Capitulo Cuatro

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Entro a darme una ducha. La bañera es de oro, así como múltiples cosas en mi casa. Me imagino lo que las personas piensan cuando entran y ven este tipo de exageraciones; seguro somos criticados en exceso por los medios. Lo único que me consuela es que por lo menos mi nación no es tan pobre como otras. Tampoco es que tengamos el territorio más poderoso; contamos con una población aproximada de sesenta millones de habitantes, no mucha comparada con otros como las dos partes de Alemania que cuenta con ciento treinta millones; Estados Unidos con doscientos cincuenta millones, o India con cuatrocientos ochenta millones. Por lo menos no estamos en gran desventaja como sucede con Europa y América.

La última vez que vi las noticias internacionales, mencionaban a Herza como uno de los mejores países para invertir; a decir verdad, si posee suficientes recursos para explotar. Mi abuelo implementó un programa de economía cerrada; alegando que lo que se produjera en el territorio, permaneciera dentro del mismo. No me pareció mala su propuesta, ya que es cierto, el producir y exportar la materia prima a otras naciones es algo costoso y contaminante, por lo tanto, es mejor producirla y transformarla en el interior; es más útil. El plan económico propuesto por mi abuelo, funcionó de maravilla, las personas empezaron a generar más riqueza, pero a las demás naciones no les pareció buena la idea, ya que ellos no cuentan con demasiados recursos; mi país estaba en su derecho de cerrar las puertas a la economía internacional, por lo menos en el periodo de cuatro años, antes de celebrarse las próximas Olimpiadas del Dolor.

Las Olimpiadas del Dolor se crearon para terminar con la Tercera Guerra Mundial, una especie de armisticio internacional. Fueron los días más oscuros de la historia, murieron alrededor de dos mil millones de personas, una cuarta parte de la población mundial en ese entonces. El planeta estaba en crisis: se peleaba por agua, alimento, petróleo y territorio, fue entonces que los gobiernos decidieron acabar con las personas. Se utilizaron desde armas convencionales, nucleares y la más mortífera: armas biológicas. Fue un escenario devastador donde hubo traición política y terminó con la muerte de muchos inocentes. Aunque lo que causó más bajas, fue un virus creado a partir de una chica rusa; su nombre era Erla. Ella sufría de fuertes migrañas; su condición tenía una peculiaridad, podía transmitir su dolor hacía otras personas. De esa manera, científicos lograron aislar el virus e infectar distintas partes del mundo. Todo se salió de control y comenzó una epidemia incontrolable donde las personas sufrían migrañas hasta el punto donde sus cerebros producían hemorragias mortales. La solución fue matar a todos los que padecían el virus incontrolable, al igual que a Erla, por lo menos eso dicen los libros. Después de aquellos acontecimientos fue la ONU la encargada de regular las relaciones internacionales. Se acordaron varios tratados para evitar más luchas sociales.

Ahora son la una de la tarde en punto, poco tiempo restante para el evento. Tengo que arreglarme lo antes posible. No como nada, ya que habrá un banquete a total disposición. Me apresuro a vestirme con mi traje. Sigo pensando en lo exagerada que es mi vestimenta con estos detalles de oro y diamante. Me asomo por la ventana de mi cuarto y observo a la multitud alrededor del castillo esperando para poder entrar a la ceremonia. Para mí no es la gran cosa, para ellos, estar cerca del emperador y conocer su vida es de lo más importante.

Hacen falta menos de veinte minutos para el comienzo de la ceremonia, cuando llegan unos guardias de confianza para conducirme hasta el salón principal. Le he dicho a mi padre, que ya posee madurez para cuidarme solo; tengo diecisiete años, no soy mayor de edad aún, pero tampoco soy un niño. Los guardias siempre han sido un gran problema para mí. En la escuela nunca podía hacer amigos muy cercanos, ya que siempre me esperaban afuera de las aulas, o cuando alguien se acercaba a mí y no confiaban en esa persona, de inmediato paraban cualquier indicio de comunicación. Aun así, logré hacer un par de amigos: Joey y Lana, son unos muy buenos, son invitados especiales para la ceremonia. Joey me apoyó hace unos años, cuando pensaba suicidarme, ya que me aterraba la idea de ser un futuro emperador que cargaría con demasiadas responsabilidades. Aunque él me hizo ver, que podría ayudar a los habitantes, en lugar de aprovecharme de ellos; eso hizo cambiar mi visión de ser soberano.

Antes de llegar al salón principal, me detengo frente al cuarto de mis hermanos. Mi hermana mayor Bentla, ya está lista. Lleva puesto un vestido muy hermoso, de color rojo, tiene rubíes en ciertas partes; se ve asombroso, aunque es una exageración también. Mi hermano menor, Ardo tiene un traje a menor escala del mío, sólo que sus diamantes son de color rojo, al igual que los rubíes de mi hermana. Mi madre entra a la habitación momentos detrás de mí.

—Que hermosos se ven todos —dice y sonríe mi madre—. Seremos la envidia en todo el imperio.

En mi mente solo pienso que somos la burla de todos. El vestido de mi madre es de un tono plateado, con diamantes blancos, tiene más diamante y oro que lasvestimentas de mis hermanos o el mío. Enseguida los guardias nos escoltan al salón principal. 

Las Olimpiadas del Dolor (Distopia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora