Capitulo 41

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  Ha sido un día complicado. Hace un rato que volvimos del club, de almorzar con los tíos y oh, sorpresa, cuando llegamos ahí, estaban la familia de amigos de mamá muy instalados en la mesa. Dice la tía que mamá se enojó porque nuestra cara fue muy evidente. Que tampoco la pavada, que ella entiende que esta gente (a ella tampoco le caen muy bien) no nos convenza pero que debemos hacer un esfuerzo por mamá. Un esfuerzo para que no esté más con ellos vamos a hacer. Le dije a la tía que lo lamento, que falsa no soy. Que deberían estar contentos. Me miró con cara de "¿De qué hablas ?". Me dijo, nos dijo, porque lo agarró a Ringo también, que hay que aceptar la decisión de mamá, que ella no está llevando a sus amigos a casa, que agradezcamos que los lleva solo a un almuerzo. Pero es que yo, creo que Ringo piensa lo mismo, agradecería si no existiera esta familia junto a mamá. Y pensamos que los almuerzos con los tíos no deben ser invadidos por estas personas que solo hablan de negocios, de ellos mismos todo el tiempo. No es que no quiera que tenga amigos, esos amigos son súper desagradables. Y esos hijos. Un espanto. Para colmo, mamá se hace la víctima. "Yo las crié y mira cómo me pagan". "No sé qué hacer". "Pobre de mí", es su actitud permanente. Mamá, además de linda, es inteligente. ¿Por qué, me pregunto yo, no se busca unos amigos más afín? Incluso en el auto se dio vuelta en un semáforo en rojo, asustando a papá, y nos dijo: "¿Qué quieren, unos como Maiko y su madre, unos amigos así para mí?". Y dale con Maiko. Hace un millón de años que no está y siempre tiene la culpa de todo. Creo que se portó horrible, se sigue portando mal con nosotros pero tampoco tiene la culpa de todas las desventuras de mamá con los amigos y de que a nosotras no nos guste esa familia. Que además le ha dicho a mamá que somos muy caprichosos, que nos tendría que tener más cortitos. Estoy entrando en algo peligroso, detesto a esas personas. Pero de verdad detesto que unos desconocidos vengan a meter en la sombra a mamá y opine de nosotros y de nuestra vida. Y es así porque mamá lo permite. Pero con Ringo no pensamos dejar que se aproveche o se meta. Bastante bien estuvimos sin los amigos hasta ahora como para que quieran venir a poner orden.

El sábado nos juntamos con las chicas a tomar mate en lo de Kaori. Como ya está empezando a hacer calor nos quedamos en el patio, sentadas debajo de la enredadera que está en el fondo, charlando de la vida. Queremos arreglar el mundo. Siempre. Me encanta charlar con ellas. Y escucharlas. Les conté del viernes, de la visita inesperada. Les dio risa que no me diera cuenta de que a Shiro sí o sí, todas están de acuerdo, le pasa algo conmigo. Keiko, que se está pareciendo a Saori, me dijo que ni él sabe lo enamorado que está de mí. Que eso le da ternura. Me da risa que opinen sin conocer, pero debo soportarlo porque he opinado muchas veces de la misma manera. Les expliqué que piensan eso porque si un chico hiciera con ellas las cosas que Shiro hace conmigo, sin dudas estaría enamorado, esas cosas les pasan a mis amigas y no a mí. Al final les terminé contando a Saori, Akane y Kaori que pienso que estoy enamorada. Dijeron que les encanta la pareja que hacemos. A mí me parece despareja en muchos aspectos.

  Quedamos en ir a bailar esa noche. Todo un tema, ir a bailar cuando se viene el calorcito porque no solo que una no tiene ropa, sino que se saca ropa y a mí no me gusta en absoluto esa etapa de mostrar los brazos, sacarse la campera que tapa la cola. Ando de manga larga hasta que me siento mal. Y debo sacarme algo. Todos en remera y yo con campera. Me preguntan: "Seiren, ¿no tenes calor así?". "No, no sé qué me pasa, estaré destemplada", les contesto mientras pienso "sí, me estoy muriendo de calor pero no me gusta mi cuerpo y si me saco la remera, se me ve". Ni hablemos de la playa, hace exactamente dos años que no piso una playa. No es que me pongo remera larga y short. Me quedo en el departamento. Invento excusas. Tampoco voy a piletas, las chicas viven enojándose porque no voy y piensan que es porque no me quiero mover. No voy a piletas porque me da vergüenza que me vean en malla. Es así. O sea, que cuando se acerca el verano ir a bailar se complica.

  La noche del sábado fue un problema encontrar ropa para ponerme. El pantalón negro obvio, y al final encontré una remera, suelta, de manga larga de Ringo que me entró. Me pinté, me dejé el pelo suelto. Me puse unas sandalias con poco taco. Y al final me pasaron a buscar las chicas.

  Llegamos más tarde de lo habitual porque, como íbamos las cuatro, siempre nos demoramos un poco más.

  Claude nos esperaba en la entrada con la novia de Akane. O sea, que los seis nos fuimos a bailar juntos. Las chicas bailaban con sus novios y nosotras dos entre nosotras. Hacía un montón que no me divertía y no me soltaba tanto. Aparte la camisa de Ringo me quedaba tan cómoda y no tenía calor. Cuando voy emponchada para que no se me note tanto el cuerpo es prácticamente imposible bailar. Y a mí bailar me encanta.

  Lo vi a Shiro al rato nomás de estar ahí. Justo al otro lado de la pista bailando con la chica de pelo largo, rubia. Debía ser la misma que me había contado Keiko que había bailado con él el sábado anterior. Los observé, era una de las que están en pose. Se notaba de lejos. Y bueno, pero era linda. Y estaba muy bien vestida. Cuando ellos dejaron de bailar y pasaron cerca de nosotros para irse quién sabe a qué lugar, Shiro nos saludó y nos la presentó. Lina, se llama la rubia. Ni nos miró. Shiro solo nos saludó y se fueron para la barra. Ni me miró a los ojos.

  Un rato después fui al baño. Y me metí en uno. En ese momento escuché a una chica contándoles, seguramente a sus amigas (la charla de baño es una de nuestras características más femeninas), que había bailado por fin con Shiro. Y que él le había presentado a la gorda con la que estaba la otra vez. Que ahora que la había visto de cerca, se quedaba tranquila porque además de gorda era fea. Me asomé apenas por la rendija de la puerta y vi la imagen de la rubia reflejada en el espejo acomodándose el pantalón y la remera corta. Me encerré en el baño para esperar que se fueran. Una cobarde, lo sé, pero jamás me peleé con nadie y no me daban ganas de empezar ese día. La rubia me tocó la puerta. "Nena, ¿no vas a salir?", dijo. "No", le contesté. Y me hubiese quedado hasta el día siguiente ahí metida con tal de no verle la cara. "Hay minas boludas, ¿eh ? ", dijo enojada y se metió en otro baño que se debía haber desocupado. Cuando por un rato no sentí más su voz, salí. Me miré en el espejo del baño. Había quedado el reflejo de la rubia en mi cabeza. Flaca, alta, esbelta. Me llevaba como una cabeza. Piernas largas. Ombligo al aire. Brazos trabajados, quemados. Nariz respingada. Y al lado, yo. Más petisa, ancha, gorda, sin gracia. Piernas gordas. Ombligo tapado porque al sentarse se pierde entre los rollos de la panza. Brazos rellenos. Yo, al lado de ella, un poroto. Ni a los talones le llegaba. Dejando de lado lo imbécil (yo no podía afirmar ser todo lo contrario) y hablando solo del físico, había que reconocer que mi cuerpo... odio mi cuerpo. Decidí no volver más a bailar. Salí del baño, me senté en la tarima y no dije una sola palabra hasta que nos fuimos. Obviamente a la vuelta, como ocurrió el 99% de las veces, no tuve absolutamente nada para contar.

Somos Así (Diario De Chicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora