© heather ↬ park jimin

32: Masoquista.

Ji Min:

Esperé a Eunji durante más de cinco minutos, y cuando planeaba dejarle un mensaje de texto la vi por el espejo retrovisor. Dejé que ella pudiera abrir cualquier puerta de la camioneta.

Ella solamente tiró su mochila a los asientos de atrás. Cuando la vi estaba de todo menos contenta.

— Acelera todo lo que puedas. —me dice subiéndose al asiento copiloto.

— Podríamos matarnos…

— Cobarde. —me responde tratando de hacerme a la idea de que era una broma.

Se puso el cinturón de seguridad y yo comencé a conducir con mucho de silencio.

Era la primera vez que me encontraba en un auto a solas con Eunji.

Pero ella estaba totalmente decaída, no lucía esa típica sonrisa burlona ni mucho menos me daba la impresión de ser esa mujer que se enojaba por todo cada cinco minutos, para después intentarte hacer la misma broma hasta que te canses.

No me daba la sensación de estar con la verdadera Eunji, a mi lado tenía a una totalmente distinta.

Ella solamente se recostó en el asiento mirando hacia arriba con las manos en la cara y supe que estaba por llorar.

Me descuidé solamente unos quince minutos tratando de darle su espacio. Trataba de matar mi cerebro en pensar qué cosas decirle para que esté bien.

Apenas habíamos pasado un par de kilómetros más y ella ya se había quedado dormida.

Sonreí de lado y continué el viaje de Seúl a Incheon, por el maps pude ver que no faltaba mucho tiempo para llegar.

El viaje duraba menos de una hora.

.

— Eun. —miré mi reloj de mano. Eran apenas las seis y media de la tarde. — Hemos llegado.

Eunji al fin había despertado. Se talló los ojos con algo de fuerza y se estiró como un gato incomodado por haberle interrumpido la siesta.

— ¿Tan rápido fue? —me pregunta confundida viendo hacia todos lados.

Habían millones de edificios y el sol a punto de darnos su último adiós. A pesar de que era invierno, nos había esperado un poco antes de ocultarse.

— Parece que no somos los únicos que estamos aquí en la playa. —me dice señalando a algunas parejas que también estaban en esta playa.

Ella tenía una de las mejillas rojas, producto de haber recostado su brazo en la cara.

— ¿Que me ves? —me pregunta tocándose la mejilla roja. — ¿Tengo algo en la cara?

Le asentí riéndome de sus gestos. Eunji era realmente muy expresiva, jamás podría ocultar lo que siente. Sus expresiones faciales siempre terminaban delatándola.

— Woah, realmente me quedé dormida. —se sorprende viéndose por el espejo retrovisor. — No supe que más hacer, no quería llorar aquí.

Me reí sacándome el cinturón de seguridad y ella hizo lo mismo.

— No salgamos. —me dice agarrando mi brazo. — Si me enfrío y amanezco tiesa es por culpa del cambio de clima repentino.

Me reí y asentí tomando un poco de agua de una botella que había llevado.

— Es la primera vez que salgo de Seúl a Incheon. —me cuenta mientras se mete un caramelo a la boca que había sacado del bolsillo de su chaqueta.

— ¿No conoces Incheon? —me sorprendo y ella niega con la cabeza.