Joaquín aceptó posponer la conversación y habían pasado 1 semana maravillosa.
Los dos temían que una discusión profunda sobre su relación los devolviera al mismo sitio de siempre y no estaban preparados para eso.
De modo que decidieron disfrutar el momento, vivir el presente sin aventurarse en el amargo pasado.
Durante los partidos de polo, todo el mundo especulaba sobre su relación y las columnas de chismes de People y otras revistas no ayudaban nada.
Habían publicado varias fotografías de los dos y era evidente quién las estaba pasando a la revista: Karol Sevilla.
La habían visto la noche que se encontraron con Textos y Karol los había molestado con un montón de preguntas que ni Emilio y mucho menos Joaquín querían contestar.
Durante los partidos, se limitaban a repetir la habitual frase de «sin comentarios» cuándo algún reportero les ponía un micrófono en la cara. Y la cuestión era que no podrían responder a ninguna pregunta porque aún no sabían qué había entre ellos.
Una revista había publicado que estaban teniendo una aventura de verano sin posibilidad de reconciliación, mientras otra anunciaba que habían vuelto en una relación formal. Incluso otra revista se había atrevido a publicar que el auténtico Joaquín estaba en Roma con Andrés y que el chico con el que Emilio pasaba el verano en los Hampton era un omega de gran parecido físico con su ex.
Naturalmente, ni siquiera se molestaban en desmentir tales rumores.
Joaquín estaba frente al ventanal de la biblioteca, pensativo mientras observaba las olas que llegaban a la playa.
Aquella semana había sido la mejor de su vida.
Y no le había molestado nada que Emilio tuviera que ir a Nueva York en un par de ocasiones, aunque las reuniones habían terminado tarde.
Ahora podía decir que, aunque lo culpaba a él por la ruptura de su relación, parte de la culpa también era suya.
Joaquín sabía muy bien lo difícil que era el trabajo de un productor de cine, que tenía que controlar el presupuesto, la producción, a las exigentes estrellas... Y sabiéndolo debería haber sido más comprensivo.
Lo más triste de todo era que siempre había sido un omega muy independiente y nunca había buscado la atención de nadie.
Pero cuándo perdió al cachorro no podía soportar la idea de un futuro en el que Emilio nunca estuviera a su lado cuándo lo necesitaba.
Suspirando, tomó un libro de poesía y estaba sentándose en uno de los sillones cuándo oyó pasos en la entrada. Al levantar la cabeza se quedó sorprendido al ver a Emilio, que había tenido que ir a Manhattan esa mañana para asistir a una reunión.
— ¿Ya estás de vuelta? — exclamó, levantándose.
Al abrazarlo supo lo que Emilio quería porque era lo mismo que quería él. Pero tenían que hablar, no podían esperar más.
— Creo que es hora de que hablemos — le dijo —. Hay algo que tengo que contarte.
Emilip creía saber lo que Joaquín iba a decirle, pero no quería escuchar que se había cansado de que sólo hubiera sexo entre ellos. Aunque podía entender que lo pensara.
Lo que no había tomado en consideración era que cada vez que lo hacían su corazón parecía a punto de explotar de amor por Joaquín.
Cada mañana, cuándo despertaba con Joaquín entre sus brazos, se daba cuenta de cómo lo quería. Hacer el amor era su forma de decirle lo que no podía expresar con palabras.
Sabía que no podían seguir así porque tenían que hablar y decidir qué iban a hacer sobre su futuro, pero no en aquel momento, cuándo lo deseaba tanto que no podía respirar.
- Emilio...
Él buscó sus labios y en unos segundos, Joaquín se rindió.
Aquello era lo que quería, lo que necesitaba.
Suspirando, lo apretó contra su entrepierna. Pero su calor lo atormentaba y, apartándose un poco, le dió la vuelta para ponerlo de espaldas.
— Sujétate a la mesa, cariño.
Joaquín sintió el calor de su aliento en la nuca y supo que estaba intentando hacerlo olvidar que tenían que hablar. Y, por el momento, consumido de deseo, lo dejaría.
— Te deseo tanto que me duele - dijo Emilio con voz ronca, tirando del pantalón corto y quitándoselo junto con sus pequeños boxers.
Joaquín sintió el aire fresco en su piel y cuándo empezó a acariciar sus nalgas, moldeando su carne a placer, dejó escapar un gemido.
Oyó el sonido de una cremallera y cerró los ojos al sentir la dureza de su erección mientras lo acariciaba entre las piernas.
Tuvo que agarrarse a la mesa cuándo él metió la cabeza del miembro entre su entrada. Sentirlo entrando en él por detrás era perverso y maravilloso y cuándo empujó con fuerza tuvo que gritar de placer.
En esa posición se sentía cómo una parte de él, envuelto en su abrazo, en la protección de su cuerpo.
Cerró los ojos, disfrutando de aquel acto tan íntimo, mientras Emilio empujaba las caderas hacía Joaquín acariciando su pecho, el roce de sus dedos haciendo que sus pezones se endureciesen.
El calor de su aliento en el cuello mientras murmuraba todo lo que pensaba hacerle antes de que terminase la noche despertaba en Joaquín un deseo frenético que apenas podía contener.
Y se dejó ir, el placer rompiéndolo en dos.
Joaquín tembló con un orgasmo que lo recorrió de la cabeza a los pies y unos segundos después, mientras empujaba con fuerza, Emilio se dejó ir también. Y Joaquín lo sintió. Lo sintió a él cómo lo había sentido tantas veces y sin poder contenerse, murmuró:
— Te quiero, Emilio.
No podía creer que lo hubiera dicho en voz alta y una parte de él esperaba que no lo hubiese oído.
Lentamente, Emilio le dió 2la vuelta y lo besó de la manera más tierna, pero no dijo nada.
Ni una palabra.
Seguimos...........
Nos vemos AlbertXioW.
ESTÁS LEYENDO
Still Mine // Adaptación Emiliaco Omegaverse
FanfictionEmilio Marcos era de los que nunca jugaban limpio, en especial cuándo se trataba de Joaquín, su ex omega. Pero cuándo Joaquín se mudó al otro lado del país, lo persiguió, dispuesto a recuperar su amor... por todos los medios posibles. Adaptación A...