17. Marcaste mi corazón, ahora marca mi cuerpo

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Hermoso, glorioso

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Hermoso, glorioso. Era más que eso, tener de un modo erótico al Omega que tanto quería. Al chico del delicioso aroma a peonia y fresa. Él que era capaz de adormecer sus sentidos y hacerle perder el control.

Aunque ahora mismo no planeaba tenerlo, no cuando estaba en el paraíso. Cuando lo tenía pleno ante él, primero deseaba agradecerle a un Dios, si es que existía, por crear aquella perfección para él, agradecer a la Luna por escogerlo como compañero de esta vida y de las pasadas.

Lo amaba, lo adoraba. Su cuerpo era un manjar ante su vista. Su aroma a fresa y peonia se adueñaba de sus sentidos y su lobo se sentía demandante.

Estaba ahí, frente a él, con las piernas abiertas esperando por él, por lo que pudiera ser capaz de darle. Esperando algo más que un amor pasional, el amor carnal que deseaba. La marca que adornaría su cuello como un dulce premio.

No sería su dueño, ambos serían dueños eternos de su amor. De su propio cuerpo, ambos se pertenecerían.

—¿A-Alfa? —El llamado en un susurro, lo llevó a prestar atención y ver como el menor se sentaba y abría con cuidado el condón— ¿M-Me deja-?

Sonrió, era tierno. Y lo fue aún más cuando con cuidado colocó el condón deslizándolo por todo su falo hasta casi la base.

—Ya... —El jadeo pequeño que soltó para volver a su posición anterior, lo hizo desearlo más.

Era bello, lo sabía. Tenerlo ante él, excitado y con necesidad más fuerte que antes.

No tardó en subir a la cama tomando con cuidado sus muslos y levantándole las piernas, acomodándolas a los costados de su cadera para llevar la mano hacia el agujero húmedo de su pareja.

—Gunnie, no cierres tus ojitos.

Si, tal vez estaba tan nervioso y acalorado que fue buena idea cerrar sus ojos y esperar. Claro, hasta que su alfa le pidió que no lo hiciera y él obedeció.

Mordió su labio, al sentir la mano del mayor tantear su esfínter arrugado y mojado.

—¿Ngh?

—Quiero ver todas tus expresiones, ¿si cariño?

Deseaba grabar cada momento, grabar el brillo de sus ojos y la hinchazón de sus labios. No olvidar lo erótico que era tenerlo, quererlo y sentirlo.

—Dios... —Le provocó un gran gemido al meter el dedo del medio en su agujero necesitado. Moviéndolo, disfrutando Off, de más gemidos y jadeos de su Omega. De los ruidos que su boquita lograba sacar a través de su garganta—. O-Otro... por favor. —Le cumplió su deseo, añadiendo el dígito y observando como el menor empezaba a empujarse, sosteniendo las sábanas—. ¡Oh! ¡Off!, ahí... —Gun intentaba mantener el contacto visual, sin embargo no podía. No cuando su interior era follado por los dedos de su alfa.

Lazo - H.A #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora