Capítulo 8

725 55 5
                                    

Albert

El patriarca de la familia Andrew pasó un largo rato explicando todo acerca de Candy, estupefacto el joven inglés escuchaba atento a lo que su mejor amigo decía, casi sin poderlo creer.

—¿Entonces, Candy es realmente una Andrew...? Siempre tuvo familia...

—Así es Terry, Candice es hija de mi hermana Rosemary, mi sobrina, y por lo tanto media hermana de Anthony.

—Albert es muy grave lo que hiciste, tu silencio pudo desatar una tragedia familiar, si mal no recuerdo Anthony estaba enamorado de Candy. Sentía algo más que amor fraternal —exclamó asqueado Terrence.

—Lord Grandchester, eso no fue culpa del señor Albert —interrumpió George, quien había estado presente en todo momento, sin hablar—. Fue la madre de Candy quien planeó todo.

—¡¿Madre?! ¿Tengo mamá? —gritó Candy—. ¡¿Me pueden decir que es lo que está pasando?!

Los tres hombres giraron hacia la puerta sobresaltados. La hermosa joven se encontraba de pie en el umbral del despacho, los largos cabellos dorados colgando sobre sus hombros temblorosos, el rostro descolorido y los centelleantes ojos verdes que parecían a punto de salirse de sus órbitas.

—¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué estas aquí, Terry? ¡¿Por qué hay una fotografía con mi nombre?! —gritaba histérica, las lágrimas desbordando a torrentes.

—Mi vida ven, necesitamos que te tranquilices y tomes asiento —dijo Terry, nervioso, acercándose a ella y tomándola entre sus brazos.

Candy se dejó guiar por su prometido con la mirada perdida, como una autómata. Tomó asiento y tras unos segundos de largo silencio, miró uno a uno a los tres hombres que se encontraban frente a ella.

—¿Y bien? Necesito una explicación —exigió, con voz glacial.

Albert se estremeció ante tal demanda, jamás había visto a Candy actuar de esa manera, mirar de esa manera.

—Candice, tú sí tienes familia... —empezó, escogiendo cuidadosamente las palabras—. Eres verdaderamente una Andrew.

Candy sintió cómo nuevamente se le escapaba la respiración.

—¿Cómo? —repitió, mareada. Aquellas voces comenzaban a sonar difusas, lejanas. 

—Señorita Andrew, usted es hija de la difunta Rosemary Andrew y, por lo tanto, media hermana de Anthony.

Candy no pudo más. Vomitó sobre la lujosa alfombra de la oficina de Albert antes de perder el conocimiento nuevamente. Terry la tomó en brazos, la llevó a su habitación y la recostó sobre su mullida cama.

Los tres hombres concordaron que lo mejor era que descansara y, cuando estuviese más sosegada, le explicarían toda la verdad.

Candy

La hermosa rubia se despertó asustada por una profunda respiración a su lado. Giró sobre sí misma y se sorprendió al encontrar a su prometido recostado a su lado, durmiendo plácidamente completamente vestido y con los zapatos puestos. Para no despertarlo la joven se levantó suavemente y sin hacer ruido, se vistió y recogió el cabello para salir rápidamente de la habitación.

Miró el reloj del pasillo mientras caminaba de puntillas hacia la habitación de George, marcaban las doce de la noche.

Toc toc.

—George —susurraba Candy suplicante—. George, por favor despierte.

Toc toc.

—Despierte por favor —insistía la joven.

MÁS ALLÁ DE TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora