Capitulo 8

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  Por suerte llegué del colegio y no había nadie en casa. Tengo  un nudo en el medio de la garganta. Todo porque no encontraba el aro izquierdo que se me había  caído en el recreo y esperé a que terminaran las clases para buscarlo. Las chicas se fueron para el gimnasio. Y yo me quedé ahí sola. Cuando lo encontré, y salía por el pasillo, me crucé con Ren y los amigos. Siempre me cayó mal ese pibe, siempre. Pero el otro día habíamos estado con ellos en el boliche. En realidad, el estuvo charlando con Keiko. Keiko charlo un poco y listo y después se fue a bailar con otro chico que había conocido el sábado anterior. Bueno, me lo crucé con los otros dos que están siempre con él. Lo saludé. Nada de beso. Solo "Hola". Y él, sonriendo, me dice: "Hola, tarada".

  "Tarada". Pasé por delante de ellos mientras sentía que el corazón me latía a mil. Y bajé las escaleras. Y me gritó "Seiren, afloja con los dulces". Y en mi desesperación por desaparecer rodé por toda la segunda parte de la escalera mientras los escuchaba reírse en el descanso, a carcajadas. Ni mire para atrás, quedé de rodillas en el piso. Con todo el cuerpo doliéndome. Habrán pasado segundos hasta que me empecé a levantar. Y de golpe siento una mano apoyada en mi hombro.

  -¿Estás bien?- Me preguntó el amigo del idiota. O sea, otro idiota. A mí ya se me estaban cayendo las lágrimas. No le contesté porque pensé que me estaba tomando el pelo. Lo miré. Me acuerdo de que era el morocho. Lo miré y me fui. Y cuando me fui, los otros dos se seguían riendo. Y me vine medio corriendo, medio caminando. Llorando. Por eso, mejor que no estén ni Ringo, ni mis padres. Por suerte. Porque ahora tengo los ojos todos colorados. Y cuando lloro se me hinchan la cara. Y todos se dan cuenta.

  Y me siento como el culo. Además, perdí mi pulsera ahora. La azul. Y tengo las rodillas raspadas. Y me van a salir moretones por todos lados. Y me duele todo, todo.

  A veces me encantaría ser flaca y hacerles callar la boca a todos. Que los estúpidos que se burlan quedaran helados, ahí mirándome. Por todo el mundo piensa que si adelgazara un poco sería muy linda. Yo también lo sé. Digo, no sé si muy linda. Pero linda,sí. Me podría poner la ropa que se ponen todas. Un montón de cosas. Malla, por ejemplo.

  Es un imbécil ese Ren, ¿Qué me tiene que venir a agredir, si yo nunca le hice nada? ¿No tiene mejor cosa que hacer? No es de mi curso. En realidad nunca en el colegio me pasó algo así. En la calle, menos. Por eso me parece raro, si ni me conoce. Por ahí de bronca no más, que Keiko no le dio ni bolilla. Y ahora menos que menos. Porque seguramente es a la única que le voy a contar lo que pasó.

  Y si todavía estamos planeando la venganza contra los del boliche, ni me imagino las cosas que le pueden ocurrir a Keiko por esto. La verdad  es que a veces me dan unas ganas impresionantes de romperle la cara a trompadas a más de uno.

Somos Así (Diario De Chicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora