Capitulo 20

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La Academia Stanford en Nueva York no se caracterizaba por ser la más grande ni la más lujosa, mucho menos la más antigua, sin embargo desde hace casi cinco años llegó tras bambalinas un joven talentoso y extremadamente apuesto que logró lo que ninguna otra academia de teatro. Ese día, a las afueras de ésta, un extraordinario número de reporteros, fotógrafos y admiradores se congregaron para la alfombra roja de la última función del aclamado inglés: Terrence Graham Grandchester Baker. 

El señor Robert no dejaba de supervisar agudamente la logística del magno evento, Mona se encontraba nerviosa, temía que algo saliera mal y su jefe la retara, sin embargo todo a su            alrededor fluía casi perfectamente con excepción de que la joven y temperamental estrella no aparecía aun.

Felices y ataviados en sus mejores atuendos, actores y actrices de la academia caminaban por la alfombra roja, posaban ante las cámaras y daban entrevistas para los diarios. 

La llegada del alcalde John Purroy y su esposa Olive Child fue recibida calurosamente por el señor Robert, quien complacido agradeció que aceptaron la invitación.

—No hay nada que agradecer Robert, mi esposa es fanática de Terrence Grandchester y no podía perderse su última función antes de partir. Por cierto, ¿dónde está él? —preguntó el alcalde mientras encendía un cigarrillo.

—Descuide señor Purroy, Terrence no debe de tardar —contestó nervioso el señor Robert, giró discretamente su rostro y con suerte distinguió a Mona entre la multitud—. Si me disculpa tengo que revisar unos pendientes con mi asistente.

—Claro, Robert.

—¡Alcalde Purroy! —gritaban los reporteros—. ¡Señor! ¡Unas palabras para los neoyorquinos!

El señor Robert se dirigió presuroso hacia Mona.

—¿Mona? ¿Dónde diantres está Terrence? Son las cuatro y treinta y cinco... el alcalde y su esposa quieren conocerlo.

—No lo sé señor Robert, de verdad que le pedí al señor Grandchester que fuera puntual —tartamudeó angustiada la pobre chica.

—¡Ese Terrence! Muchacho engreído, ya verá cuando lo vea —refunfuñó enojado el señor Robert quien no pudo terminar de maldecir porque se vio empujado por decenas de reporteros que hicieron paso a un impresionante Rolls Royce que se estacionaba frente a la alfombra roja, escoltado por un gran equipo de seguridad.

—¡Es la familia Rockefeller! —murmuró Mona al oído de su jefe.

—Perfecto, y el matrimonio Grandchester no ha llegado y justo el señor Rockefeller quiere conocer a la nieta de su difunto mejor amigo...

—¡Señor Robert, en el auto de atrás viene John! —interrumpió Mona—. ¿Quién es el otro hombre? —Jamás lo había visto, es demasiado buen mozo...

—¡Ya era hora! ¿Con quién viene? —preguntó el director de la Academia Stanford al tiempo que forzaba la vista—. ¡Cielos santo! ¡Pero si es Terrence! —exclamó sorprendido.

Los miembros de la  Familia Rockefeller miraron hacia donde se dirigía la prensa, los fotógrafos y los excitados fanáticos.

John fue el primero en descender del automóvil, sonriendo y saludando, tras de él un hombre extremadamente apuesto bajaba. Gritos desesperados de las cientos de fanáticas ensordecían el lugar, incontables flashes cegaban a los dos muchachos.

—¡Señor Grandchester! —gritaban los reporteros—. ¿Por qué se corto el cabello??!!!

Terrence sabía de antemano que tenía que comportarse como el caballero inglés que era, sin embargo se reservó únicamente a sonreír. Quería esperar a responder las cientos de preguntas con las que era acribillado pues deseaba estar atento para la llegada de su esposa, ignorando que ésta se encontraba a pocos metros dentro de una lujosa limosina con toda su familia.

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