13. Cuando el castigo sobrepasa la crueldad [*]

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Los primeros rayos de sol se cuelan dentro de la entrada entreabierta de la tienda, golpeándome en la cara y así abrir los ojos para ver el techo de lona

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Los primeros rayos de sol se cuelan dentro de la entrada entreabierta de la tienda, golpeándome en la cara y así abrir los ojos para ver el techo de lona. Todavía saboreo ese regustillo asqueroso proveniente del abuso de ceniza que siempre encuentro al meterme algo a a boca. Con pereza me levanto, adolorido por haberme acostado en la piedra sin siquiera colocar nada debajo, pero rápidamente mi atención hace que voltee a observar al intruso que no he visto nunca: Una enorme y musculada bola de pelo blanca con rayas negras, gruesas, se encuentra enroscada a modo de ovillo en el suelo al lado de la entrada

Intuyo que es Toga transformado en animal, como si estuviera haciendo guardia para que nadie ingrese dentro y me ataque. Tengo que admitir que el animal tiene una apariencia hermosa, pero también soy consciente de que los tigres son animales peligrosos que no distan demasiado de los gatos grandes. Es de pelaje alisado a simple vista, y las rayas ―la mayoría gruesas― forman patrones aleatorios de hito a hito. Posiblemente puedo comparar su tamaño con un oso adulto; ancho también. 

A veces cuesta creer que una persona puede mostrar partes de animales sin que suene a ficción, pero mucho más impactante es saber que puede volverse literalmente un animal salvaje.

En Dharkon la población es humanoide ―que no humana―, de piel gruesa, y variante entre los tonos verdosos amarronados y grisáceos en el apartado de los reptiles. Ya en los insectos lo más común es encontrar el rojo, el amarillo pardo o el negro.

Las Bestias son completamente distintas, ya que su aspecto es en su mayoría humano a excepción de detalles puntuales; como las pupilas, los cuernos, las uñas o la forma de los dientes. Por fuera parecen humanos completamente, hasta que parte de su humanidad desaparece y se ven similares a los furros o los cosplayers de mi mundo.

―No deberías de estar aquí dentro, pero como me da pereza a echarte a patadas mejor que te quedes ahí tranquilito ―murmuro, mirándole desde la distancia conforme me levanto de la incómoda silla pétrea. Trueno mi espalda y el cuello, exhalando un gemido, y acto seguido me largo directamente hacia donde está mi ropa plegada sobre la mesa de piedra que contiene un montón de apuntes, reacciones químicas, bocetos de objetos y experimentos fallidos que no deben de repetirse de nuevo―. Si todas las noches van a volverse de ese modo, las vas a disfrutar tu solo, porque te vuelves un completo imbécil cabezota.

Durante gran parte de la noche y la madrugada, Toga me obligó a bailar con él y únicamente con él. Si otro hombre se acercaba, el tigre me movía para que él se metiera en medio de mí y el tipo que quería intentarlo; poco sutil, siendo honesto. A veces me tenía que poner un tanto insoportable y darle un calambrazo para que me soltara, necesitando respirar un poco de aire puro; en otras, me divertía un poco. Sólo una pequeña parte, antes de que a este imbécil se le ocurriera pegarme a él, y así ganarse otro calambrazo justo en el estómago. 

Peor todavía era el momento en el que se reía conforme yo me quejaba de lo cansino que era, me dejaba escapar un rato, pero luego me iba a buscar y empezábamos a bailar de nuevo.

𝕮𝚞𝚛𝚜𝚎𝚍 [Actualizándose sólo en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora