𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬

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Salvemos al mundo.

Era inevitable. De una manera u otra, volvía a esa noche. Nuestros cuerpos se pegaron. Parecíamos ser sin duda el centro de atención. Me estaba riendo, me estaba riendo tanto porque estaba apenada de que todos me miraran en medio de este lugar. Sonreí, sintiendo como Porco me guiaba de una manera sutil, me daba vueltas y vueltas, me hacía sonreír, pero en medio de esa felicidad tan grande que me hizo sentir, algo más me agobio. Me aferré a su cuerpo, en esa melodía tan lenta. Sentí su mano en mi espalda, su mano estaba entrelazada con la mía y mi cabeza estaba en el hueco de su cuello. Pero, ya no estaba. Se había ido, su cuerpo y el mío se separaron, la continuidad me llevó a verlo ahí, inclinarse ante la boca de un titán puro que mantenía el alma genuina de un niño que queríamos. Abrí mis ojos, sentí como humedecidos dejaron derramar lágrimas luego de ese sueño, proveniente de un recuerdo amargo que recorría mi garganta hasta calentarla. Me levante de una manera delicada, el suelo tambaleaba aún y a las afueras, se veía la noche caída en el cielo, abrazándonos a todos. Restregué mis ojos llorosos. Sentía un vacío, un horrible vacío que no podía llenar. He perdido tanto, que ya no sé qué más esperar, porque todo lo que amo, se me ha ido de las manos.

Levante la mirada. Reiner dormía profundamente, podía ver su pecho subir y bajar, arropado por una sabana, podía ver como aún lado suyo yacía una cesta de comida. Quizás, Gaby pudo haberla dejado para nosotros, pero ella no estaba rondando por aquí y eso, me preocupaba. Me levante, analizando el hecho de que Falco ya no era un titán puro y que también, debía estar en algún lugar de este distrito. Con vagues camine en sigilo, digiriéndome a la puerta abierta de esa habitación que me llevo a un baño, restregando mi rostro con tibia agua para amarrar mi cabello en una alta coleta. Mirándome en aquel espejo fraccionado, podía ver cómo me deterioraba. Lo sentía, no faltaba mucho, podía sentir el cansancio y peso en mis hombros, iba a morir, pero no de esta manera. Observe a Reiner, aún recostado. No hice nada más, solo salí por la puerta en la noche fría. Todo debía ser un caos, tanto las personas como el pueblo, pero sin duda alguna, nada peor que los continentes que despertaran con el retumbar en la orilla de sus mares. Habían escombros en el suelo, envueltos de polvo y tierra, mientras que seguía sintiéndose el tambaleo debajo de mis pies. Parecía una pesadilla, una que jamás creí ver y ahora, estaba justo aquí, frente a mi.

—No te muevas.—me helé ante escuchar su voz, sintiendo una fuerte presión en mi nuca.—Por favor, simplemente no lo hagas.—volvió a pedir.

—Estoy desarmada.—excuse, quedándome quieta en mi lugar, para ver más adelante una sombra moverse a la iluminación de la luna.

—¿De qué lado estás?—la voz de Laia se dirigió a mi, ella yacía atrás, apuntándome con una hoja, mientras que Mikasa estaba de frente, mirándome.—Necesitamos saberlo.—insistió, en un tono frío.

—Ya lo saben.—respondí, separándome suavemente de ella, levantando las manos para dejar saber mi calmada posición, ambas me miraban con seriedad.—¿Dónde está Armin? ¿Dónde están los demás?—pregunté, fría.

—Connie partió a su pueblo.—respondió Mikasa.—Se llevó al niño de Marley que obtuvo el poder del titán mandíbula, con el fin de que su madre lo devore. Tanto Armin como la niña que mato a Sasha, han ido a buscarle.—comentó, por lo cual asentí, colocando todo mi peso encima de aquella pared, viendo a esas dos mujeres mirarme con una brutal desilusión en sus ojos.

—No voy a pelear con ustedes.—expresé, cruzándome de brazos.—Nunca fue tampoco la principal intención.—esclarecí, mirando algún punto fijo que no fueran ellas.

𝐁𝐄𝐓𝐖𝐄𝐄𝐍 𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍── 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora