Capítulo XII

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Inexplicable
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Cuarenta días hubieron de transcurrir, desde que Franky logró exitosamente poner a dormir a  (Tn) en su sueño criogénico. El mencionado pasaba al pendiente del funcionamiento de la maquinaria al igual que Chopper revisaba constantemente que todo estuviese en orden con ella.

Quien más tiempo pasaba al lado de la susodicha —sin siquiera proponérselo—, era Zoro.

Él continuaba usando el gimnasio del observatorio para llevar a cabo sus diarias rutinas de ejercitación.

A veces, casi podía sentir que era observado pero, sabía que era tonto el solo pensarlo porque no había manera alguna de que (Tn) estuviese consciente detrás del cristal.

Sin notarlo, había desarrollado una costumbre de pararse frente a la cápsula para mirarla durmiendo. Se preguntaba cuándo estaría todo listo para que la despertaran.

Le parecía que ella se veía como una muñeca de porcelana, y acababa sacudiendo la cabeza cada vez que esa idea le surgía de la nada.

«Tenemos algo pendiente», era lo que murmuraba en cada una de las ocasiones, antes de darse la media vuelta para continuar con la rutina.

Por las noches, cuando debía vigilar mientras todos dormían, se distraía mirando a (Tn) a través del cristal porque era lo único que resplandecía dentro del observatorio. De alguna manera, relacionaba la tenue luz azul con la que contemplaba en el cielo estrellado allá afuera. Le resultaban tonos similares.

Una noche de tantas, Zoro se quedó por largo rato observando perdido en sus pensamientos. Notaba que el bronceado de la piel de (Tn) estaba desapareciendo. Creía que quizá se debía a la falta de sol de cada día.

Ladeó la cara mientras recorría con la vista lentamente cada facción.

Un bufido acompañado de una sonrisa se le escapó tras rememorar lo desafiante que ella lucía y esa mirada cargada de altanería que ésta le lanzaba en su primer encuentro.

Recordó que técnicamente lo llamó «débil».

Hacía tanto que no sentía esa rivalidad y curiosidad hacia una mujer. Era la segunda chica que despertaba ese tipo de emociones en él.

—No creas que dejaré de entrenar solo porque tú duermes —murmuró sonriendo de medio lado, de modo altanero y confiado—. Espero que no me culpes cuando pierdas ante mí.

Se tornó serio súbitamente cuando le pareció notar una leve curvatura en la boca de (Tn). Parpadeó en repetidas ocasiones y se acercó a pulgadas del cristal. Vaya, era su imaginación jugándole una broma.

Dio tres apresurados pasos hacia atrás alejando ambas manos de la tapa de la cápsula cuando fue consciente de lo próximo que se hallaba a la cara de (Tn).

Miró la base de dicho objeto en el piso y pensó, que gracias a esa altura era que ella lograba estar al nivel de sus ojos.

La llamó «enana revoltosa» en sus adentros.

No, no era tal cosa.

Si la veía detenidamente, añadía ese color rubio del cabello, la tersura de la piel clara y la belleza de sus rasgos, a una lista en que imaginariamente trazaba una pequeña línea en cada una de las características para finalmente determinar, que (Tn) parecía un hada. No era fea como le dijo a Sanji en aquella ocasión.

Se dio una palmada en la frente sintiéndose estúpido. ¿Desde cuándo se había vuelto una desagradable copia de Sanji?

Suponía que tan sólo el «maldito cocinero» pensaría de ese modo.

Lost in Love ━━ [En curso] 《8》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora