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Joaquín tomaba el camino que llevaba a la casa. Recordaba la primera vez que Emilio lo llevó a los Hampton, prometiéndole que pasarían allí las vacaciones todos los años. Joaquín había ido todos los veranos, pero Emilio siempre estaba demasiado ocupado y su trabajo era lo primero.

Mientras bajaba de su camioneta se preguntó si pensaría llevar a María a la casa.

¿Pasaría más tiempo con su nueva pareja del que había pasado con él?

Furioso cerró de un portazo. Cuándo llegó el día anterior estaba relajado y contento, pero ahorita podría estrangular a alguien.

Subió al segundo piso a toda velocidad, decidido a hacer sus maletas y estar a kilómetros lejos cuándo terminara el partido porque sabía que Emilio no se iría a un hotel. Le daba igual que Joaquín hubiera llegado antes.

Pero cuándo entró en el dormitorio se detuvo de golpe. Emilio había dejado su maleta sobre la cama.

¿Se habría sorprendido al ver que sus cosas también estaban ahí?

Desde luego, no había perdido el tiempo buscándolo para avisarle de su presencia. Y además lo había besado.
Joaquín se llevó un dedo a los labios, notando la impresión aún de los de su ex alfa.

Cuándo abrió el armario y vió la ropa de Emilio colgando al lado de la suya tuvo que tragar saliva. Ver eso le recordaba lo felices que habían sido una vez... enojado, apartó la ropa de su ex alfa y tomó un par de ropa que tiró sobre la cama.

Iba a buscar su maleta cuándo de repente, se dió cuenta de que estaba dejando que Emilio le estropeara las vacaciones.

¿Porqué tenía que ser Joaquín el que se marchase?

Estaba cansado de correr durante 1 año, después de la separación había hecho todo lo posible para no encontrarse con Emilio. No acudía a fiestas ni iba a los sitios a los que solían ir juntos, de modo que se quedaba en casa cuándo no estaba trabajando.

Prácticamente se había convertido en un recluso y ahora quería pasarlo bien.

¿Porqué iba a dejar que Emilio Marcos le estropeara sus vacaciones cuándo claramente era él quién debía marcharse?

De repente supo lo que debía hacer. Era hora de que el prestigioso alfa Emilio Marcos probara una cucharada de su propia medicina.

Haría lo imposible para que no pudiera resistirse y cuándo creyera que lo tenía dónde quería, en la cama, lo dejaría con las ganas.

Joaquín sonrió.

La venganza nunca sería más dulce.

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Emilio entró a la casa, cerró la puerta y observó alrededor. Le había sorprendido ver la camioneta de Joaquín estacionada afuera porque esperaba que a éstas alturas se hubiera ido ya.

Karol lo buscó durante el partido para decirle que su ex omega se había marchado porque tenía un fuerte dolor de cabeza. Emilio, por supuesto, había tenido que marcharse rápida e inmediatamente fingiendo estar preocupado, aunque sabía que Joaquín había usado el dolor de cabeza cómo una excusa para desaparecer.

Lo escuchó moverse en el piso de arriba y pensó que estaría haciendo sus maletas. Seguramente no quería esperar ni un minuto más para volver dónde fuera que había estado escondido durante los últimos meses.

Emilio decidió despedirse de él antes de volver a siete robles, con la esperanza de ver el final del partido, pero cuándo empezó a subir las escaleras le llegó el aroma de Joaquín.

Un aroma que Emilio conocía muy bien y que sólo Joaquín tenía. Era una mezcla de su colonia favorita y su olor natural de omega.

Emilio amaba el olor natural de Joaquín, le recordaba el mar, al igual que sus ojos. Y aunque Emilio no era bueno nadando, siempre había amado el mar, al igual que a Joaquín.

Suspirando, metió las manos en los bolsillos del pantalón. Pensar que aquella sería la primera vez que estuviera en la casa sin Joaquín lo entristeció. Pero ya era lo suficientemente grande y podría soportarlo. Así que sacudió la cabeza y volvió a tomar el control.

No quería que Joaquín llegara a percibir su olor y pensara que era por él, aunque de cierta forma no estaría equivocado. Además, Joaquín ya le había hecho suficiente daño y dudaba que pudiese perdonarlo por hacerle creer que existía el amor verdadero para demostrarle después que no era así.

Había dejado de intentar imaginar en qué momento empezaron a separarse. Él sería el primero en admitir que trabajaba demasiadas horas, pero lo hacía con la intención de conseguir un respaldo económico suficiente cómo para no tener que trabajar toda la vida.

Aunque Joaquín ganaba mucho dinero con su trabajo cómo actor, Emilio era su alfa y se creía en la obligación de darle todo lo que pudiera necesitar. La carrera de un actor tenía muchos altibajos y aunque en aquel momento le iba bien, su intención era que nunca tuviera que preocuparse.

Habían hablado sobre unirse cómo uno mismo. Emilio no dudaba en que era su omega y quería marcar a Joaquín.

Incluso planearon formar una familia, pero Joaquín no había entendido que asegurar el futuro de sus hijos era importante para él. Tal vez porque su ex omega no había crecido rodeado de pobreza.

¿Qué tenía de malo en intentar asegurar el futuro de ambos?

Emilio seguía sin entenderlo y cuánto más lo pensaba más furioso se ponía.

Había construido su mundo alrededor de Joaquín.

Joaquín era lo único que importaba y todo lo que hacía lo hacía por él, pero Joaquín no lo había entendido. Y ahora era un hombre con la vida destrozada, aunque haría lo que fuese para que Joaquín no lo supiera.

Emilio llegó al dormitorio y sin molestarse en llamar, abrió la puerta.

Y se quedó helado.



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Seguimos......

La casa de los Emiliacos en los Hampton está en multimedia

Nos vemos AlbertXioW.

Still Mine // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora