Dicen que cuando, de niño, cambias de lugar a lo que estás habituado el cambio te resulta impresionante. En mi caso, más que sobrecogido, lo que estoy es más confuso de lo que me gustaría admitir. Quizás es porque he pasado más de veinte años bajo tierra, y el sol a duras penas se podía ver reflejado desde las cristalizadas piedras de la cueva por donde salía el escuadrón aéreo de mi padre. O quizás porque esos dos meses en aquel lugar, lo que solía ver al despertar era un lugar de ensueño y con el equilibrio perfecto entre lo "antiguo" y lo "moderno".
El clima a nuestro alrededor se aprecia gélido por la nieve acumulada en todos los lugares y pedazo de hielo colgando como murciélagos en las puntas de algunos árboles. Claro que no para mí porque tengo inmunidad al clima y no me puedo congelar, aunque mi cuerpo sí "sufre" el sentirse demasiado expuesto ―no todo puede ser perfecto―. Las ráfagas de viento tampoco se quedan muy atrás, generará en algunas personas ciertas rojeces en zonas como las mejillas o la nariz.
Cuanto más miro, más creo que esto es diferente a lo que tenía pensando sobre el concepto de "edad media" o "aspecto medieval".
Volteo a mirar a Crimson, quien parece también desubicado como lo estoy yo en estos momentos, pero al mismo tiempo también animado y curioso. A veces su cuerpo lo traiciona y se mueve un poco de un lado a otro, curioseando desde la distancia ―aunque sin separarse de mí― todo lo que le resulta "raro". Hay cierto aire nostálgico y tierno que lo hace sentir diferente a lo que estoy acostumbrado a verle cada día, casi pareciendo un niño que pisa por primera vez una nueva ciudad con sus padres.
―Crimson ―advierto en un tono bajo, pero firme, para comprobar si sigue atento a lo que estamos haciendo.
―Disculpe mi emoción, mi señor ―se mueve hasta mi lado e inclina la cabeza para hablar en voz baja―. Todo está tan... vivo. Es nuevo. Incluso me atrevo a decir que brilla más que cuando yo era un niño, ya que en mi época y territorio el cielo siempre estaba plagado de nubes negras prácticamente casi todo el año. Rara vez teníamos unas pocas horas de luz solar. Y, aunque esto suene extraño, teníamos una vez al mes una noche roja en el cielo.
Resoplo.
―Ni que estuvieras viviendo en Noruega...
―¿Noruega? ―pregunta él con curiosidad―. No conozco ese lugar. ¿En qué reino se ubica exactamente?
Suelto un ligero jadeo a modo de negación, sacudiendo la cabeza, y procedo a caminar a un ritmo algo más calmado en dirección al bosque.
Puedo entender que alguien como él, que ha pasado tanto tiempo encerrado, vea todo este lugar como un nuevo patio de recreo. Yo también lo creía, pero confieso que estoy un poco decepcionado. El viento sisea entre los pinos, donde la mayoría están pelados, del mismo modo que lo haría un barrio de chismosas durante las noches; las hojas ejercen un rumor entre los roces de los que son un poco afortunados y no están desnudos, y las ramas crujen por las cosas escondidas entre las capas de verde y blanco. A simple vista no se ve nada que llame la atención, pero llevo un rato sintiéndome observado y la sensación es muy molesta.
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𝕮𝚞𝚛𝚜𝚎𝚍 [Actualizándose sólo en Inkitt]
Fantasy[Los capítulos que tengan este icono: [*] son los que están editados] 𝙴𝚕 𝚌𝚊𝚘𝚜, 𝚛𝚎𝚜𝚐𝚞𝚊𝚛𝚍𝚊𝚍𝚘 𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚙𝚛𝚘𝚖𝚎𝚜𝚊𝚜, 𝚟𝚊𝚝𝚒𝚌𝚒𝚗𝚊 𝚞𝚗 𝚌𝚊𝚝𝚊𝚌𝚕𝚒𝚜𝚖𝚘 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚜𝚝𝚒𝚌𝚒𝚊𝚜 𝚒𝚗𝚓𝚞𝚜𝚝𝚊𝚜. ...