【10 años después】
―¿Padre sigue creyendo que esa lagartija que tenemos por hermano va a ser un dragón?
Reconocí fácilmente la voz de uno de mis hermanos mayores, Trakton. El tipo era un dragón de komodo, y su torso estaba lleno de músculos porque adoraba aparecer sin camiseta para llamar la atención de las mujeres que andaban cercan. Un imbécil. El típico bully que tenía una nuez por cerebro, pero que por desgracia fue agraciado por su atractivo masculinizado y una habilidad en combate cuerpo a cuerpo bastante firme.
―No debes burlarte de él, Trak ―le regañó Kaima, siendo una chica con rostro de cocodrilo―, a duras penas tiene seis años. Además, es bien sabido que cada uno de nosotros se mueve de una manera diferente dependiendo de su raza.
―Yo con seis años ya sabía usar una navaja y podía lanzar piedras muy alto ―aseguró el komodo desde la ventana, que era donde estaban viéndome entrenar―. Él, por lo que hablan las criadas, se la pasa leyendo y haciendo movimientos raros como si se creyera un mago humano.
―No son criadas, bobalicón. No somos nobles, es sólo que papá ganó un cargo importante en la ciudad por sus años de servicio ―Kaima soltó un jadeo de aburrimiento, ya que Trakton seguía creyendo que teníamos servicio gratuito como si fuéramos de la realeza. Y yo también sabía que, a sus quince años, espiaba a algunas de esas mujeres cambiarse en los baños tras las puertas, para así pavonearse con sus amigos de haber visto mujeres adultas desnudas a su edad antes de tener una esposa. Y lo supe porque me gané más de un capón y una amenaza gratuita si no desaparecía de su vista cada vez que lo pillaba en el acto―. De todos modos, sigue siendo demasiado pequeño para que pueda comenzar el entrenamiento con monstruos.
Tenía razón. Hasta los diez años no tenía permitido meterme en las primeras cámaras de túneles, donde estaban los monstruos más débiles de toda la red subterránea, y obviamente iría supervisado.
―Siga con su entrenamiento ―me murmuró Hell―. Su padre fue muy específico en que tenía que conseguir por lo menos sus primeros cuernos en su décimo cumpleaños. Sea diligente y no se deje aturdir por comentarios de dicha índole, ya que no le ofrecen nada valioso.
―Es difícil si me miran tan fijamente...
―Céntrese, por favor. La paciencia es una virtud, y confío en que usted será lo bastante inteligente para no actuar por mero impulso a las habladurías de los demás.
Asentí, aburrido de que todos los días fueran igual: Ser despertado, caerme de la cama, vestirme, entrenar y volver hecho un asco a la casa. Esa era mi rutina de la mañana. Después de comer dormía hasta el atardecer por no tener energía para nada, y tras la cena hacía lo que quería. Casi siempre leer o probar alguna habilidad que no me generara dolor.
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𝕮𝚞𝚛𝚜𝚎𝚍 [Actualizándose sólo en Inkitt]
Fantasía[Los capítulos que tengan este icono: [*] son los que están editados] 𝙴𝚕 𝚌𝚊𝚘𝚜, 𝚛𝚎𝚜𝚐𝚞𝚊𝚛𝚍𝚊𝚍𝚘 𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚙𝚛𝚘𝚖𝚎𝚜𝚊𝚜, 𝚟𝚊𝚝𝚒𝚌𝚒𝚗𝚊 𝚞𝚗 𝚌𝚊𝚝𝚊𝚌𝚕𝚒𝚜𝚖𝚘 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚜𝚝𝚒𝚌𝚒𝚊𝚜 𝚒𝚗𝚓𝚞𝚜𝚝𝚊𝚜. ...