𝕮𝚞𝚛𝚜𝚎𝚍 [Actualizándose sólo en Inkitt]

6. Renacido y jodido [*]

𝟸 𝚖𝚎𝚜𝚎𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 "𝚎𝚛𝚞𝚙𝚌𝚒ó𝚗"

―¡Amo, por favor, despierte!

La voz de Crimson es un sonido lejano, distorsionado, y parcialmente ensordecido entre la oscuridad conforme mi cuerpo, de alguna manera, se siente demasiado pesado de una forma exagerada. Incluso mover los párpados con intenciones de levantarlos me resulta imposible en mi estado actual.

Eso es raro.

No sólo es percibirme tan estático y silencioso, sino que tengo una extraña sensación de haber vuelto a nacer de un huevo. Es parecido a hace veinte años atrás, pero es un sentimiento... diferente, si eso tiene algún sentido. Y no en el bueno. El sentirme expuesto hacia lo desconocido me resulta irritante, debido a que me frustra no ser dueño de mi propia integridad como me he tenido que acostumbrar para sobrevivir.

Eso me recuerdo a la época de la universidad, atrayendo temores pasados. El temor de sentirme atacado en cualquier momento. El temor de ser atado, apareciendo otras personas con una sonrisa burlona en la cara para patearme hasta joderme las costillas, y luego se asegurarían de que todos mis esfuerzos por ser un estudiante modelo ―en cuanto a notas se refiere― terminaran por ser inservibles. Echarían por la borda toda mi dedicación, estudio y esfuerzos.

El sentir que me engañaron con su acercamiento amable, las palmaditas en la espalda y las expresiones amigables para apuñalarme por la espalda.

¡Despierta de una maldita vez, Kayser! ¡No eres un debilucho, joder!

Me grito eso, una y otra vez sin importar por cuánto tiempo tengo que hacerlo. Lo hago, incluso aunque mi voz interna jamás se quede afónica, hasta que consigo abrir los ojos por un momento aunque la sensación de sentirse desnortado sea incómoda. Seguidamente enderezo la espalda, sentándome en lo que parece que es un colchón, pero de repente todo mi cuerpo recibe en segundos millones de puñadas que van desde la punta de los pies hasta dolerme los ojos.

Ahogo un grito de dolor, gutural y cascado, en lo que me llevo las manos a la cara.

Un quejido a mi lado provoca que me aparte un poco las manos, para seguidamente deslizarme a un lado aunque todo duela de un modo terrible. Los ojos rubíes de Crimson me observan con una expresión confusa, pero en segundos la confusión da paso a una mezcla de miedo y decepción.

―Yo... lo siento mucho, fue mi culpa ―murmura. Aprieta las rodillas contra su pecho, dándome cuenta que toda la ropa que tiene prácticamente está inutilizable. Están quemadas, manchadas de sangre púrpura, e incluso se aprecian partes desgarradas por algún tipo de arañazo animal de gran tamaño―. ¡N-no lo sabía, se lo juro! ¡Ni siquiera pude percibir su presencia cuando, de la nada, apareció y todo se volvió un caos!

No sé de qué estás hablando, pero este lugar es tan... idílico.

Volteo la cabeza lentamente, sin darle una respuesta a tanta incongruencia, para así observar que nos encontramos en una propiedad que se extiende sobre un inexplicable infinito de ondulaciones verdosas, pequeños lagos y varios grupos de árboles. Nunca he visto en la vida real, y tampoco desde que renací, un lugar que parece ser propio de un cuento de hadas. No, eso es incorrecto. Creo que sí vi alguna vez algo así, pero sólo en las típicas guías de viaje, en internet o en los programas de la televisión que habían tras los escaparates cuando volvía de la universidad.