14. Tal vez no debería ser así

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Lo primero que vi fue a Andy.

Luego Andy tomando por el cuello de la camisa a Fred.

Fred lanzando puños al aire, varios llegaron a la cara de Alexander.

Alexander tirándolo al suelo y subiéndose sobre él para comenzar a golpearlo.

Me congelé, no escuchaba nada, solo presenciaba la situación frente a mí. Mi corazón comenzó a sonar fuerte en mis tímpanos. George tiraba de mi hacia él, pero no lograba moverme. Caminó hasta estar delante y frente a mí, sin dejarme ver qué más pasaba.

Lo último que vi fue a Angelina tirando de Andy antes de que George me atrapara en sus brazos.

○○○

Supongo que cada uno tiene su forma de afrontar las cosas, ¿no? Pues la mia era alejarme, supongo que es hereditario...

Alexander intentó disculparse conmigo muchas veces, y en todas le dije que dejara el tema ahí y que cada uno siga con su vida. Y es que a mi ese tipo de espectáculos no me parecían nada entretenidos, mucho menos gracioso, ¿con qué fin se querrían matar a golpes?

Fred, en cambio, no se acercó, aunque tampoco esperaba que lo hiciera.

Ya.

Lo que sí hizo fue alejarse de Angelina, motivo que desconozco, pero luego de hacerlo se volvió más frio y sombrío, George se desesperó al no enterarse de nada, ni siquiera había tantas bromas como antes.

Es como si los gemelos Weasley ya no eran eso, ahora solo eran Fred Weasley, el nuevo Draco Malfoy, y George Weasley, la nueva conquista de Eleonor Lupin.

Al menos eso era lo que decía medio Hogwarts.

Claro que yo no le hice caso a nada.

Es obvio que no intenté saber qué había pasado entre Fred y Angelina.

Y por supuesto que todo lo anterior es mentira.

Aveces... escuchaba en los pasillos, tal vez me quedaba escondida en alguna esquina para terminar de escuchar el chisme completo, o me escabulliá por debajo de las gradas para escuchar qué hablaban en los entrenamientos de Quidditch a los que Fred dejó de asistir.

Esta vez iba caminando hacia mi Sala común, justo cuando estaba por entrar por el retrato de la dama Gorda, uno de los gemelos salía, no frené a fijarme quién era, pues George me había pedido un tiempo a solas para intentar acercarse a Fred.

Y hablando de Roma...

—Hola... —un tímido Fred se devolvió para hablarme.

Okey, ¿cómo debía reaccionar?

—Eh... Hola —dije sin saber qué hacer.

Me amaqué con mis pies en mi lugar en lo que Fred se quedaba mirándome.

—¿Te ayudo en algo? —inquirí ladeando la cabeza.

○○○

Fred Weasley

Un momento antes

Desde que Angelina confesó haber usado Amortentia conmigo mi corazón se siente vacío, fue hurtado sin consentimiento por alguien que no quería.

No sabía qué hacer, nunca super actuar bien, así que me alejé de mi pequeña Ellie por creer amar a alguien más que no era ella. Dejé de lado a George porque esa maldita poción me hacía darle mas importancia a Ange que a mi propio hermano gemelo.

Me pelee con Alexander porque por primera vez cuerdo, necesitaba desquitarme con alguien, y él se había ofrecido:

—... Amortentia contigo —terminó de decir Angelina unos segundos luego de que la poción dejó de hacer efecto en mí.

Alexander, que había estado escuchando a lo lejos, no me dejó reaccionar ante la confesión de la chica frente a mí. Yo estaba en trance, pero Alex se ocupó de sacarme de mi mente con un simple comentario.

—Oh, pero qué lástima que ya te superó la otra, ¿no? —comentó con burla, ¿"la otra"? No sé como se atrevió a dirigirse así hacia Ellie—. ¿Qué harás ahora que estás solo, eh, Weasley? Porque abandonaste hasta a tu familia —comenzó a reír con sorna.

En mi lugar, quieto, aún mirando fijamente a Angelina, apreté mi mano en un puño hasta que los nudillos se volvieron blancos. De hecho no me dolía el comentario de Alexander, dolía que fuera cierto todo lo que decía.

Noté un movimiento cerca mio por el rabillo del ojo, me moví por inercia y acerté un golpe al árbol que había a un costado mio. Alexander, un poco asustado por como reaccioné apenas se movió, se le ocurrió una gran idea, seguir lanzando comentarios.

—¡Ah!, hasta ataques de ira tiene el niñato este —comentó al aire.

Suficiente fue el viento de sus palabras para que me acerque a él y lo tome del cuello.

Luego vi rojo.

A la lejanía escuchaba a Angelina implorarme perdón, jurando que intentaría arreglar todo lo que hizo incluso con mi familia.

Alexander se avalanzó hacia mí y me tiró al suelo.

Mamá está enojada conmigo por no responder a ninguna de sus cartas, Ron, George y especialmente Ginny, a la que no le he hablado en mucho tiempo le han escrito sobre mi, y ella aún espera que le mande una carta exesivamente larga explicando qué mierda sucedía conmigo.

Y George, dios, George, no sabía qué hacer con él, y él tampoco qué hacer conmigo. Por primera vez en todo lo que llevo de adolescencia me largué a llorar con fuerza delante de mi otra mitad, sin saber qué hacer, porque todo en mi mente estaba borroso, solo sabía que la había cagado con todo el mundo y Angelina jamás iba a ser perdonada por eso.

Y es que ella, una vez más, estaba delante de mi.

—Uno ya no puede sentarse a pensar tranquilo —escupí cuando la vi sentarse en el sofá en frente mío.

Se removió en su asiento, incómoda. Y más le valía estar arrepentida.

—Freddie... —comenzó, ese tono de tristeza me hizo blanquear los ojos un momento—, No sé que pueda hacer para compensar lo que hice...

—Yo sí sé -dije con odio, me erguí y apoyé mis codos en mis rodillas—. Dos cosas —dije con sorna—. Uno, responderas a cada pregunta que haga con la verdad.

Ella asintió.

—Dalo por hecho.

—Y dos, desapareceras de mi vista, porque para mí estás muerta, Angelina Johnson.

Asintió con disconformidad, pero me importaba poco.

—¿Qué hicimos mientras estaba bajo ese asqueroso hechizo? —pregunté.

Ella se quedó quieta un momento.

—Nada, lo juro, solo quería que te alejes de Eleonor...

—Una mentira más y consideraré lo de que te vayas de mi vista a desaparecer de mi vida para siempre—dije pausadamente.

Ella asintió, tragando grueso.

——No hicimos... nada, si a eso te refieres. Nunca pude sacarte a Lupin de la cabeza del todo... así que no me animé si no era absolutamente solo yo la que dirigía tus pensamientos.

Y con eso me levanté y me fui. No necesitaba saber nada más.

—Qué asco —dije con sequedad mientras me iba de la Sala Común.

Bueno, hasta que divicé a Ellie entrar por la puerta

Dos almas | Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora