejó en el fregadero. Caminó hacia la entrada y agarró sus útiles que estaban a un costado de la puerta de entrada y, con un grito, se despidió de sus padres. Comenzó su caminata hacia la escuela mientras sacaba su celular del bolsillo de su uniforme y ponía su playlist favorita.

Iba caminando con tan buen humor y entusiasmo de por fin empezar el día en la escuela que no se percató que alguien lo seguía.
Siguió sucamino normalmente, sumergido en una burbuja hasta que sintió un leve pinchazo en la nuca. Sobresaltado dio media vuelta y se encontró con un par de ojos azules mirando fijamente los suyos. Una sonrisa le floreció en el rostro.
—Vaya que eres despistado, cerdito —exclamó Victor, con una sonrisa burlona apenas reprimida. Yuuri, que seguía un poco desconcertado por la abrupta interrupción, apartó los ojos de Victor y miró el suelo hacia el objeto que había golpeado su cabeza. Era una bola de papel. Bastante grande.
Recuperando la compostura se dio la vuelta por completo y se cruzó de brazos, mientras una sonrisa le florecía en el rostro. No se quedaría atrás.

—Pero mira a quién tenemos aquí, sino es mi sexi novio —lo miró seductoramente y guiñó un ojo con picardía.
Victor sintió el calor subir hasta sus mejillas. Frunció el ceño.
—¡Cállate cerdo!
Yuuri cerró los ojos y empezó a reír a carcajadas hasta que sintió como Victor pasaba por su lado, intentando reanudar su camino a la escuela. Sus risas disminuyeron el volumen pero no las detuvo.
—¡Oye! espérame amorcito —corriendo hasta alcanzarlo.
—¿Amorcito? ¿en serio? Debes estar bromeando. Mi nombre es Victor y no debes usar esas estupideces conmigo —Yuuri siguió impasible.
—Oh no, bebé. Te seguiré llamando así hasta que nuestro trato termine, ¿okey?
Victor apuró el paso, su presencia ya lo estaba irritando. Pero no duró mucho pues Yuuri igualó sus pisadas y de pronto sintió sus dedos deslizarse sobre los suyos, apretando con fuerza. Se detuvo abruptamente con los ojos hechos rendijas.
—¿Qué estás haciendo? —Yuuri lo mira inocentemente a través de sus negros mechones de cabello que le caían entre los ojos.
—¿Qué? ¿No puedo tomar la mano de mi novio?
—Pero…
—¿O se te olvida lo que debemos aparentar?
Victor reflexiona sobre su punto. Bueno. ¿Quién lo mandó a meterse en este asunto?, piensa para sus adentros. Él mismo había aceptado el trato sin muchas dudas. Esto no significaba nada. Suspiró, frustrado, y reanudó el paso, con su mano todavía firmemente entrelazada en la del pelinegro.
Yuuri reprime una sonrisa.

Cuando llegan a la entrada siguen tomados de la mano y deciden ir al salón más cercano primero, que es el de Yuuri. En la entrada está Mila, a quien reconocen por el cabello, mirando hacia el interior de la clase.
—Mila —dice Yuuri con suavidad.
Mila voltea su cabeza a la izquierda y hace contacto visual con Yuuri, pero rápidamente desvía la vista hacia su lado:
—¡Victor, hola! —el brillo en sus ojos centellea mientras ignora por completo al pelinegro y se dirige al costado derecho de Victor. Yuuri no le da importancia a su actitud y desentrelaza su mano con la de Victor, caminando hasta su pupitre para tomar asiento.
Acomoda sus lápices y cuaderno en la estrecha mesa y levanta la vista hacia la puerta del salón, donde aún siguen conversando Mila y Victor. Lo ve sonreír hacia su amiga con amplitud en medio de una anécdota. Aparta la mirada y siente un extraño dolor removerse en su pecho. Es un tirón raro que se estaba manifestando últimamente
Siguen hablando por un rato más hasta que Victor se despide y se va a su salón. Mila se voltea hacia su pupitre y Yuuri intenta probar suerte y saluda a Mila de nuevo.
—Hola, Mila —ella se sienta aún sin mirarlo.
—Mmm Yuuri, ¿qué haces? —él sonríe.
—Estaba pensando que deberíamos ir de compras con Sara, ¿qué te parece la idea? —Mila fingió pensarlo, iba a rechazar la propuesta pero fue interrumpida por Sara, que se apareció de la nada y la abrazó por detrás
—¡Anda Mila! es una buena idea salir a despejarnos al centro —dijo con entusiasmo sin darle lugar a su amiga a que se negara.
—Genial. Más tarde les mando un mensaje así acordamos un punto de encuentro —exclamó Yuuri.
Pasaron las horas de clases y Yuuri se retiró a su hogar. Se quedó parado en la entrada de la escuela, miró al cielo y cayó una gota en su cara.
—Perfecto —resopló—, lo único que me faltaba.
Por detrás aparecieron sus amigas
—Rayos, comenzó a llover. Llamaré a Georgi —dijo Mila.
—Y yo llamaré a Emil —dijo Sara.
Mila miró a Yuuri con una expresión que éste no pudo descifrar.
—¿No traes paraguas? Si quieres mi novio puede llevarte con nosotros y dejarte en tu casa —había un deje de burla en su tono que Yuuri no pudo captar, por lo que le sonrió.
—No te preocupes, estoy bi… —una mano tomó la suya y lo arrastró desde atrás. A Mila se le borró la sonrisa.
—¡Hola chicas! no se preocupen por mi novio que aquí estoy yo para procurar que no se moje y llegue bien a su casa —dijo Victor con un paraguas en la mano y una sonrisa simpática—. ¿Vamos Yuuri? no quiero que te enfermes —Mila los miró sin expresión en su rostro. Yuuri finalmente reaccionó a su presencia. Decidió molestarlo un poco.
—¡Bebé, que bueno que llegas! Siempre al pendiente de mí, eres el mejor novio —le dio un beso en su mejilla.
Victor trató  de disimular el enojo y sonrió contento por el beso.
Mila con el ceño fruncido se dio la vuelta para seguir intentando que su novio contestara pronto su llamada.
—Bueno chicas les mandaré un mensaje así acordamos el encuentro. Adiós —tomados de la mano y caminando debajo del paraguas como la pareja perfecta se alejaban. Sara los miró fijamente mientras sus figuras se hacían cada vez más diminutas en la distancia.
—Vaya, Victor es muy atento con Yuuri. Ya quisiera yo que Emil sea así conmigo —al ver que Mila no respondía le preguntó si algo le pasaba—. ¿Qué pasa Mila?
Pasa que estaba enojada. Después de ver todas las interacciones románticas entre los dos y más aún después de lo que su amiga había comentado. Claramente a todos se les hacía evidente que ambos eran el uno para el otro con sus muestras de cariño y preocupación. Ya estaba un poco harta de todo, de tener que aguantar verlos enamorados y ver la forma en Victor cuidaba de Yuuri. ¿Por qué él y no ella? ¿Por qué Victor no podía quererla de esa forma?

—¿Mila?
—El estúpido de mi novio no contesta y ni creas que me mojaré —lo llamó de nuevo.
—¡Hola cariño! —contestó su novio. Algo en ella estalló.
—¡¿Vas a venir a buscarme o no?! —sin esperar respuesta le colgó.

En minutos llegó Georgi con su auto a buscarla y tuvieron que alcanzar a Sara. Mirando por la ventana del auto, miraba cómo caía la lluvia mientras que Sara y Georgi hablaba. Sus pensamientos seguían en la otra parejita.
Le molestaba que Victor no le prestara atención, ella era muy bella. No entendía qué le veía a Yuuri. Y si bien ella tenía a Georgi en el fondo sabía que no lo amaba. Solo quería alguien que cumpliera sus caprichos y que estuviera a sus pies. Pero ya se estaba aburriendo un poco. Ahora ella quería a Victor
«Serás mío»
Esbozó una ligera sonrisa.


Mientras que la lluvia parecía no querer cesar, Victor y Yuuri comenzaron el camino a casa debajo del mismo paraguas. Los estudiantes los veían embobados. Para ellos era la ‘pareja perfecta’ y modelo de todos los otros enamorados, todos querían un novio como el ojiazul. Siempre que pasaban por algún lado de la escuela apenas podían escuchar con disimulo los buenos comentarios de su noviazgo y provocaba que Yuuri se entusiasmara más con el plan. De a poco se convertían en la pareja más adorable, perfecta y popular.

Todavía en su papel, con las manos entrelazadas, se miraban de reojo y Victor le daba su mejor sonrisa de enamorado. Yuuri le seguía el juego.
A medida que pasaban los días el pelinegro comenzaba a sentir cosas que nunca antes había sentido cada vez que Victor tomaba su mano o compartían momentos forzosamente juntos para aparentar, sentía un revoltijo en su estómago y empezó a creer que quizá estuviera enfermo.
O había veces en los recesos, cuando se separaban, que veía disimuladamente desde la distancia a Victor sonreír hablando con sus amigos. Tenía una sonrisa hermosa. Quería ser la causa de sus sonrisas.
Sintió que estaba perdiendo el foco en el tema y prefirió alejar los pensamientos.
Se habían alejado algunas cuadras de la escuela y la lluvia ya había disminuido en intensidad, todavía tomados de la mano. El silencio era algo denso.
Victor se soltó de su agarre.

—Hasta acá llego, el camino a mi casa es por aquí —Yuuri carraspeó.
—¿No me acompañarás hasta la mía?
—¿Qué? No tengo por qué hacerlo, aquí se separan los caminos. Hasta aquí llego contigo —Yuuri frunció el ceño apenas un segundo antes de volver a su habitual expresión suave.
—Tienes razón cariño, entonces hasta mañana —tomó valor para acercarse al ojiazul y depositar un beso en su mejilla, entonces le susurró al oído:—, esto es por si alguien nos pudiera ver —se alejó y pudo ver el color subiendo por las mejillas de Victor por su descarada actitud. Y remató:
—Adiós bebé, que descanses.
Vio como se alejaba un rato y luego siguió con su camino. Apretó los puños. No pudo decir nada ante esa actitud. Por alguna razón todavía sentía sus labios presionados suavemente en su mejilla. Su corazón se aceleró.
Pero ignoró la cálida sensación y decidió que era producto de su enojo.
—¿Cómo se atreve a besar mi mejilla sin mi consentimiento? —divagó—. No juegues conmigo cerdito.
Pero a pesar de sus palabras no puedo evitar sonreir.

Hola a todos!

Bueno este capitulo lo escribí muy apurada jaja sepan disculpar las faltas de ortografías o si en algunas partes esta mal escrito. Se me vino las ganas de escribir algunas cosas y quería subirlo hoy. 

GRACIAS POR LEER! 💕

GRACIAS POR LEER! 💕

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HASTA LA PROXIMA 👋

25/06/2021

Mi novio de mentira (VICTUURI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora