Capitulo Catorce: Trago de Vodka

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En la mañana entierran al abuelo, junto a la tumba de la abuela. Regreso al castillo junto a mi familia. Mi padre no dice ninguna palabra de regreso. Él se está tomando enserio las Olimpiadas, ya que es la voluntad del abuelo Bentlo. Subo a mi habitación a descansar.

Me despierto al día siguiente. Dormí desde la tarde del día anterior. El funeral y la herida me agotaron. Paso mi mano en mi hombro, con asombro siento mi piel tersa; agradezco los adelantos en la bioingeniería médica. Agarro una bata al lado de una silla, la coloco encima de mi cuerpo, bajo las escaleras, camino hacia la sala. Ahí sentado está el emperador leyendo unos periódicos. Él alza la vista hacia mí, me saluda.

—Parece que la ceremonia no salió como lo esperabas —le digo, leyendo los títulos de los periódicos que sostiene entre sus manos.

—Han dejado mal el nombre de Herza. Algunos gobernantes quieren influir en las olimpiadas, para desprestigiar al país.

—Tal vez no quieren que se lleven a cabo, al querer asesinarte.

—No han dado con los responsables. Se hará una junta con todos los gobernantes del mundo dentro de dos semanas. Se necesita un nuevo rey en Esmerza, ya que murieron tanto el rey y la reina, junto a su única hija.

—Padre no estás sugiriendo que sea yo quien tome ese cargo.

—Claro que no, tú serás el futuro emperador, mi sucesor. Está noche habrá una junta de consejo político. Vendrás conmigo.

Mientras espero el anochecer para ir a la junta de consejo, me dirijo al jardín real; es mi lugar favorito en todo el castillo. Me gusta sentarme a leer bajo los árboles de sangre. Mi padre mandó sembrar esos árboles, sus hermosas hojas negras caen todos los días. No crecen en otra parte del mundo, sólo aquí; fueron creados de manera artificial hace muchos años y se patentaron. Existe castigo, si se saca un árbol de sangre del imperio. Estoy apreciando las raíces, cuando mi perrita salta con emoción hacia mis piernas. Mi hermosa Gran Danés arlequín: Dirlanda. Se emociona al verme como siempre; inclusive si solo desaparezco por unos cinco minutos, ella al instante hace fiesta de nuevo a mi llegada. Fue un regalo que me hizo Yulia hace dos años, por mi cumpleaños. Pierdo la noción del tiempo siempre que juego con ella. Observo mi reloj, han dado las cinco de la tarde. Tengo que prepararme para la junta de consejo.

Medirijo a mi cuarto. Me doy un baño lo más rápido posible, me visto con un trajeblanco. Me queda muy bien, solo tiene botones de oro y unos cuantos diamantespequeños cerca de las muñecas, nada extravagante como cuando mi padre me visteen ocasiones especiales. Bajo las escaleras, me dirijo a la entrada delcastillo donde se encuentra mi padre. Subimos a su camioneta de guerrapersonal, los rines tienen diamante; es tan vergonzoso, no es necesario quetengan diamantes. Bebemos unos tragos de vodka en el camino; es uno llamadoLenart. Fue un regalo hecho por el Zar, el padre de Lena; tiene su propiafábrica productora. Solo bebo un poco ya que tenemos que estar presentablespara la reunión.

Las Olimpiadas del Dolor (Distopia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora