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El reloj de pared marcaba las tres en punto cuando la voz firme de Madeleine irrumpió en la amplia habitación donde los niños estaban absortos en sus propios quehaceres.

—Su padre los quiere bien bañados y alistados para verlos en 20 minutos en el recibidor— anunció Madeleine, con la autoridad que casi nunca mostraba

Yuuji alzó la mirada, frunciendo el ceño con una mueca de disgusto —¿Vendrá la abuela de nuevo? — cuestionó con pesadez

La mirada de Madeleine se suavizó con ternura mientras se dirigía hacia él—Es una sorpresa mejor — respondió con una sonrisa enigmática, intentando infundir un poco de emoción en el ambiente

Nobara, siempre atenta a los detalles, no pudo evitar notar la sombra de misterio en la respuesta de Madeleine— ¿Qué escondes, Madeleine? — inquirió, estrechando los ojos con suspicacia.

Madeleine respondió con una sonrisa traviesa—Es que le prometí a su padre que no diría nada —confesó con complicidad, antes de instarlos a prepararse y bajar.

Sin esperar repuesta cerro aquella enorme habitación y paso a bajar para continuar limpiando de la casa 

Sin esperar respuesta, cerró la puerta tras de sí y se encaminó hacia las labores que aún quedaban por hacer en la casa. Mientras disponía los jarrones con las bellas flores recolectadas del jardín, su mirada se desvió de vez en cuando hacia el despacho del señor, donde resonaban los ecos de un baile compartido la noche anterior.

Pero le era difícil pensar en ello cuando todo su cuerpo reaccionaba raro ante las sensaciones que le provocaba ver al albino 

Pero la figura que caminaba de un lado a otro con preocupación le llamaron más la atención, Satoru caminaba nervioso de un extremo a otro dentro su oficina

En cuanto la chica termino de acomodar la camelia dentro del precioso jarrón de cristal se encamino hasta la oficina de aquel hombre; Al tocar suavemente la puerta entreabierta, Madeleine esperó la respuesta de Satoru antes de entrar —Pasa— le ordenó la voz desde el interior.

Con cuidado de no hacer ruido al cerrar la puerta, Madeleine se adentró en la oficina y se dirigió hacia Satoru con una mirada preocupada — ¿Todo bien señor?— preguntó, buscando tranquilizarlo.

Satoru la miró con seriedad antes de acercarse, quedando a pocos centímetros de ella —Madeleine — comenzó, su voz llena de incertidumbre — Siendo honestos... ¿Estoy fallándole? — agregó, apartando la mirada hacia un retrato de una mujer rubia en la pared

El momento se volvió aún más intenso cuando Madeleine también posó su mirada en el retrato de Lady Rochelle, recordando con cariño a la mujer que había sido su jefa y mentora— Lady Rochelle era una mujer muy bondadosa — comentó con suavidad, volviendo luego su mirada hacia Satoru. — Y estoy segura de que ella siempre hubiera querido lo mejor para sus pequeños — añadió, tomando con delicadeza la mano del peliblanco y entrelazandola con la suya en busca de darle aun más tranquilidad 

Satoru se sintió conmovido por las palabras de Madeleine y el gesto afectuoso, dejando que su mano asimilara el tacto reconfortante de Madeleine.

La mirada azulina de Satoru se encontró con los ojos cálidos de Madeleine — Madeleine... muchas gracias por cuidar tan bien de mis hijos mientras yo estaba en mi depresión — tomo mejor aquella mano llena de marcas debido a la pesada labor que hacía dentro de la casa — y gracias por darme ese apoyo en este momento — beso de aquella mano y volvió a mirarla fijamente, ella sonrió 

Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Satoru se sintió abrumado por una sensación de calidez y paz que emanaba de la presencia de Madeleine — Debo retirarme, espero que haya encontrado un poco de tranquilidad — dijo ella, interrumpiendo el momento con su dulce voz.

𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑺𝒊𝒓...- 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝒔𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora