22. Noche y desgarro

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Capítulo 22. Venice

1915

Salzburgo

─ ¿No entiendes que lo único que quiero es lo mejor para los dos? ─dijo Johannes en un tono cariñoso pero sin poder evitar parecer ofendido.

El hombre perseguía a Venice por el pasillo al tiempo que se iba vistiendo torpemente. Esa situación era nueva para él, ir detrás de una persona en vez de ser él a quien le rogaban. Venice andaba con paso decidido dispuesta a poner entre ambos la máxima distancia posible, en completo silencio, sin darle el privilegio de responder a sus preguntas.

─No vas a poder ignorarme el resto de tu vida... ─amenazó perdiendo poco a poco las buenas formas.

No estaba acostumbrado al rechazo, y cuando ella giró la cara hacia él y compuso un gesto de desprecio en contestación a su amenaza, una profunda rabia recorrió todo el cuerpo de Johannes. Con un impulso de ira, alargó la mano para agarrarla del brazo e impedir que siguiera andando, pero ella se apartó antes y le esquivó, lo que hizo crecer aún más el enfado del hombre. Ella se plantó en su sitio, y Johannes se colocó a escasos centímetros.

─Eres mi mujer, y vas a cumplir con tus obligaciones, te guste o no.

─ ¿Aun no te has dado cuenta de que soy la única persona en el mundo a la que no puedes intimidar? ─Venice habló con una seguridad en sus palabras que sorprendió a su marido─ Eso es lo que más te duele, ¿verdad? No ser capaz de manipular a alguien y que te desprecien por mucho que te esfuerces en evitarlo.

Lo que más odiaba Johannes es que tuviera razón.

─ Eres muy elocuente cuando te conviene ¿verdad? –dijo haciendo alusión a su dislexia para contraatacar el golpe–Ten mucho cuidado con lo que dices, no vayas a arrepentirte...

Venice dio media vuelta y continuó bajando las grandes escaleras que daban al salón, dejando a Johannes con la palabra en la boca. Éste intentó reprimirse, pero esa vez le fue imposible.

─¡No me des la espalda! ─le gritó desde lo alto de la escalera. Su voz resonó en el techo y consiguió su objetivo de frenar a Venice, que se quedó petrificada en un escalón por el sobresalto─ Desagradecida... ─continuó al verla parada─ Te he dado una casa, una posición en la sociedad, una vida que muchos darían lo que fuera por tener para ellos mismos... ¡Si no fuera por mí tú no serías NADA!

─Te casaste conmigo por el dinero ─dijo ella alzando la voz pero sin mirarle a la cara─, y no sólo te has apropiado y malgastado todo lo que era mío, sino que lo único que me has dado en toda tu vida a cambio ha sido humillación y rechazo. No tienes derecho a exigirme gratitud.

─Me casé contigo esperando encontrarme una mujer de verdad, con cualidades respetables, dispuesta a tener hijos y honrar su matrimonio, no una histérica ni una enferma mental.

Johannes había alcanzado a Venice mientras hablaban. El corazón de la mujer bombeó con fuerza al escucharlo, pero ya había decidido que ningún ataque a su intimidad, a su forma de ser, o a cualquier cosa que tuviera que ver con ella iba a permitir que le afectara. En aquel instante tuvo la certeza de que esa sería la última vez que Johannes Winter le haría daño.

Se giró de nuevo hacia el hombre, y éste se encontró con una expresión muy distinta a la que se había esperado. No vio ningún rastro de aflicción, ni de arrepentimiento ni de tristeza por las palabras dañinas que le había lanzado para amedrentarla. Venice se obligó a pensar en todas las veces que él la había forzado, que la había humillado delante de todo el mundo por su "problema", que había antepuesto sus deseos a los de ella, que le había dicho que no era una mujer en condiciones. Fue él quien se sintió intimidado por aquel semblante rebosante de ira e inmunidad.

─Eres lo peor que me ha pasado en la vida.

Aquello era lo último que Johannes esperaba oír, y se sorprendió a sí mismo afectado por las palabras de una mujer cuya opinión nunca le había importado.

Estaban uno frente al otro, odiándose mutuamente.

─No, no , no. No sabes nada del mundo ni de las personas. No tienes... ni idea... de lo que soy capaz... Puedo destrozarte la vida si quisiera ─le advirtió arrastrando las palabras con voz siseante.

Para su sorpresa, en el rostro de Venice irrumpió una triste y punzante sonrisa, la cual dio paso a las lágrimas que empezaron a rodar por sus mejillas.

─Ya lo has hecho.

Johannes compuso una mueca de rechazo y le aguantó la mirada varios segundos más. De repente, Venice sintió una enorme fuerza en el brazo que tiraba de ella. Intentó zafarse de él por todos los medios. Gritó y golpeó cuanto pudo, haciéndose también daño a sí misma en el forcejeo, pero Johannes la arrastró impasible hasta la entrada. Abrió la puerta de par en par sujetando aun a Venice con un brazo y acto seguido la empujó a la calle. Cerró la puerta tras ella y echó todos los cerrojos, como si así fuera a evitar que entrase en la casa cualquier recuerdo de su mujer.

Venice sintió el irrefrenable deseo de levantarse y aporrear la puerta hasta tirarla abajo, gritarle, insultarle con todo el odio que llevaba reprimiendo desde el primer día que le conoció. Sin embargo, se recompuso, fijó la mirada por última vez en la que solía ser su casa y alzó la cabeza. En el silencio de la noche sólo se escuchaba su respiración entrecortada, que auguraba un antes y un después entre la persona que permanecía a un lado de la puerta y la que estaba en el otro.

Ella dio unos pasos hacia delante. Johannes los escuchó atentamente desde el interior de la casa, al tiempo que se le paraba la respiración. Y ya no oyó nada más. Volvió a su habitación e intentó ignorar la inquietud que persistía en su cabeza, sin saber si la mujer finalmente se había ido o no.

Venice se alejaba de aquel lugar con una oleada de seguridad y decisión en su mente que no había experimentado en toda su vida.

FAREWELL (NovelaTerminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora