Atrapado 🔐

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Naruto se obsesionó con el caso de Shinki a partir de entonces, no paró de buscar la forma de liberarlo del control de su madre. Pero mientras más ahondaba en el asunto más incógnita tenía y su confusión siguió en aumento.

El rubio tenía que encontrar al padre biológico de Shinki si quería liberarlo de su madre, pero era consciente de que sin indicios nada podía hacer y él no tenía idea por dónde empezar a buscar.

De hecho sería mucho más simple escapar con el joven que intentar saber quién era su progenitor.

Pero un par de días después de lo sucedido, lo vio llegar a la confitería como solía hacerlo sin problemas, tenía su acostumbrada sonrisa, y tras llegar luego de saludar a Naruto como si nada habría pasado, comenzó a hablar de su último libro.

Estaba eufórico en verdad y por más que el rubio quiso hablar sobre lo sucedido días atrás, el joven no se lo permitió.

Como Naruto insistió, él con disimulo apretó su mano por debajo de la mesa sin mostrar sus reales sentimientos.

Aquello alertó al rubio, quien empezó a detenerse en los detalles de Shinki. Vio las marcas tanto de los golpes como de las inyecciones en la parte visible de uno de sus brazos. Shinki se las cubrió con la ropa sintiéndose avergonzado y desesperado.

Por breves segundos la desolación se dejó ver en su rostro pero fue solo un instante, ya que inmediatamente volvió a colocar su expresión feliz al instante en su rostro.

Ayúdame. Murmuró el pelinegro mirándolo con intensidad tras haberse colocado de espaldas a la puerta, así el rubio pudo ver sobre del hombro de Shinki el auto de la madre del joven y en su interior a ella.

Lo tenía vigilado. Shinki se sujetó el colgante que llevaba puesto mientras derramaba lágrimas de intenso pesar, mientras hablaba del último libro con un timbre de voz alegre y feliz.

Naruto le sujetó su mano derecha pero él se hizo soltar con disimulo mientras negaba imperceptiblemente con la cabeza respirando entrecortado. Shinki se sentía enloquecer.

Su madre lo estaba obligando a dañar a Naruto por haberse hecho amigo de él. El rubio apretó sus labios con furia mientras fruncía el ceño. Ese hermoso muchacho estaba en verdad atrapado y no era justo.

Quiere dañarte Naruto y me obliga. Shinki murmuraba sin que su voz se escuche por el micrófono que llevaba puesto. Naruto anotó algo en una servilleta y se la entregó al muchacho quien tras leer el mensaje abrió grandemente sus ojos y lo miró.

- Como te decía Shinki, esa historia es sorprendente y me inspiró en mi última novela. La oscuridad siempre anhela desintegrar a la luz pero jamás tendrá éxito ¿sabes por qué?

-No, dímelo tú
-La luz es muchísimo más fuerte como también lo son las personas que la albergan.

-¿Eso decía esa historia?
-Así es
-Interesante idea aunque engañosa debido a que la realidad es prueba fehaciente de todo lo contrario Naruto.

-Por eso me dedico a la literatura, es mucho mejor que la realidad ¿no lo crees?
-Totalmente. Discúlpame, necesito ir al baño.

Diciendo aquello Shinki se incorporó y se fue a los sanitarios. Al cabo de cinco minutos, Naruto pagó la cuenta y salió del lugar por la otra puerta.

La madre de Shinki estaba en verdad confundida. Había decidido eliminar a ese molesto escritor que osó acercarse a su propiedad e intentar alejarlo de su persona.

Pero ninguno de los dos volvía a la mesa y eso fue lo que acabó alertándola. Entró a la confitería pero fue demasiado tarde, ambos habían escapado y el micrófono que ella forzó a Shinki a usar había sido arrojado al tacho de basura.

La mujer sintió deseos de gritar y romper cosas pero sabía que aquel no era ni el lugar ni el momento por lo que se contuvo de regresó al auto. No podía hacer la denuncia porque Shinki tenía diecisiete años de edad y esto volvía a su hijo dueño de estar con quien así lo desee.

Pero si mentía a la policía que fue secuestrado por ese autor pasarían veinticuatro horas hasta que empiecen a buscarlos. Y ella no quería que Shinki pase tiempo con alguien que no fuese ella, su dueña.

Pero no tenía más opciones, por lo que fue a la comisaría más cercana. Haría la denuncia jugándose el todo por el todo.

-Shinki es mío, mi propiedad exclusiva y nadie me lo quitará. Mucho menos un autor de novelas extrañas. Maldito oportunista.

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