5. Sugar Daddy

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Maratón 3/4
Campeonato de Quidditch III

Ambos Diggory se separaron del grupo, debido a que su estancia se encontraba en otro lugar. Comenzamos a caminar entre tanta gente. Por instinto, tomé la mano de Fred. El lugar estaba repleto de gente y era fácil perderse entre tanta multitud. Pasamos por diferentes puestos de venta en las que había comida Muggle y comida del mundo mágico. También se llegaron a ver puestos donde había juegos y gente que hacía malabares.

Luego de haber caminado varios metros, el señor Weasley se frena justo en frente de una pequeña carpa, en la que posaba un cartel con el apellido Weasley. Ninguna otra persona logró entender hasta que la mayoría cayó en la cuenta de que la tienda tendría un hechizo de expansión, excepto Harry. Todos habían entrado, pero Harry se tomó un momento antes de hacerlo:

—Adoro la magia —murmura paseando con la vista cada centímetro del lugar.

La tienda contaba con una cocina, tres  cuartos con varias camas y un baño. El lugar era bastante grande comparado con lo que parecía por fuera.

—Un hechizo de expansión no es nada Harry, ya verás la cantidad de cosas que hay en el mundo mágico. —Digo y le guiño un ojo.

En su cara se podía ver una tonta sonrisa de felicidad, como la de un pequeño niño de cinco años.

Ginny, Hermione y yo nos dirigimos a el cuarto más pequeño, que contaba justo con tres camas.

Los otros dos cuartos eran mas grandes y contaban con las camas suficientes para la cantidad de hombres que nos acompañaban.

Ginny y yo acomodamos nuestras cosas en las camas, previamente ya lo habia hecho Hermione con las suyas. Ésta última nos hizo ademan con las manos para salir del cuarto.

—Me quedaré aquí un momento, ustedes simplemente salgan. —Digo y ambas asienten con la cabeza y se van.

Y la tienda no era la única que traía un hechizo de expansión, porque de mi mochila saqué una pequeña mesa portátil junto a un pequeño banco; siempre llevo ese conjunto para maquillarme si no estoy en casa o en la madriguera. En este caso, yo me ocuparía de maquillar con los colores del equipo de Quidditch favorito a los Weasley, Harry y Hermione.

Acomodé la mesa con un espejo y mis maquillajes, previamente había comprado pinturas para la cara del color de los equipos de Quidditch que jugarían esa noche; Irlanda y Bulgaria.

Estaba metida en mis pensamientos y me habría quedado ahí de no ser por Ron, comenzó a gritar:

—¡Eleonor! ¡Ven, rápido!

—¿Qué sucede? —Digo mientras me asomo por la puerta.

—Fred y George acaban de apostar todos sus ahorros con un tipo que parecía una abeja.

Y conociendo las intenciones de Ron, acepté la jugada. Porque siempre fui yo la que le puse limites a los gemelos, a demás de Molly, claro.

—¡ESTÁN LOCOS! ¡CÓMO VAN A HACER ESO! —Comienzo a actuar como si estuviera realmente indignada.

Los gemelos comienzan a reírse y a seguir el juego. Todo para tomarle el pelo a Ron.

—¡Lo sentimos! —Dicen a la vez.

Ron comienza a poner una cara amarga, cayendo en la cuenta.

Fred se acerca y se pone de rodillas frente a mi con la palma de sus manos juntas y pidiendo piedad. Tuve que ponerme una mano en la boca para aguantar la risa de la ridícula situación.

—¡Oh, basta ya! ¡Los odio! —Espetó Ron ofendido.

Los gemelos y yo comenzamos a reír.

—¿Quién era el señor abeja? —Le pregunto a Arthur.

Dos almas | Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora