Capitulo 43

2 0 0
                                    

   El primero que se me cruzó resultó ser alguien que Shiro detesta. Estamos a mano, entonces, porque la rubia me cae pésimo.

  Es domingo. Ayer fui a bailar. Me puse una camisa roja, que me hizo la amiga de Ringo. Fuimos otra vez todas juntas. En casa no pueden creer que estoy saliendo más. Les gusta. Sobre todo a Ringo que se empeña en arreglarme todo lo que puede. Ayer me hizo un peinado espectacular. Como unas trenzas en el pelo, desde la frente hasta mitad de la cabeza y el pelo después lacio.

  Nunca había ido así a bailar. No digo por lo linda, así me refiero a una actitud completamente diferente a lo que es común en mí. Iba con la clara idea de no quedarme sentada en esa tarima. Iba a bailar, a sentirme linda sin vergüenza. Y estaba más linda, todas me lo dijeron. Me dijeron que más flaca. Todo el mundo asocia flaca a linda. Pero no es verdad.

  Cuando llegamos, el primero que se me cruzó fue un chico al que le volqué parte del vaso de coca encima. Me han pasado cosas por mi torpeza, pero ¡semejante papelón! El chico se sacudió la camisa mojada y se rió. Se rió. Yo pensé que me iba a decir: "¿Qué haces, gorda? ¿Por qué no miras por dónde caminas?". Pero me miró y me dijo: "Bueno, por lo menos ahora vas a tener que convidarme un poco de lo que te quedó".

  Le di. Tomó un trago. Se sacudió otra vez la camisa blanca que había quedado con una enorme mancha. Le pedí perdón. Y me invitó a bailar, sí, a mí, a Siren Hikari. Y bailé. Tenía muy clara mi intención de bailar con el primero que se me cruzara. Las caras de las chicas me resultaron graciosas cuando les dije que iba a bailar porque eso nunca había pasado. Nunca. El chico era un poco más alto que yo, castaño, de pelo corto y ojos marrones claros. Nos pusimos a bailar y a charlar y me pareció muy simpático. Me hizo reír bastante. No me sentí incómoda, ni me acordé de mis caderas. Todo hasta que apareció Shiro bailando en el otro extremo de la pista con la rubia. Y me vio. Y se le transformó la cara. Y yo lo saludé con la mano como si nada. Me hizo un gesto con la cabeza. Poco diálogo hemos tenido en estos días desde que me enojé con él. En realidad fueron unos mails cortos. Al rato de estar bailando con el chico, que se llama Minamoto, apareció Shiro de la nada. Lo saludó cortado y me susurró al oído: "Seiren, este pibe es un tarado". Le sonreí a Minamoto mientras le decía a Shiro: "La chica que está con vos también, y no te ando molestando por eso".

  Shiro me miró asombrado, lo taladró con la mirada a Minamoto y se fue con la rubia de la mano. La verdad es que ni me importó lo que pensara de Minamoto. En otro momento hubiese pensado que si Shiro me decía eso, era verdad. Pero enojada como estaba, desconfiaba mucho de la opinión de Shiro. Y de hecho, por más tarado que fuera, el chico tenía la mejor onda conmigo. Parece que el problema, por lo que me contó Shiro, es que hubo una discusión entre ellos por un partido de Voley, porque él juega en un club y Shiro en otro. A mí Minamoto no me pareció ningún tarado sino todo lo contrario. Debo confesar que por un momento me olvidé de que estaba Shiro por ahí.

  Nosotros seguíamos bailando hasta que nuevamente apareció Shiro y me dijo si podíamos hablar. Lo miré a Minamoto, le dije que me disculpara y subí a buscar un sillón para sentarme con Shiro a ver qué era lo que quería, pesado como estaba.

  Nos sentamos, estaba enojado. Me preguntó por qué seguía bailando con el chico si me había dicho que era un tarado. Le dije que porque me había sacado a bailar y era la primera vez que un chico me sacaba a bailar.

  "No es la primera vez", me dijo. "Sí, pero vos me sacaste de amigo, y él porque le interesé, por lo menos, para bailar como chica", le contesté. Me dijo qué tenía que ver que me saque a bailar, si no confío en él. Que no, le dije, que si tuviera más criterio no estaría con la rubia.

—Pero me gusta.

—Y es una tarada.

  Le conté lo del baño para que creyera nomás lo que le había dicho. Y le pregunté si tenía algo así que decirme en contra de Minamoto. Me miró fijo y me dijo: "Bueno, pero tampoco porque te sientas tan mal está bien tirarte encima del primero que se te cruce".

  Lo miré, me levanté y me fui. Me ardía la cara. El pecho. Me zumbaban los oídos. Solo quería irme de ese lugar. Es la primera vez en mi vida que me levanto y me voy sola. Les dije "chau" a las chicas y no les di tiempo a preguntarme nada. Saqué la campera del guardarropa y salí.

  El aire fresco me despejó la cara. Qué se creía el muy imbécil. Se creía que tenía derecho a opinar, yo no decía nada de con quién estaba él. Además, ¿qué tiene que ver cómo uno se sienta? Sí, no me siento preciosa, pero me trató de necesitada. No sé, me cayó mal lo que me dijo. Me pareció injusto. Caminé despacio por la calle esperando ver aparecer un taxi. Además tenía ganas de llorar. Muchas ganas de llorar.

  De repente alguien tocó bocina, miré para el costado y lo vi a Minamoto en un auto.

—Subí que te llevo —me dijo.

Y subí. Me preguntó dónde vivía.

—Alguien se puso un poco celoso hoy, ¿no? —me miró y sonrió.

—Nada que ver, somos amigos.

—Haceme caso, Seiren, se puso celoso.

  Minamoto volvió a sonreír y siguió manejando hasta casa hablando de cualquier cosa.

  Me dejó en la puerta, le agradecí y esperó que entrara para arrancar el auto. Y acá estoy sintiéndome horrible.

  Me pregunto: ¿por qué tiene derecho Shiro a bailar con alguien y conocer chicas, y yo no? ¿Porque soy gorda quiere decir que me tiro encima del primero que se me cruza?

  Si antes estaba enojada, ahora estoy mucho más. Además, el único que se portó como un tarado fue Shiro. Ojalá pronto, muy pronto, deje de sentir lo que siento por él.

Somos Así (Diario De Chicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora