Cap 29

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Después de comer pensaba que se sentiría mejor pero no, ni siquiera probó su comida y tampoco el postre de vainilla que pidieron sus acompañantes.

Durante el almuerzo todo fue pláticas acerca del pasado de Hyunjin con Jeno, ambos hablaban como que fueran una pareja y no se despegaron en ningún momento.

Hasta fueron al baño juntos.

Se estaba cansando así que regresaría a la habitación a descansar un poco, pero antes de que informara de su decisión, Hyunjin lo tomó de la mano y la besó.

—Seungmin... ¿Te molestaría si nos pasamos todo lo que queda del día fuera del hotel? Es que Jeno está interesado en conocer más lugares.

—Y tú serías un buen guía ¿No?

— Aunque te burles, ya he estado por todos estos lados.

— ¿Siempre viajas Jinnie?

Jeno se metió a la conversación.

— Sí bebé siempre he viajado y Japón es uno de los lugares que más conozco.

— Wow... Jinnie es el mejor ¿No es así Hyung?

— Así es... — respondió Seungmin — pero Hyunjin, yo quiero regresar al hotel.

— ¿Por qué? ¿Pasó algo grave?

— Oh, no.

— ¿Entonces?

— Es solo... que me duelen un poco los pies — mintió.

— Oh... Pero cariño estamos en nuestra cita ¿podrías aguantar un poco mientras visitamos algunos lugares?

— Por favor...

Jeno puso sus dos palmas de la mano juntas y lo miró como perrito regañado.

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NO.

— Bien. Vamos.



[...]



Caminaban por las alegres y transcurridas calles de Japón, el clima era bastante relajante para los turistas debido a que no hacía tanto sol, sin embargo, el calor era casi insoportable.

El bullicio de la gente regresando a su trabajo en grandes mazas solo hacían que la cabeza de Seungmin quisiera explotar. Si bien, él no era tan viejo como para querer pasar acostado con los pies al aire, pero tampoco era un jovencito con demasiada energía. Se encontraba en un punto de equilibrio donde solamente le interesaba ejercitarse y leer.

En cambio, Jeno era un niño rebosante de alegría y buen humor, saltaba y se reía en alto cuando Hyunjin le contaba algún chiste o alguna vieja anécdota.

Hyunjin no le negaba nada. Si Jeno quería ir de la mano entonces el pelinegro obedecía soltando la mano de Seungmin, haciendo al lado metido de la acera al pequeño rubio como todo un caballero. Si Seungmin quisiese tomar su otra mano tendría que arriesgarse a que lo arroyara algún camión.

Y aún no tenía tantas ganas de morir.

Llegaron a un puesto que Seungmin la describe como preciosa, todo en aquella tienda gritaba alegría, estaba lleno de colores pasteles. Desde el mínimo papel hasta un cuaderno contable. Todo era adornado con detalles de flores y estampado de caricaturas.

Seungmin estaba babeando por entrar a aquella tiendita a la que nunca más volvería, moría por poner sus largos dedos por aquel diario que le llamaba con ansias.

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