010

8.2K 870 226
                                    

Los pisos de mármol pulido parecían extenderse hasta el infinito, reflejando la luz que entraba por los altos ventanales y llenando el lugar con una sensación de luminosidad y amplitud. El techo, adornado con intrincadas molduras y relieves, agregaba un toque de elegancia y sofisticación al ambiente.

Las trabajadoras del hogar, vestidas impecablemente con uniformes blancos, recibieron a Madeleine con cálidas sonrisas y gestos de cortesía mientras la guiaban por los pasillos. A pesar de su amabilidad, Madeleine se sentía diminuta en aquel lujoso entorno, como si estuviera caminando por los salones de un palacio.

Kento, con su habitual gentileza y porte distinguido, la recibió con una sonrisa suave y acogedora

—Bienvenida a mi hogar, señorita Butera— dijo, su voz resonando con amabilidad y cortesía.

Madeleine se ruborizó ligeramente ante la atención del apuesto hombre —Muchas gracias— respondió con voz suave, incapaz de ocultar su admiración por el lugar y su anfitrión.

—La llevaré a su habitación para que descanse y pueda venir a cenar —Mientras caminaban por los pasillos, Madeleine no podía dejar de maravillarse ante la belleza y la opulencia que la rodeaba. Cada rincón parecía cuidadosamente diseñado y decorado, como sacado de un cuento de hadas.

Al llegar a su habitación, Madeleine se quedó sin aliento. Todo en ella era de un blanco deslumbrante, iluminado por la luz que se filtraba por las ventanas. Jarrones repletos de fragantes gardenias adornaban cada rincón, llenando el aire con su dulce aroma. La cama, enorme y lujosa, estaba cubierta con las sábanas más suaves y esponjosas que había sentido jamás.

Madeleine se sintió abrumada por la generosidad y el lujo que la rodeaban. Era como si hubiera sido transportada a otro mundo, uno de belleza y elegancia sin igual. Estaba emocionada por comenzar esta nueva etapa en su vida, rodeada de tanta belleza y cuidado.

Todo eso era mucho para ella, sobre todo al dormir anteriormente en el cuarto del servicio, nunca había tenido quejas, pero al saber que esto ahora era lo de ella era bastante contradictorio— Señor Nanami esto es mucho— se mordió el labio bastante apenada

—No es mucho, solo que no estas acostumbrada  —le sonrió— Te esperaré para cenar— suspiro —En tu closet hay ropa nueva que puedes usar, quiero que descanses pues mañana comenzaremos con tus clases— No espero respuesta y salió

Entonces, mientras Madeleine se encontraba en su nueva habitación, rodeada de lujo y comodidades que nunca antes había experimentado, su mente estaba llena de dudas y preocupaciones. Se sentía abrumada por el cambio repentino en su vida.

Observó la habitación con asombro, pero también con un toque de nerviosismo. Todo parecía demasiado elegante, demasiado lujoso para alguien como ella. La cama, con sus suaves cobijas y almohadas, parecía acogerla, pero también la intimidaba.

Se preguntaba si sería capaz de adaptarse a esta nueva vida. Las palabras de Kento resonaban en su mente: clases, ropa nueva, nuevas responsabilidades. La idea de enfrentarse a todo eso la llenaba de ansiedad.

Sin embargo, entre todas esas preocupaciones, una figura en particular ocupaba su mente: Satoru Gojo. Recordaba su despedida, la mirada triste en sus ojos azules. Había algo en esa mirada que la desconcertaba, algo que no podía comprender del todo.

Se preguntaba si él estaría bien, si los niños la extrañarían tanto como ella. Y, sobre todo, se preguntaba si alguna vez sería capaz de superar sus sentimientos por él.

Con un suspiro, se acercó al closet y examinó la ropa nueva que Kento había preparado para ella. Mientras se cambiaba, se prometió a sí misma que intentaría hacer lo mejor que pudiera en esta nueva situación, por ella misma y por aquellos que dejaba atrás.

𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑺𝒊𝒓...- 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝒔𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora