Uɴᴀ ᴅᴜʟᴄᴇ ᴍᴇʟᴏᴅɪ́ᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴇ ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴀ ᴀ ᴛɪ

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POV: NARRADORA

La semana había pasado volando y en un abrir y cerrar de ojos ya era viernes, el concierto de Iguro ya estaba a un día de realizarse, por lo que ahora tenemos a un Obanai algo inquieto.

—Valió mamá— pensó. —A ver mocosos, ¿todos ya tienen sus instrumentos?

Los muchachos asintieron. —De acuerdo entonces empezamos el ensayo general.

El concierto en sí, no era la gran cosa, solo tocarían canciones clásicas, porque ¡Oh sorpresa! El director de esa escuela odia la música contemporánea —se llevaría bien con Muzan—. A Iguro le habían encargado el mando, pues el, anteriormente había dirigido una que otra orquesta, y lo hacía de maravilla. Él aceptó, ya que le encantaba todo lo relacionado con el mundo musical.

Los muchachos habían ensayado desde 3 meses atrás, por lo que sería pan comido este evento, sin embargo no faltaba el muchacho o muchacha chistoso que cambiara las notas apropósito y empiece a tocar lo que se le antoje, lo que era el caso de Zhavia.

Esta niña era todo un problema, escondía los instrumentos de sus compañeros, cambiaba las partituras, he incluso casi provoca que se rompa el piano. Iguro la odiaba de cierta manera, ya que nunca le dejaba ensayar tranquilo, más de una vez la quizo sacar de una vez de la banda, el no es exactamente un hombre paciente. Lamentablemente por más que Iguro quisiera, no la podían sacar de la banda, ya que era una maestra con el violín, si la sacaran la banda perdería a una joya, hasta el mismo lo reconocía que tenía un talento con eso, fácilmente podría entrar en una academia de música prestigiosa, pero lamentablemente su carácter no ayudaba.

El no era el único que la detestaba, Sanemi que también estaba ahí, y si él no es hombre paciente, Sanemi es mil veces peor, más de una vez la quizo golpear, gracias a Dios Iguro lo detuvo.

El ensayo iba saliendo de maravilla, ya llevaban la mayoría de las canciones, HASTA que doña Zhavia se le ocurrió la maravillosa de lanzar su arco del violín a Sanemi, lo cual no le causó mucha gracia que digamos.

—Ahora si ya valiste Mier-

—¡Sanemi! Contrólate— gritó Iguro dirigiéndose a ellos —te podrían demandar.

—Me vale madres- exclamó llegando a la castaña, que mantenía una sonrisa malvada.

—¿Le dolió?— dijo tratando de sonar inocente.

—No lo que le dolerá a ti.

Sanemi agarró del brazo a la adolescente, apretando el agarre, a lo que la muchacha empezaba a ponerse pálida y se le empezaran poner los ojos llorosos, si bien nunca pensó que Sanemi en verdad fuera capaz de golpearla, pero se equivocó.

—Sanemi basta— dijo el azabache agarrando al albino y separándolo de la chica —Por más que quieras matarla tienes que controlarte.

—Jajaja valla valla Zhavia, ¿no que muy valiente? Un profesor te tuvo que defender de tu muerte— dijo un compañero burlándose.

—Tu cállate Mojoncio— regañó el bajo. —Zhavia, en serio ya no podemos tolerar este comportamiento tuyo, como castigo, te quedarás a recoger todo el salón.

—Ash— se quejó.

—¿Te castigan como a los niños chiquitos Zhavia? JAJAJAJAJAA— los demás presentes ahí también se empezaron a reír, lo que avergonzó a la niña.

—¡Se me callan todos! O ¿quieren acompañarla a limpiar?— los de ahí inmediatamente guardaron silencio.

Luego del ensayo, Iguro les dio algunas instrucciones a los menores. —A ver mocosos, mañana es el día, tienen que llegar aquí exactamente antes de las 7:00 p.m. para hacer un pequeño ensayo. Traigan sus vestuarios aparte, para cambiarse aquí, los instrumentos se quedarán aquí por precaución, quiero evitar que alguno se le olvide. El evento empezará a las 8:30 p.m. En serio espero que todo salga bien, confío en ustedes y sé que lo harán excelente. Sin más que decir, son libres, ya se pueden ir— los niños salieron de prisa de la institución, incluyendo a Sanemi y Iguro.

Juntos hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora