Cap 11

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El café era bastante bonito, sencillo pero tranquilo. No había rastros de personas ¿Quién iría a tomar un café a las 11 de la mañana? Sí, solo Hwang Hyunjin.

— Bienvenido Hwang ¿Lo mismo de siempre? — Una mesera coqueta tomaba la orden. El guiño que esta hizo no pasó desapercibido para Seungmin.

— ¡Vaya! Al parecer no hay a quien no te hayas tirado. — Lo dijo sin pensar pero Hwang no se enojó, ya se había tirado a la mesera como merienda.

— Solo faltas tú. — Sonó fanfarrón.

— Desde ya te puedes ir bajando de esa nube, que no se te olvide que no puedo ser infiel porque estoy comprometido con tu mejor amigo. — Levantó un poco la voz en sus últimas palabras.

— Al parecer fue a ti a quien se le olvidó.

— Ni siquiera sé para qué estoy aquí, yo no tengo porque darte explicaciones a ti.

Por muy tonto que sonase Hyunjin sabía que no estaba haciendo lo correcto, él más que nadie era consiente que Changbin era infiel desde hace más de un año pero es que el niño de cabellos castaños no debería ser igual ni siquiera por desesperación o falta de amor.

— Tenemos que hablar del negocio y nuestro viaje futuro. — Al fin de todo se le ocurrió una idea que fuera demasiado tonta como decirle " No puedes quedarte con ese aprovechado" no sería justo.

— Mire Señor Hwang, en estos momentos estoy haciendo algo importante como para perder mi tiempo así que si me disculpa me voy. — Seungmin se paró de su asiento y se dispuso a caminar directo a la salida y ahí dejo al pelinegro.

Fue algo tonto pues nunca había visitado ni por cerca aquel costoso vecindario, se estaba comenzando a desesperar. El frío comenzaba a azotar con fuertes ráfagas que indicaban una pronta llovizna. A pesar de que el barrio luciera como de clase alta las calles estaban desoladas y con unos cuantos borrachines caídos.

No quedaba más opción que pedir indicaciones ¿Pero a quién? En uno de los angostos callejones encontró a una pareja que al parecer se reían, Seungmin creyó que sería bueno preguntarles porque además de ser los únicos lucían "normales".

— Disculpen. — Soltó casi un susurro a lo que la pareja ignoró completamente.

— ¡Hey! — La pareja se giró encontró con el rostro del castañito.

— ¿Qué necesitas bonito? — Dijo la mujer que se acercaba lentamente a Seung. La mujer lucía bien pero su olor era desagradable.

— Yo... — Por un momento dudó si preguntarles o echarse a correr antes de salir violado. — Yo necesito saber en que calle estoy.

— ¡Ah! Está perdido. — Anunció a su compañero. — Guarda la verde que parece que no necesita. — Con solo haber escuchado "la verde" Seungmin ya estaba deduciendo acerca de que hablaban aquellos dos.

— Ven conmigo, te llevaré a un bonito lugar. — La mujer lo haló de su mano para llevarlo hacía un desconocido lugar.

— NO. — Seungmin habló claro. Obviamente miedo tenía pero la adrenalina del momento era inesperado.



[...]


Hwang Hyunjin estaba asustado, estaba consiente que el barrio no era peligroso pero los alrededores de este sí, no podía confiarse, si al niño le llegara a pasar algo iba a ser completamente su culpa por secuestrarlo de esa manera tan idiota.

— ¡¿Dónde te metiste?!— Susurraba prácticamente para si mismo.

No lograba encontrarlo, cada vez se iba haciendo más tarde. Él tenía trabajo que hacer y suponía que Seungmin también. No podía darse el lujo de faltar a la firma de un contrato pero tampoco podía hacer desaparecer al prometido de Seo.

Una llamada de la empresa lo sacó de sus pensamientos. "Señor su reunión empieza en 15 minutos" Y eso bastó para que Hwang se dirigiera directo a su auto.



[...]



— ¡Hasta que llegas! — Lo felicitó Changbin.

— Déjate de bromas. Tengo mucho que hacer. — Habló cansado por haber subido rápidamente por las escaleras. Dirigiéndose a la sala de reuniones.

Llevaban más de 2 horas encerrados, escuchando propuestas, analizando estados financieros, firmando y aún no terminaban. Seo estaba al tanto de todo anotando cada una de las cosas de relevancia en su libreta.

Mientras una mujer exponía un nuevo proyecto el celular de Seo sonó desconcentrando a todos los presentes, rápidamente cortó la llamada y continuó en lo suyo.

La llamada no lo dejaba en paz entonces apagó su celular, ya después hablaría con Seungmin para que dejara de molestar en los momentos más importantes.

La reunión terminó satisfactoriamente, tenían nuevos socios y un nuevo negocio para Hyunjin ¿Qué podría salir mal? Changbin salió temprano — A como venía haciendo recientemente — y tomó rumbo a la casa de Seungmin.

Pasaron entre juegos y risas hasta que prendió su celular para ver la hora, tenía aproximadamente 75 llamadas pérdidas de Seungmin. Eso solo podía significar gravedad.

Marcó pero nadie contestó, intento otra vez y nada. Agarro sus cosas sin explicación alguna y se fue directo a su casa. Al momento de llegar pudo ver a un hombre cabello rojo saliendo de la casa como que tal fuera el dueño.

Es que según sus deducciones eso era una prueba de que Kim estaba viendo a otros hombres y en su propia casa.

— ¿Así que tú eres el maldito? — Soltó Seo mientras sostenía al hombre por el vuelo de la camisa. El rostro se le hacía familiar pero no podía recordaba muy bien.

— ¿De qué hablas? — Chan no entendía, trató de llamarlo más de 70 veces para comunicarle el accidente pero este nunca contestó y ahora se sentía muy hombrecito tratando de golpearlo, era el colmo.

— No te hagas el tonto, sé que estabas con Seungmin. — Gritó furioso aparentándolo más.

— Sí, grandísimo estúpido. —Gritó— Estuve con él porque casi lo matan — Seo soltó su agarre al sorprenderse por lo que acababa de escuchar. — ¿Dónde estaba el futuro esposo que velaría por la salud de Seungmin? ¿Eh?

Chan no se medía las palabras, no le importaba ser cruel. No iba a mentir, el tal Seo no le agradaba en nada así que ni siquiera intentaría ser cortes. Era un descarado que quería siempre lucir como el bueno.

Changbin subió las escaleras para revisar si su bebé estaba en casa pero No, no estaba.

— ¿Dónde está Seungmin? — Preguntó a Chan.

— ¿Ahora si te interesa mi chico? — Soltó sin miedo alguno.

— ¿Tu chico? — preguntó Changbin.

— No voy a permitir que se case contigo.

— ¿Es una advertencia acaso?

— No, es una promesa.









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