9. Ríe, amo como lo haces

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El aroma a comida llegó a su nariz

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El aroma a comida llegó a su nariz. Se sentó entre las cobijas mirando alrededor y tallando uno de sus ojitos.

Apartó poco a poco las cobijas suaves admirando como toda la cama era un desastre por su culpa.

—Uhm, alfa se enojará si ve todo así. —Puchereó, bajándose de la cama y observándose a sí mismo. Tenía puesta una camisa del mayor, que le quedaba grande, dejando notar parte de su cuello y clavícula. El pantalón del pijama azul que llevaba, también era holgado—. No soy bonito. No soy suficiente, ¿y si me deja? ¿Y si después de todo me abandona como un perro sucio? —se preguntó y negó con la cabeza.

Era imposible que Off hiciera eso, porque él había defendido su amor por él, se había enfrentado a sus padres solo por querer quedarse a su lado. Solo por amarlo. Pero y si tenía la oportunidad ¿y si encontraba a un Omega bonito que pudiera ofrecerle más... una familia?

Dios, mínimo podía disfrutar el cariño que Off le diera, ahora. Al menos pegarse a su cuello y dormir a su lado hasta que se cansara.

—Te ves muy muy muy pequeño y precioso con mi camisa puesta. —La voz grave le hizo girar—. Eres adorable.

—Alfa...

—Ven, deja de pensar en cosas malas. Después volveremos de nuevo a dormir. Ahora hay que comer.

Lo tomó de la mano para avanzar, incluso enrolló la cintura pequeña para caminar con su mentón apoyado en el hombro de su novio.

Lo quería, amaba el aroma bonito que se desprendía de él. Admitía que era precioso al llorar pero no debía de dejar que lo hiciera, no si era por tristeza.

Gun era fuerte. Al menos eso le demostró mientras comía, dejando escapar risitas pequeñas, cuando el pan le dejó migajas en sus labios y sonrió por la espuma del chocolate caliente en su carita, se veía feliz.

Después de media hora, sentados en el sofá viendo algunas películas —Aprovechando el frío de fin de año— parecían ser todas de amor. Mientras su bello Omega estaba recargado sobre su cuerpo.

¿Incómodo? Al contrario, le gustaba sorprender al menor con besitos en su cuello y algunas mordidas en su oreja.

—Tu piel es muy suave. ¿Puedo dejar marcas esta vez?

—Son vacaciones, creo que sí.

Se dejó hundir en el aroma, pasando sus labios solo a milímetros de lo que quería. Lo imaginaba, ¿Cómo se vería la marca ahí? ¿Cómo sería si Gun se uniera a él de esa forma?

Se abofeteó mentalmente, no debía pensar en cómo Gun se vería desnudo entre sus brazos o si se vería igual de sonrojado como cuando le hacía cosquillas. O si tal vez su respiración agitada y mirada brillosa fueran por otra cosa.

Quería hacerle saber que era suficiente para él, que su lobo también quería reclamarlo; pero no, no era el momento.

Menos si Gun estaba encima de él viendo algo lindo en la pantalla.

Lazo - H.A #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora