Sᴀɴᴇᴍɪ, ⵊ ʟɪᴋᴇ ʜᴇʀ

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POV: Narradora

Iguro estaba en camino hacía los camerinos, con esperanza de que sus alumnos aún estuvieran ahí.
Afortunadamente cuando entró a la sala casi todos seguían ahí.

—¡Mocosos! perdónenme tuve inconvenientes.

—Jirafal- digo profesor Iguro, nos abandonó— comentó un niño.

—Lo sé, en serio les ofrezco una disculpa.

—No se preocupe, pero ¿nos podría decir por qué no aparecía? — dijo un niño rubio.

—Me quedé encerrado en la cafetería. Pero cambiando de tema, en serio me sorprendió como tocaron, no estuvo tan de la fregada.

—Gracias profesor— dijeron al unísono, los alumnos estaban felices, ya que escasas veces su profesor los felicita.

—Pero ¿cómo escuchó como tocábamos? si estaba hasta la cafetería, no creo que el ruido se escuche hasta allá— cuestionó una niña.

—El sonido estaba conectado a las bocinas de la escuela, así que los logré escuchar.

—Ya veo... otra cosa profesor ¿Por qué cambió los acordes? No es por ofender, pero eso daba más probabilidades de que saliera para el carajo. Con suerte sabíamos esas canciones, pero qué tal si no, pudimos habernos puesto en ridículo.

—Tiene razón, pero lamento decirles que yo no cambié las partituras, también quería hablar de eso con ustedes, creí que ustedes fueron los que querían cambiar el ambiente.

—Claro que no, no podríamos arriesgarnos así.

—Lamentó interrumpir, pero profesor, dijo que se quedó encerrado en la cafetería ¿no? — asintió. —La cafetería no se puede cerrar con seguro a menos que usen la llave. Y los que tienen esa llave solo son los conserjes, profesores y miembros del consejo.

—Los profesores y conserjes no asistieron aquí, tenían la invitación, pero conociéndolos les da flojera venir. Además se hizo una lista con los asistentes y no aparecieron los profesores.

—Quiere decir que alguien del consejo cerró.

—¿Estaba sentado hasta el fondo?— preguntó otro niño.

—¿Es una entrevista esto?

—Solo contesta la concha de tu madre.

—Le voy a decir a tu mamá, pero contestando tu pregunta, no estaba en las mesas que están casi luego luego de la puerta.

—Entonces no hay forma de que la persona que haya cerrado no lo viera.

—A que van con todo esto todoteorías.

—Que probablemente alguien lo haya dejado encerrado apropósito, y si dijo que usted no cambió las letras-

—Alguien más las cambió— dijo Iguro serio.

—Espera, solo los miembros del consejo son los que deben de tener la llave, ¿quien y quien del consejo asistió aquí?

—Solo Senjuro y Zhavia— contestó el azabache.

—Pero Senjuro estaba con nosotros en el intermedio— respondió otro niño.

—Zhavia no estaba con ninguno de nosotros.

—Estaba en el baño, cabeza de chorlito— gritó La niña enfadada.

—Pues eso no es lo que se ve en las cámaras mocosa— dijo un albino entrando a la habitación.

La niña sudó.

—¿Qué cámaras Sanemi?— preguntó el bajo.

—Las de seguridad idiota, me quede preocupado por encontrarte encerrado, entonces fui a los controles de las cámaras de seguridad. Y mi sorpresa fue al encontrar el video de cierta mocosa cerrando con candado la puerta.

—¿En serio Zhavia?— Iguro tenía un rostro aún más serio.

—No lo ví profesor— contestó tratando de justificar. —¿Por qué querría que se quedara encerrado?

—Venganza niña, claramente se ve que veías que Iguro estaba ahí.

—Entonces Zhavia también cambió las partituras, eso explica porqué siempre le tocaban más partes a ella.

—Mocosa insolente, ¿sabes lo mal parado que me dejaste? ¿Podrían pensar que soy irresponsable al dejar plantados a los alumnos.

—Esa era la intensión— dijo sonriendo —así verán que no es de confianza y lo despedirán.

—Si vamos a despedir a alguien, a ti, pero de la banda— dijo Iguro con rabia.

—No creo que sea capaz.

—Pues ve como lo soy. Zhavia Sierra estás fuera de la banda, ya no te molestes en venir a practicar, ya no serás bienvenida aquí. Ah y de paso pasaré el reporte ha mis profesores de música conocidos, para que no vuelvas a estar en ninguna clase de la ciudad.

—Pero-

—Sin peros, y agradece que no he dejado que Sanemi te golpee. Lárgate de aquí por favor.

La Niña se fue enojada, no, furiosa, nunca se le ocurrió que podría haber cámaras. Y ahora por ese error le costó su lugar en la banda.

Iguro luego de hablar con sus alumnos y Sanemi, acordó con el último verse luego de dejar a Mitsuri en su casa.

Iguro se despidió de Mitsuri y nuevamente prendió el carro y condució hasta la casa de su amigo.
Cuando llegó se dirigió a tocar el timbre de la casa.

—100 años después minion.

—Cállate salmón.

Se sentaron en el sillón y empezaron a hablar.

—Tremenda balada te aventaste— dijo sonriéndole.

—Cállate, no se ni siquiera de donde saqué los huevos para hacerlo.

—Ni idea, pero vas bien namas falta que te confieses.

—¿Mis impuestos?

—No, que estas re loco por ella.

—No estoy loco por Kanroji, ni si quiera me gusta.

—Nunca dije que hablábamos de Kanroji.

—¿No era muy obvio?

—Seh, pero Iguro por favor, se re nota que te gusta, ya a pasado tiempo desde que la conoces, debiste desarrollar sentimientos por ella.

—No lo sé, está enredado, no se como darme cuenta que estoy enamorado.

—Fácil, descríbemela.

—Es la mujer más hermosa del mundo, tiene una sonrisa que te alegra hasta en los días más oscuros, te apoya siempre, es tan amable, tiene una voz tan hermosa, con solo escucharla ya puedo vivir, huele a mochis.

—Se nota que no te gusta ¿eh?

—¿Me gusta?

—Pues no creo que a todas las describas así.

—Aún no estoy seguro.

—Ni la pluma (Adrien) se atrevió a tanto.

Iguro se quedó pensando en lo que dijo, —¿estoy enamorado de ella?— pensó —Pues Sanemi tiene razón, nunca he sentido lo que siento con Mitsuri, ella me hace sentir feliz y cómodo, ella me alegra el día. Y pensé que me quedaría con Karubamaru.

—Sanemi— el albino volteó —Si, la quiero mucho...estoy enamorado de ella.

—¡Gracias Dios!— exclamó levantándose y saltando.

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Juntos hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora