Capitulo 45

6 0 0
                                    

  Esperé solo un rato a que salieran los chicos del otro curso apoyada contra la pared. Finalmente salieron. Shiro me dio un abrazo y saludó a los amigos. Empezamos a caminar para el lado de la plaza. En primer lugar, me pidió perdón. Y me dijo que él se preocupa por mí, que sabe cómo soy y que no quiere que nadie me lastime. Y por eso se preocupó el sábado. Tiene su coherencia el argumento, dentro de todo.

  Me dijo que Minamoto no es para mí. Y eso me dio risa.

—¿Y la rubia esa, es para vos?

—No sé, pero ese Minamoto, Seiren, no me parece.

—¿Y vos cómo sabes quién es para mí?

—Otro tipo de persona.

  No le dije nada más, porque ni él sabía lo que me decía.

  Llegamos a la plaza, nos sentamos en el mismo banco que la primera vez, cuando habíamos ido con los perros. Bajo el árbol. Shiro estaba serio y eso no es muy común en él. Y yo estaba más Seiren que nunca. O sea ni tímida, ni callada, nomás. Y estaba enojada.

  De golpe me empezó a hablar de la primera hoja de mi cuaderno. Me dijo que no entiende lo de los chicos, porque soy muy linda y que confíe en su gusto. Entonces me pidió que le creyera que yo era linda. Y que no hacía falta que fuera flaca para ser linda. Que lo era. Que era inteligente, que lo hacía reír, que tocaba muy bien el piano.

  Yo estaba roja como un tomate. Pero como un tomate en serio. Que tenía que aprender a soltarme más. Porque casi nadie me conocía verdaderamente.

  Shiro miraba para adelante. O sea, no me miraba a los ojos. Yo también miraba para adelante. Pero en algún punto de su discurso lo empecé a mirar a él. Su oreja, el pelo lacio, las pestañas largas. Y él sintiéndose observado giró su cara y me miró. Nos miramos.

  Teníamos las narices a tan poca distancia que pensé que con un leve movimiento podíamos rozarlas. Pero lo más impresionante eran los ojos.

  Mis ojos, los suyos.

  Mis ojos en los de él. Sus ojos tenían mi cara dentro.

  "Te quiero", me dijo.

  Y me dio un beso.

  Me rozó los labios. Y lo único que sentí fue una cosquilla en la panza.

  El me besó. Porque yo estaba paralizada. Y empecé a tiritar, pero no de frío, sino de nervios.

  Shiro me seguía mirando con los ojos medio grises. ¿O eran mis ojos? Me sacó el pelo de la cara. Y me dio un beso en serio.

  Mi primer beso.

  Después me miró y me volvió a decir: "Te quiero".

  Y yo estaba muda. Y tenía tantas cosas para decirle pero no podía mover los labios. Tampoco tenía las ideas en orden.

  Shiro me agarró las manos entre las de él. Mucho más grandes que las mías. Y así se quedó. Mirando para otro lado. Y yo intentando hablar. No pude.

—¿Estás bien? —me preguntó.

—Bien, sí.

—Y a vos, ¿qué te pasa conmigo?

—¿De qué? (¿Cómo pude preguntar de qué?)

—De esto.

—Que yo también te quiero.

  Miró el reloj y me dijo que se tenía que ir. Que me acompañaba a casa. Fuimos de la mano.

  Shiro y yo de la mano por la calle. No hablamos. El también estaba nervioso. Muy. Llegamos a la esquina de casa.

  Me dio otro beso. Más como el primero que como el segundo y se fue. Vi que saco un caramelo. Yo también quería uno, pero me fui para casa.

  Hablé con Keiko por teléfono. Estaba como loca, me dijo que dentro de un rato viene para casa a charlar.

  Estoy nerviosa. Angustiada. Contenta. Me duele la panza. No puedo ni un minuto dejar de pensar en lo que pasó.

  También tengo miedo de lo que pueda pasar. Somos re distintos en un montón de cosas, yo no me imagino saliendo con él y sus amigos. Si bien me imagino estando con su familia, compartiendo ese tipo de cosas.

  Ahora espero que me llame.

  No lo puedo creer. Shiro Tanaka me dijo que me quiere. Que me quiere a mí, justo a mí. Ya no estoy enojada. Nunca quise a nadie como lo quiero a él.

Somos Así (Diario De Chicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora