2. Sobrevive a cualquier precio [*]

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𝚂𝚞𝚋𝚝𝚎𝚛á𝚗𝚎𝚘 𝚒𝚗𝚏𝚎𝚛𝚒𝚘𝚛: 𝙲á𝚖𝚊𝚛𝚊 𝚙𝚛𝚘𝚑𝚒𝚋𝚒𝚍𝚊

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𝚂𝚞𝚋𝚝𝚎𝚛á𝚗𝚎𝚘 𝚒𝚗𝚏𝚎𝚛𝚒𝚘𝚛: 𝙲á𝚖𝚊𝚛𝚊 𝚙𝚛𝚘𝚑𝚒𝚋𝚒𝚍𝚊

Sobre mi cabeza, la luna de piedra se halla dormida allá, en lo alto del colosal habitáculo del cual llevo viendo por demasiados siglos. Tanto que he perdido la noción del tiempo. Aquella marca grabada en la piedra es una reina pétrea y cruel, aguardando el momento de que las grandes puertas se abrieran y castigara mi cuerpo con esa repugnante luz sacra con intenciones de destrozar mi piel, regenerándose, y luego volviéndola a derretir como la cera de una vela sólo para demostrar cuán débil yo era.

Una lástima que, después de cientos de miles de veces que los guardias lo hicieron conmigo, al final terminé ganando una altísima resistencia al poder sagrado. Prácticamente soy inmune, por lo que la magia de sanación ni siquiera me hace cosquillas. Tampoco sana.

Tras tanto tiempo, aseguro que ya hasta perdió fuerza. Quizás el templo que debería de estar arriba, a varios cientos de kilómetros en la superficie, había perdido adeptos o sido abandonado después de... no sé, ¿quinientos años? Por supuesto que, aunque no poseyera la fuerza para dañar mi piel y derretir mis huesos, no dejaba de ser molesta a mis ojos cada vez que un terremoto movía la puerta y un haz de luz temporal impactaba en mi cara.

Hubo una época, en la que yo era libre de caminar, cuando el mundo rezaba a los demonios en la parte del territorio en la que me situaba y mostraban pleitesía en sus altares. Los agradecimientos eran aceptados sin importar el deseo, siempre y cuando se hiciera desde el corazón. Adoraban el caos, eran libidinosos, y no había casi nadie en aquella época que pudiera plantarle cara a una legión repleta de miles de ellos; ya que eran entrenados desde la infancia, dado que su vida era larga como especie.

Sin embargo, el reinado se tambaleó cuando algunos pensaban que las razas sin leyes estrictas a las humanas destrozarían el equilibro del mundo: Los dioses creyeron divertido que las razas se mezclaran entre ellas, enlazando sangre con sangre, y dando a criaturas con nombres extraños y habilidades inusuales por la falta de pureza transmitida entre generaciones.

Yo soy uno de esos "casos terribles".

Los Doce dioses que estaban liderando el panteón global eran caprichosos, y se aburrían con mucha facilidad cuando las cosas parecían demasiado lineales. En mi opinión tenían envidia, eran celosos de la libertad. Cientos de años de confabulación dieron paso a la creación de una criatura que se asemejaba a un mono sin pelo: Más débiles que las bestias, menos dotados en la magia que los Altos Elfos, más altos que un enano pero no que un gigante, de naturaleza ambigua... Para las razas primigenias del continente les resultaron extraños.

Al principio no los consideraron una amenaza, y los demonios creyeron que sólo eran una criatura más que nació en el mundo y que, tarde o temprano, moriría por no habituarse al nuevo entorno que ya tenía a grandes depredadores.

𝕮𝚞𝚛𝚜𝚎𝚍 [Actualizándose sólo en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora