Octubre de 1661, Virginia.
La noche era oscura, unas personas con unas lámparas de aceite se adentraban en aquel sombrío bosque.
Llegaron hasta una pequeña cabaña y llamaron a la puerta.
—Adelante —Una voz masculina les indicó que pasaran y aquellos sujetos así lo hicieron.
El lugar se iluminaba con velas, había una mezcla de olores en el ambiente, como a esencias, incienso y el cebo de las velas, también había un muy leve olor a sangre.
Un muchacho de unos aparentes 20 años se encontraba haciendo trazos en el suelo mientras fumaba un poco de tabaco, su aspecto era descuidado y vestía unos harapos que empezaban a quedarle cortos.
—Buenas noches —Sus visitantes tenían buena pinta, eran gente que tenía estatus o dinero—. ¿Eres ese hechicero que les otorga cosas imposibles a las personas?
—No puedo traer personas de la muerte, por si lo preguntas —El chico no lo dejó terminar de formular sus preguntas. A pesar de su aspecto andrajoso hablaba con un léxico que encantaba a cualquiera.
—Tranquilo, algo así de imposible no te voy a pedir —El sujeto rio pero aquel chico no encontró gracia en sus palabras, lo miraba con seriedad e inseguridad—. ¿Puedes otorgarme poder?
—¿Qué tipo de poder? —Le preguntó. Su mirada penetrante parecía desentrañar todos sus secretos, aquel brillo esmeralda que emanaban esos ojos le erizaba la piel.
—Quiero volverme alcalde de la ciudad, que la gente me ame y que con eso pueda ir escalando en el mundo de la política —Aquel hombre habló y el chico guardó silencio por unos segundos, como si escuchara a alguien hablarle en ese momento.
—¿Y qué voy a obtener yo a cambio?, ¿Qué ganaré con eso? —Le preguntó, retándolo con la mirada.
—Si consigo el poder te daré fama, un buen lugar para que recibas a tus clientes, serás respetado y tu nombre será conocido, tendrás una mejor calidad de vida, también dinero, ¿Qué te parece? —Aquel sujeto lanzaba promesas y por un momento su lengua de plata logró convencerlo.
—Está bien, pero si quieres el poder deberás pagar con sangre inocente para que se cumpla tu favor —Aquel sujeto quedó helado. Wezen continuó—. Deberás traer a un niño inocente y sacrificarlo en un ritual, sólo así obtendrás lo que deseas.
—Está bien —Aceptó aquel hombre—. Haré lo que tú digas.
No pasaron muchos días hasta que aquel sujeto extraño le trajo a un pequeño niño. Wezen preparó lo que sería aquel ritual, dibujó el pentagrama y ató al niño, lo acostó sobre el símbolo y sacó un cuchillo.
Pero antes de degollarlo, miró una vez más a aquel hombre para asegurarse de que cumpliría con su parte.
—Si no cumples con tu promesa te asesinaré —Le habló, en un tono oscuro—. Prométeme que lo harás —Le insistió, manteniendo el cuchillo cerca del niño pero aún sin hacerle daño alguno—. Si no, no haré esto.
—Lo prometo —Aquel sujeto pensó que podía jugar con fuego, y aceptando, se selló aquel pacto con sangre inocente.
El hombre alcanzó lo que quería y le otorgó a Wezen lo que le había prometido.
Solía visitarlo con frecuencia, quería ganarse la confianza del hechicero, pero éste era muy desconfiado, no tenía amigos ni familia, era alguien solitario.
Pensó que el haber crecido solo en el bosque le había afectado, y no estaba lejos de ser así cuando una tarde lo fue a visitar y lo vio comiendo lo que parecía ser un pájaro, y estaba crudo.
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El psiquiatra de la muerte
ParanormalLas enfermedades mentales no son lo que parecen. Un misterioso psiquiatra cuyos antecedentes pasados se entrelazan con las más oscuras artes descubre un hecho de corrupción que involucra a los pacientes mentales que son confinados a vivir el resto d...