quince

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Busca a tientas sus llaves tres veces cuando está en su puerta, únicamente porque los nervios comienzan a vencerlo.

Lo que Hoseok le había dicho no pasa desapercibido: no puede evitar pensar en las palabras una y otra vez, permitiéndoles alimentar su mayor temor de lo que hay detrás de su propia puerta.

A decir verdad, la idea de que Min arruine todo su apartamento no le molesta. Puede reemplazar los jarrones rotos y comprar alfombras nuevas para colocarlas en el piso en lugar de las sucias. Puede comprar platos nuevos, cortinas nuevas e incluso cojines nuevos para su sofá.

Pero la idea de que Min se lastime a sí mismo, o de alguna manera logre escapar y le pase algo...

Ese pensamiento le irrita, hasta la médula. No quiere que su nuevo compañero sufra ni un poco, y prefiere correr todos los días de la semana con un traje ajustado que saber que el gato ha vuelto a las frías y desalmadas calles, vagando y buscando refugio.

Entonces, cuando abre la puerta, ni siquiera se quita los zapatos. Tira su bolso y sus llaves en algún lugar y no presta atención al tintineo que hacen cuando caen al suelo, inspeccionando inmediatamente el área con ojos temblorosos.

Nada... se ve diferente a como lo que dejó.

Deambula por la cocina, revisa debajo de la mesa en la sala de estar, incluso se inclina detrás de la televisión y debajo del sofá solo para asegurarse. Revisa cada rincón antes de respirar hondo.

—¡Min!

El apartamento se queda en silencio como respuesta durante unos segundos, antes de que se escuche el chirrido de la puerta de su dormitorio al abrirse.

Sale el gato en cuestión, caminando a paso lento y con los ojos caídos.

Jeongguk exhala.

—Hola, bebé. —le llama, arrodillándose y ofreciendo sus brazos abiertos. El gato toma el movimiento silencioso como un permiso en cuestión de segundos, saltando a sus brazos con un movimiento ágil. Jeongguk se enrosca en torno a él, sentándose con las piernas cruzadas, el gato enterrado profundamente en su abrazo. —Te extrañé mucho cuando me fui. En serio.

El gato maúlla, tan suave y silencioso que Jeongguk casi se derrite de amor. Elige creer que Min está diciendo: "Yo también te extrañé, bienvenido a casa".

Su ilusión egoísta se ve aún más reforzada por la forma en que el gato se estira, enganchando sus pequeñas patas en los hombros de Jeongguk y tirando como si quisiera devolverle el abrazo.

Se ríe con todo su cuerpo, demasiado encantado para su propio bien. Es una locura como este pequeño animal, que de repente entró a su vida, puede hacerlo sentir tan cálido.

—Sabes, tuve que correr mucho hoy. —murmura contra el pelaje de Min, suspirando para sí mismo mientras acomoda al gato. El animal tampoco parece muy complacido con el movimiento, tratando de volver al regazo del chico. Tiene que apartarlo lo suficiente para que se pueda poner de pie, y para entonces Min ya ha empezado a manosear sus zapatos.

—Lo siento, bebé. —se disculpa con tristeza. —Tengo que ducharme y ponerme un pijama. Te prometo que después de eso podemos cenar juntos, ¿de acuerdo? Solo espera un poco.

Min maúlla con fuerza, y Jeongguk no puede decir si es una aceptación o una réplica, pero no importa tanto, porque el gato le sigue obedientemente en cuanto se aleja.

LONELY [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora