DÍA 10 CON UN AUMENTO DE LOS PROBLEMAS

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Markus se levantó temprano, pues consideraba como su trabajo mantener la casa en un estado perfecto y sin una sola tabla podrida, así que desayuno una porción de pastel y un mocachino y empezó a revisar la casa de arriba abajo. Mientras estaba en ello, pensó en el Indosuchus.
Markus temía aquella cosa, pues se decía que era un ente todopoderoso, y la agresividad e inteligencia de aquel monstruo habían quedado probadas varias veces, el animal podría incluso...
Los pensamientos de Markus se vieron interrumpidos por Marcy, que se había vuelto a tropezar con el escalón de la puerta, aunque consiguió no derramar su mocachino.

-¡Hola Mark!¿Qué haces? - Preguntó la joven mientras se levantaba.

-Estoy revisando la casa- dijo mientras revisaba y palabra unas marcas de garra de la pared. - Parece que el devorador se asomó esta noche- dijo preocupado.

La chica escupió el mocachino y lo miro asustada.

-¿Estás diciendo que un bicho de ese tamaño ha estado aquí sin que nos diéramos cuenta? -Exclamó.

-Correcto- respondió el ranger- espera un momento.

La salamandra le pasó la Caja a Marcy.

-Guárdala bien, el devorador podría quererla.

Marcy asintió sin comprender, y la guardó en su mochila.

El resto del día no fue gran cosa, pero por la noche Markus y Marcy, que habían estado vigilando, vieron algo.

Una raya roja en movimiento se situaba a unos 20 metros de la casa.

-¿Qué es eso? -susurró Marcy.

-Es el devorador- respondió Markus.

Encima de la raya roja apareció un ojo de color amarillo, mirándolos directamente. Markus encendió una lámpara, que iluminó al monstruo, que empezó a acercarse a la cabaña. Markus y Marcy salieron a enfrentar al animal.

Este de repente, desapareció, dejando en su lugar una joven pecosa de unos veinte años, con una larga melena naranja y con un mandoble al cinto. La mujer se aproximó a la azabache y la analizó de cerca.

-Llevaba mucho tiempo ssin ver humanoss- Siseó la mujer.

-¿Quién eres? Preguntó Markus interponiendose entre la niña y la mujer.

-Sonia Claymore, pero mira, se que tenéis algo que me puede interesar, y lo quiero, ya. -Explicó la pelirroja.

-Ven a por ella si puedes- Amenazó Markus

-Encantada- respondió la pecosa joven.

Desenvainó la espada e hizo un movimiento de muñeca, y el mandoble ardió en llamas.

La pareja contraria se miraron asustados.

La mujer cargó contra los dos por igual, consiguiendo mantener cierta superioridad en aquel combate. Tras un pequeño descuido, la cambia formas agarró al ranger del cuello de su camisa y mandarlo contra un árbol,haciéndole perder el conocimiento.

Antes de que pudiera reaccionar, un poderoso puñetazo en la cara la hizo patinar y casi perder el equilibrio, encontrándose frente a frente con la decidida ahora peli verde.

Ambas estaban obstinadas en tener la Caja, y cargaron la una contra la otra.

Empezó un intercambio de golpes, en la que se demostró la igualdad que había entre las contrarias. Poco a poco, la intensidad y velocidad de los ataques aumentó, para detrimento de Marcy que empezaba a quedarse atrás. La joven empezó a ponerse nerviosa, lo cual permitió a la pelirroja conectar un fuerte golpe en el estómago de la contraria, que se tambaleó a punto de caer. Sonia aprovechó para sacar un puñal y hundirlo en el estómago de la azabache que la miró con los ojos como platos, para luego caer delante de la pelirroja, completamente derrotada.

La pecosa hurgó en la mochila, pero al no encontrar nada, agarró a la asiática por el cuello.

-¿¡DÓNDE-ESTÁ-LA CAJA!?- Exclamó pelirroja mientras hurgaba con el puñal la herida

- No la tengo, -Susurró la peli negra, Markus se la ha llevado lejos- terminó.

Claymore soltó a la azabache y se marchó decepcionada, dejando a la niña a su suerte.

Marcy entró en la cabaña y se tumbó en su camastro esperando que la salamandra volviera. Esta no se hizo esperar demasiado, y se ocupó inmediatamente de las heridas de la azabache.

- Creo que vas a tener que entrenar tus poderes un poco más- Masculló la salamandra moteada

La joven solo le miró y esbozó una débil sonrisa.

Markus se pasó el resto de la noche cuidando de la niña, aunque empezó a preocuparse cuando se dio cuenta de que la niña tenía fiebre, la salamandra entró en pánico momentáneamente, aunque retomó su calma habitual y bajo al sótano, escondido debajo de una alfombra de piel.

El sótano de la cabaña parecía casi un búnker, siendo un lugar amplio, frío y plagado de trastos. Pese a ello, Markus se centró en un paño mojado colocado sobre una piedra, lo agarró, se aseguró de que estuviera mojado y subió para colocarlo en la frente de la niña. Era hora de un pequeño viaje

Desventuras de una Azabache (En Reescritura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora