Capítulo IV

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La nueva era contra el legendario león dorado
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Una semana después del encarcelamiento de Kinjishi no Shiki, el mundo sería sacudido por las últimas palabras del rey de los piratas.

—¿Mi tesoro? Si lo queréis, dejaré que sea vuestro. ¡Buscadlo! —vociferó desafiante—. ¡Lo dejé todo en ese lugar!

Los cielos se ennegrecieron y comenzó a llover llevándose las lágrimas de Buggy y Shanks que ocultos entre la gente, fueron testigos de la ejecución de su capitán.

La marina esperaba que la muerte de Roger, el rey de los piratas, quebrara su voluntad pero las palabras de éste fueron el estruendo que dieron inicio a la nueva era.

Muchos de los influyentes en el mundo de la piratería tales como: Ten Yasha Donquixote Doflamingo, Gecko Moria, Dracule Mihawk, más conocido como Taka no me Mihawk, y Sir Crocodile, estuvieron presentes en aquel suceso que lo único que hizo fue encender sus espíritus y su ambición por la gloria.

La noticia fue esparcida en todo el mundo, llegando hasta una isla del South Blue conocida como Baterilla, donde una mujer se vio forzada a retrasar su estado de gestación para proteger lo último que quedaría del rey de los piratas.

La gente comprendió que una era oscura se avecinaba, pero nada podían hacer para impedir la serie de sucesos que se desencadenaron y que acabarían entrelazando sus caminos en una sola línea que conllevaría a otra gran guerra igual que la sucedida hacía mucho, antes del siglo vacío. Pero esa, era la cara de otra historia.

Por el momento, en el nivel seis de la prisión de Impel Down, Shiki, cuya libertad era suprimida por grilletes en manos y pies asegurados en las frías baldosas, escuchaba atento la revolución que se había desatado a causa de la muerte del rey de los piratas.

Estaba indignado. No concebía que debiluchos aclamaran a voces el inicio de una nueva era.

—Roger, ¿por qué has muerto? —gruñó en la oscuridad de su celda. Estaba golpeado, cubierto de sangre. Había perdido varios dientes en las palizas diarias que le propiciaban los guardias como parte del tormento—. Ridículo. Los caza tesoros, y los pirata cabeza hueca... sólo serán una molestia para los mares. ¿Llamas a esto «nuestra era»? Los piratas son los reyes del mar. Algún día les haré entender eso.

Y entonces dos años después, la leyenda de la gran prisión se derrumbó cuando se le comunicaba al alcaide que el león dorado se había escapado.

El alcaide pidió el reporte completo y cuestionó lo sucedido: ¿qué había pasado con los grilletes de kairouseki? ¿Shiki se había soltado? ¿Así nada más?

—No. No se las ha quitado —explicaba un hombre haciendo el saludo militar. Su nombre era Magellan. Años mas tarde, él sería el nuevo alcaide pero por el momento, tenía un rango más bajo—. Se ha cortado sus propias piernas —explicó sin acabar de creérselo.

Los soldados que se desplazaban por los pasillos no tenían idea de que en realidad, Shiki aún estaba dentro de las instalaciones, allá escondido en la oscuridad del techo. Ignoraban que logró que un torpe guardia le dijera dónde estaban sus katanas: Outou y Kogarashi.

—¡Qui-qui-quiero un asenso! —gritó el tipo que usaba un ureo en la cabeza. Tenía cuernos en la frente—. ¡Ah, quiero decir...! ¡Shiki!

—Lo lamento por ti, pero me largo ahora mismo —dijo Shiki desde una de las vigas del techo mientras le daba caladas a su puro. Vestía traje de reo, a rayas negras y blancas. Desde arriba goteaba su sangre—. No necesito mis piernas, puedes quedártelas —enmarcó un gesto diabólico y añadió—: ¡Gracias por cuidar tan bien de mí en estos últimos dos años!

Lost in Love ━━ [En curso] 《8》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora