- ¡Soy la favorita del sultán Suleiman!
- Y yo soy la reina de Egipto, ¡Yo tengo sangre real!
Pobre Hurrem; no sabe que muy pronto volverá a ser una esclava, porque Cleopatra es la reina del Mundo y te aniquilará si le estorbas.
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Mediterráneo,Febrero del 1522
23:00PM
MAR MEDITERRANEO
Cleopatra era una mujer que su rostro no solía expresar sus sentimientos, al menos no con desconocidos, su madre siempre le decía: "Eres una princesa Cleopatra, por tus venas corre sangre real y no fuiste hija de una concubina sino que fuiste engendrada, no solo por el Faraón sino que también por mi, la que una vez fue la princesa de Francia. Así que grábate esto con atención, una mujer fría no es aquella que es incapaz de mostrar sus sentimientos a su gente, sino aquella que a los forasteros les da una mirada que hasta el soldado mas valiente tiemble de tan solo pensar que no podría salir vivo de tus garras. A tu gente tu calidez y a los extraños tu frialdad, que aquellos piensen que tu eres la que dará fin a sus vidas con tan solo una mirada tuya."
Y lamentablemente Sumbul tuvo la desdicha de ver aquel rostro neutro pero con una mirada que te helaba la sangre, él pensaba que lo iban a decapitar y que esa mujer iba a hacerle daño a los pequeños, pero su rostro se descolocó cuando la mujer simplemente lo ignoró para ayudar a cambiar a los niños mientras estos recobraban poco a poco su conciencia, el agha no daba crédito a lo veía pues los niños empezaron a llorar y la aquella joven los tomo en sus brazos y los empezó a mecer.
-Sh... silencio pequeños, están a salvo, aquí nadie los va a dañar.- ella los mecía mientras los aferraba a si misma queriendo traspasarle su propio calor.- Tranquilos rayitos de Ra , yo los voy a proteger.
-Su majestad, los niños están bien gracias a Isis solo debemos aumentar su temperatura y ya mandamos a hacer la shorbat adas que pidió para ellos.- aquel que parecía ser el medico le colocó un manto grande a su reina mientras esta le daba una pequeña sonrisa en forma de agradecimiento.
-Gracias Paser, denle vestimentas al otomano y traigan la comida lo mas antes posible.- la joven soberana examinó con detenimiento al eunuco para luego alzar una de sus cejas.- ¿Los niños son alérgicos a algo?
-N-No su alteza, ellos aun no muestran signos de ser alérgicos a algo en especifico.- aquel porte que tenia el hombre mas la reverencia tan pronunciada que hizo le recordó al heraldo otomano que estaba con su tropa principal y tal vez estos ya estaban ayudando aquel Sultán.
-Disebek, acompáñalo a cambiarse de ropa, luego tráelo hasta mi para que pueda comer y así nos diga por qué los echaron al mar.- el rostro preso de pánico que tenía Sumbul fue muy evidente para ella.- Puedes ir en paz, no le haremos daño a dos niños pequeños.
Pero el agha era de esos hombres ladinos a la vez que irresolutos, al sentir la fuerte brisa marina no pudo evitar temblar mientras su cabeza procesaba los pros y contras de dejar a sus príncipes con aquella mujer que hasta ahora solo les brindaba su ayuda. Sumbul asintió levemente para luego ser guiado por Disebek hasta los camarotes de los guardias, el soldado le sonrió de forma genuina mientras le brindaba ropajes egipcios.
-Lamento sino te sientes cómodo, pero no somos como te contaron.- Disebeck era de los soldados mas fieles de la reina, pues ella se preocupaba por ellos y nunca se comporto de manera altiva.- Te daré un consejo que se lo dimos a aquel emisario otomano que vino con nosotros hace algunos meses; sé sincero con nuestra soberana, ella nunca desampara a los suyos y si eres leal seras un hombre libre, nuestra reina liberó a cada uno de nosotros pues nos tiene tanto aprecio que no quería vernos "conformarnos" con esta vida, algunos se fueron de palacio y ella les dio la suficiente cantidad de oro para que tengan una vida plena.- el joven tenia su mirada perdida en la nada mientras el otro se cambiaba escuchando detenidamente la historia.- La mayoría nos quedamos a su lado, pues nuestra lealtad y gratitud siempre estarán con ella, somos hombres libres con un salario por encima de muchos soldados el mundo, así que cuéntale aquello que te trajo a nosotros y ella hará pagar a los culpables.
Por otro lado Karoma trataba de que su señora se fuera a su cámara para que pueda cambiarse pues su vestido estaba húmedo y se podía enfermar, pero ya sabemos lo testaruda que era ella haciendo que la pobre dama riñera a la que ella consideraba su amiga, aunque esta sea de la realeza.
-Señora, por favor vamos a cambiarla y allá llevamos la comida.- decía la mujer de piel morena pero con una belleza sutil pero a la vez arrasante.- se puede enfermar y no nos conviene que eso pase.
-Karoma, ya te dije que puedo aguantar un poco más.- los niños miraban a la mujer hipnotizados porque parecía un hermoso ángel sin olvidar que su voz era tan armoniosa que aunque no entendían el idioma parecía arrullarlos, la vieron suspirar pues la otra mujer la miraba ceñuda como reclamándole algo.- Pequeños, debo ir cambiarme...
-¡No por favor, no nos deje se lo imploro!.- Mustafa fue el primero en reaccionar sin dejar que Cleopatra terminara de hablar y sin darse el tiempo a preguntarse como ella hablaba tan perfecto el otomano pero con un tono muy raro, pues Ahmed aun no entendía mucho lo que estaba pasando y al ser el mayor tenia que protegerlo o eso siempre le decían sus padres.
-Calma tesoro, prometo no dejarlos nunca.
Y con esa promesa sus vidas se entrelazaron formando un vinculo de madre e hijos, pues ellos no sabían lo que les deparaba el futuro, la historia estaba empezando a cambiar y el siguiente Sultán nunca fue Selim II sino Mustafa el Grande, pues tuvo a una mujer que lo llevó a la sima y se enfrentó a todos sus enemigos por sus hijos.
Y esa mujer no fue ni su esposa y mucho menos Mahidevran sultan, pues el mismo hizo una tumba junto a su abuelo tanto en Egipto como en en Turquía dejando en claro que no había nadie más poderosa y amada que su madre Cleopatra.
Hurrem, nunca podrás destruir a Mustafa, él sera el único heredero al trono.
