2. La caja de la momia

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Nota de autora

Antes de arrancar quería dejar en claro que los primeros diez capítulos son borradores sin corregir del 2020, estoy transcribiendo la historia a esta cuenta (una nueva) por motivos privados. El caso, ignoren las faltas ortograficas, de lo contrario marcarlas si quieren <3 Disfruten 😋


Último mes de vacaciones

No podía hablar, no podía emitir ningún sonido de mi boca. Estaba en un cuarto oscuro, con una puerta abierta, de la que salía una cálida luz. Me acerqué, solo podía caminar, porque algo me impedía correr. Sobre una mesa había una vela, sobre la vela, levitaba una carta. Como si esa carta fuera un imán para mi mano, la tomé. La abrí. No podía leer, no podía entender las letras que contenía. Como si fuera la luz del sol, la carta comenzó a iluminar todo, dejándome sin vista alguna, veía todo blanco. Y de la nada, negro. Todo negro. Unas manos enguantadas me tomaron por sorpresa, agarrándome por los ojos y la cintura, tirándome para atrás. Comencé a intentar huir, no servía, estaba inmóvil.

Y caí en la cuenta. Era un sueño. Una pesadilla. Pero aún no despertaba.

De un momento a otro estaba frente a una persona, luchaba por despertar, correr, moverme con libertad, pero nada. Esa persona era irreconocible, mis ojos no lograban enfocar su cara. Me apuntó con su varita, la clavó en mi cuello.

—Será rápido, quedate quieta, maldita traidora. —Espetó con su voz rasposa.

Comencé a luchar, pero no podía, tomó mi brazo izquierdo y clavó su varita no muy lejos de mi muñeca. Un ardor insoportable comenzó a llenar la sangre de mi brazo. Pero no podía gritar, me ahogaba en mi garganta, porque ningún sonido salía de mi seca boca, pidiendo agua. El ardor de mi sangre se propagó por mi cuerpo, doliendo cada maldito centímetro de mi cuerpo. Era un infierno, no poder gritar, no poder correr, no poder pedir ayuda, no poder despertar.

—¡Crucio! 

Y caí de rodillas, sin soportar el dolor.

Y desperté.

Fred intentaba despertarme, sacudiendo mi cuerpo, la peor manera de despertar de una horrible pesadilla.

—¡Eleonor! ¡Maldita sea, que susto! Te juro que la próxima vez te tiraré de la cama. —Dijo Fred, furioso.

—Y-yo... tuve... una pesadilla.

—¡Oh! ¿En serio? Maldita sea, Eleonor, estás sudada idiota, es obvio que soñaste algo.

Me mantuve callada, procesado que diablos acababa de soñar, porque no es común soñar que te ponían la marca tenebrosa en tu brazo ¿Verdad? Y luego torturarte... Ese ente me acababa de llamar traidora. ¿Traidora? ¿Qué?

—Te traeré un vaso de agua, y por favor, no emitas sonidos raros como hacías hace unos momentos.

Me quedé sentada en mi cama, era de madrugada, y aún no descifraba por qué diablos tuve una pesadilla, he tenido muy pocos sueños, y pesadillas ni hablar, jamás he tenido.

Fred entró por la puerta, siendo lo más sigiloso posible, le salía algo mal, pero el esfuerzo no faltaba. Se sentó en mi cama, hicimos contacto visual un momento.

—Tomé la mitad del vaso mientras venía, no pienso volver a bajar. —Y me entregó el vaso.

—Gracias Freddie. —Le dirigí una sonrisa y tomé el vaso entero de un sorbo. Luego lo dejé en la mesa de noche.

Dos almas | Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora