"Un Celestial Ocuro"

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Una figura majestuosa recorría esa calle, la cual, llamaba la atención de múltiples ángeles que transitaban por ahí

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Una figura majestuosa recorría esa calle, la cual, llamaba la atención de múltiples ángeles que transitaban por ahí.

— ¿Qué hace aquí?

— ¿Por qué está aquí?

La mayoría se detenían y miraban por lo bajo al ser que caminaba tranquilamente entre ellos.

Alguna que otra ángel se maravillaba por su belleza, pero los ángeles masculinos, solo lo veían con recelo y envidia.

El joven movió sus iris violetas ante lo que sucedía a su alrededor y solo se dedico a mostrar una sonrisa provocando que aquellas miradas de inmediato se espantaran y sus dueños volvieran a seguir su camino.

Sus mechones cortos blancos brillaban por la luz y esas vestimentas negras con blancas ajustadas, pero bien pulidas, hacían que su figura resaltara más entre esos ángeles menores.

— ¿Pensé que el príncipe estaba con Dios? ¿Entonces por qué él está aquí?

Eso era inevitable. Aunque mostraba una sonrisa o los veía, otra vez volvían los murmullos de algunos ángeles chismosos.

Cruzó ese lugar, mirando cada parte, pero al no encontrar nada, continuaba adelante.

— Ahora... ¿Dónde se metió?

Sus violetas miraban cada parte de los edificios y el inmenso jardín, hasta que estos violetas reflejaron una figura negra que se escondía entre unos arbustos a la lejanía.

Sonrió y de inmediato se aproximó donde esta, y con rapidez, la agarro.

— Pequeño gusano escurridizo...

La serpiente negra al verlo se atacó, movió su cola frenéticamente y negó con su cabeza cerrando sus ojos por el miedo que le daba ese joven.

El celestial de tres pares de alas blancas solamente sonrió con calidez pero apretó más a la pequeña criatura para obligarla a que se enredada en su brazo.

— Ya es la quinta vez que lo haces. Otra más y te voy a disecar.

Al escuchar eso, el pequeño reptil de inmediato asintió y negó con rapidez queriendo decir que no volverán a hacerlo.

— A mi no me engañas.

El albino lo apretó y movió su otra mano para darle un pequeño toque. La serpiente al sentir la otra palma, de inmediato se enrolló en la muñeca que lo agarraba y disminuyó su tamaño junto con su estado orgánico a uno sólido.

Ahora es un simple brazalete de serpiente.

Al ver que finalmente ese pequeño ser volvió a esa forma, suspiro. Se reincorporo y volvió a caminar pero esta vez siguiendo el camino de donde había provenido.

Observó con tranquilidad su alrededor, ignorando todos aquellos que nuevamente lo veían y se preguntaban a sí mismos el porque de su presencia.

Eso es bueno, al menos esos seres no habían visto al pequeño reptil ónix, ya que sino, no estarían hablando solamente de su presencia.

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