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( 渋谷区 )
016. VÍNCULOS.

LA MELODÍA DE LA CANCIÓN que se estaba reproduciendo en el reproductor MP3 de la azabache alcanzaba sus oídos con calma, al compás de cuatro por cuatro de la pista de música que había comenzado a sonar a través de sus auriculares

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LA MELODÍA DE LA CANCIÓN que se estaba reproduciendo en el reproductor MP3 de la azabache alcanzaba sus oídos con calma, al compás de cuatro por cuatro de la pista de música que había comenzado a sonar a través de sus auriculares. Sus orbes apuntaban a la nada, materializada en el techo de su habitación adornado con una única lámpara colgante que no emitía luz, pues la ventana a mediodía servía como fuente lumínica principal.

Su cabeza daba vueltas desde hacía unos días, en los que las inseguridades se habían apoderado de ella después de que, de cierta manera, su plan con el rubio hubiese avanzado. Yui se ponía contenta si recordaba como la proximidad hacia su objetivo cada vez era más reducida; y sin embargo, había comenzado una sensación de incomodidad cada vez que recordaba los objetivos de quien era su compañero; pues cada vez que escuchaba el nombre Hinata Tachibana, recordaba que las ideas de Kisaki estaban basadas en conquistarla o, por lo menos, alejarla de Hanagaki.

En sus pensamientos rondaba la pregunta de por qué esa sensación de impotencia la quemaba por dentro cada vez que recordaba ese hecho, pero reprimía las dudas para sí misma cuando los pensamientos intrusivos se apoderaban de sus recuerdos de nuevo. No obstante, venía a su cabeza el día que, sin pensar y sin motivo aparente, le contó al chico donde estaban la gran mayoría de sus problemas y, pensando que la juzgaría o ignoraría por todo aquelllo que decidió contarle, el de orbes grises decidió apoyarla frente al resto de opciones, decidiendo abrazarlo inesperadamente en respuesta.

Y es que Murakami se ponía verdaderamente nerviosa cada vez que sus conversaciones con Kisaki iban más allá de cualquier idea o concepto que estuviese, de cualquier manera, enlazado con el plan que llevaban construyendo desde hacía meses atrás.

Mierda, no me puedo creer que, ya llegados a este punto, Kisaki me esté empezando a gustar —murmuró la fémina para sí misma, después de varios días donde había empezado a teorizar y a atar cabos en relación a sus sentimientos con el rubio.

Entonces cayó en la conclusión de que, para defenderse mentalmente de posibles emociones con potencial a surgir, sus sentimientos hacia el rubio eran, con alta probabilidad, el motivo de aquellas bromas que la de luceros verdosos llevaba a cabo cada vez que Kisaki le hacía cualquier pregunta más personal.

Después de chasquear la lengua, la fémina se levantó de aquel colchón rígido, estirando su espalda, dejando caer sus auriculares sobre la cama y dirigiéndose al baño colindante, donde retiraría las vendas que cubrían sus manos ya por última vez. En su mano habían quedado marcas oscuras y un tanto resecas, cuya superficie había alcanzado ese límite en el que era sumamente difícil retirarlo. Murakami sentía aquellas vendas como un estorbo que impedía el movimiento en sus manos, por lo que había decidido que ese era el momento perfecto para retirarlas.

Agh, joder —exclamó en un murmullo, sintiendo la irritación del pegamento adherirse a su piel durante su separación. Estiró sus manos un par de veces, suspirando de alivio al ver que, por lo menos, no había sido como la última vez que se había retirado aquellas vendas adhesivas.

𝗁𝖺𝗋𝖽-𝗁𝖾𝖺𝗋𝗍𝖾𝖽 ✷ 𝘁𝗲𝘁𝘁𝗮 𝗸𝗶𝘀𝗮𝗸𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora