Capítulo 03

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Luego de saludar a Cole y Lili, ella nos presentó a sus amigas. Resulta ser, que una de ellas es prima lejana de Hailey.

Cuando fue tiempo de saludarlos a ellos, creo que las cosas no pudieron haber ido peor. Mi menta estaba confusa y mi corazón latía más fuerte que nunca. A penas si pude mascullar un "hola", y ellos me regalaron su sonrisa más hipócrita.

Dylan se ha disculpado veinte veces a lo largo de la noche, incluso me ofreció ir a otro lugar, pero esta era mi cita, y no voy a permitir que lo arruinen.

—Joder —se queja Dylan, luego de colgar la llamada que estaba haciendo. Ambos salimos a tomar un poco de aire, y él aprovechó para hacer algunas llamadas que tenía pendientes—. No vamos a poder dormir en mi casa esta noche —me informa y yo lo miro atenta—, al parecer hubo un corto circuito y comenzarán a trabajar en eso hasta mañana.

—¿Pero está todo bien?

—Sí, por suerte Leila se dio cuenta antes de que algo más grave pasara —Leila es una de las chicas que ayuda con la limpieza en casa de Dylan—. Sólo hubo un poco de daños en un muro, al parecer.

—Podemos pasar la noche en algún hotel cercano —miro a mi alrededor—, no creo que sea problema encontrar reservación.

—Está siendo la peor cita de la historia, ¿no? —vacila, arqueando su ceja derecha mientras me mira con diversión.

—¿Quién te dijo que esto era una cita? — Bromeo con él, mientras empujo suavemente sus hombros.

—Tú, cuando dijiste que querías besarme —contraataca, dejándome ver sus dientes en una fina línea blanca.

—Oh, yo nunca dije eso —miro su boca—. Eres un mentiroso.

—No como tal, pero lo insinuaste —sus manos están ahora en mi cintura.

—Pues entonces podrías hacer algo para evitar que siga siendo la peor cita de la historia —susurro, acercándome un poco más a él.

Finge indignación por algunos segundos, pero su sonrisa lo delata.

—Pues espero al menos, que este no sea el peor beso que te hayan dado —dice, mirando mis ojos y sin darme tiempo a responder, atrapa mi boca a un beso con sabor a menta. Sus labios son suaves, y yo cierro los ojos tratando con todas mis fuerzas de no compararlos con los de alguien más.

Llevo mis manos hasta su cuello y ladeo un poco mi cabeza sin detener nuestra caricia. La mano que estaba en mi cintura, ha pasado a posarse en mi espalda baja, pegándome un poco más a él.

Lo beso, sin prisas ni ambiciones de aspirar a mucho más. Una parte de mí, pudiera decir que está orgullosa de lo que estoy haciendo ahora mismo.

Una risa que conozco muy bien, me impide continuar y me separo abruptamente del beso, sólo para girar mi cabeza y confirmar mis sospechas.

Es Hailey.

Por supuesto no viene sola. Viene de la mano de Justin y parece que ellos nos han visto primero.

No puedo evitar mirar sus manos entrelazadas por algunos agónicos segundos. Algo lastima en mi interior al recordar que esa era yo; que mi mano también tenía un anillo de compromiso y que, era él quien la sostenía.

Alzo la mirada poco a poco, y por primera vez en toda la noche, me permito verlo a los ojos. No lo había hecho antes porque no me creí capaz. Sus esferas color miel hacen contacto con las mías de inmediato. No puedo descifrar su mirada esta vez. Es como si me dijera todo y nada.

—______ —es Hailey quien rompe el silencio, y me obliga a mí a romper el contacto visual con Justin—, Dylan, creíamos que ya se habían ido.

—No —responde Dylan por ambos—, salimos porque yo tenía un par de llamadas que hacer.

—¿Y no podías hacerlas sin ______ contigo? — Inquiere Justin. Puedo notar como muerde fugazmente la comisura derecha de su boca. Está inquieto y puedo notarlo a metros de distancia.

—Quise salir a tomar aire —hablo por fin.

—Seguramente no quieren despegarse ni un segundo ahora que están saliendo, amor —remata Hailey, mirando al chico que lleva de la mano.

Me enderezo un poco y trato de aclarar un poco mi voz—: ¿Y qué ustedes ya se van?

—No, Justin quiere fumar un cigarrillo.

Mi entrecejo se junta un poco, y no puedo evitar mirar a Justin con desaprobación.

—¿Desde cuándo fumas otra vez? — Mentiría si digo que no me preocupa. El doctor le dijo que no es un vicio que pueda permitirse.

—No lo hago muy seguido —endereza su espalda y mete las manos a los bolsillos de sus jeans—. El terapeuta y yo trabajamos en eso.

—¿Otra vez? — Pregunto, y sacudo la cabeza al darme cuenta de que ya no es asunto mío—. Quiero decir... ya no importa —susurro y miro a Dylan—. ¿Volvemos dentro?

El chico de ojos azules asiente a mi petición, y con una mano en mi espalda baja, me encamina hacia la entrada del lugar.

—Los vemos en un rato —nos despide temporalmente a ambos y yo me obligo a no decir nada más. A sólo caminar y tratar de ocultar todo lo que estoy sintiendo. En los últimos años aprendí que es lo mejor.

Somebody Else | Justin Bieber y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora