Final

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Me detuve afuera de una de las enormes tiendas de campaña que los federales habían levantado en la pista del pequeño aeropuerto de Drisking. Era viejo, se estaba desmoronando y estaba abandonado, pero ahora estaban seguros como el infierno de aterrizar mierda aquí. Me dijeron que necesitaban retenerla más tiempo que yo porque Carmen había admitido haber matado a un oficial de la ley. Grant dijo que es casi seguro que el fiscal se negaría a presentar cargos debido a que las circunstancias salieron a la luz rápidamente. Pero aun así, era temprano y las aguas estaban turbias. Ya no estaríamos bajo custodia, pero tampoco se nos permitía salir de la ciudad.

Me ajusté más el abrigo cuando el viento azotó las calles y los callejones de la ciudad de tiendas de campaña en expansión o, como la llamaba Grant, Central Ops. El agente especial Trippine me había dado el grueso abrigo marrón que llevaba puesto ya que mi propia cazadora había sido tomada como prueba, lo que no me molestó porque, de todos modos, este abrigo era más abrigado.

Noah!"

Me di la vuelta justo cuando Carmen saltó sobre mí, envolvió sus brazos alrededor de mi espalda y apretó con fuerza. Me doblé, gruñendo de dolor y tratando de no dejarla caer. Carmen me soltó de inmediato.

"¡Lo siento! ¡Me he olvidado que te habían disparado!"

"Bueno, seguro que me lo has recordado..."

Hice una mueca. Trippine se acercó por detrás de Carmen y asintió hacia mí.

"Se puede ir. Hay un Ford Explorer que puedes usar aparcado fuera de Draper frente a la Unidad de Comando Móvil. Aquí están las llaves. No te vayas de la ciudad y no hables con los medios, o con los lugareños. De hecho, no hables con nadie.

Encontramos el coche justo donde había dicho y nos subimos, cerrando las puertas con el viento cortante.

"Vas a tener que conducir..."

Dije.

"No creo que pueda conducir..."

"¿No te han recetado ningún analgésico?"

Preguntó Carmen.

"Sí, Tylenol..."

"Dios mío, quiero llorar por ti. Pero aun así, bien por ti, Noah..."

Me sonrió y salió a la carretera.

"Honestamente, no puedo creer que te hayan dado de alta del hospital después de solo unos días. Te han disparado en el pecho..."

"Soy consciente..."

Me reí.

"Pero tenían que hacerlo, los hospitales estaban llenos. Me dijeron que todos los hospitales están en un radio de cincuenta millas y uno móvil para los casos menos graves..."

"Madre de Dios..."

Carmen respiró.

"¿Cuántas mujeres había en Borrasca?"

"¿No lo sabes?"

Pregunté.

"No. No me han dicho nada. Incluso sacaron la televisión de la habitación del hotel en la que me ingresaron..."

"132..."

Carmen jadeó. Esa había sido mi reacción, también.

"Pero... nunca hubo tantas cuando estuve allí. Tal vez 60 como mucho..."

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