Capítulo 9

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Los tres días pasaron en un parpadeo, pero la última noche que pasó en la enfermería, Morgan no consiguió conciliar el sueño. Se quedó despierto observando el techo del lugar y como los tenues rayos de luz lunar se desdibujaban entre las paredes. La oscuridad marcaba dominio, y de no ser por la luz de vela en su mesita de noche, probablemente el movimiento de sus cortinas por la poca brisa sería más espectral.

Pero fue un movimiento en especial lo que atrajo su atención y lo hizo incorporarse en la cama. La luz de la vela lograba iluminar un pequeño espacio frente a él, una esquina segura a la que podía mirar por un rato y pensar con tranquilidad, lo extraño vino del otro lado, el lugar el que los rayos de la luna no alcanzaban y el que la vela mantenía oculta. Escuchó las perchas de las cortinas correrse sobre el tubo de aluminio que las sostenía, pero cuando apuntó su varita con un lumos, las cortinas estaban en su sitio, sin huecos o movimientos bruscos que delataran algo extraño.

En otras circunstancias, Morgan se habría conformado con eso, sin notar nada raro, se acomodaría de nuevo en las sabanas e intentaría dormir. Pero la forma en que su magia se removió le dijo lo contrario. Percibía otra cosa, y el sentimiento que dejaba a su paso se mezcló con los suyos y lo dejó contrariado. Su magia por una vez parecía estar zumbando en una danza alegre, le recordó al mismo sentimiento reconfortante que lo invadió cuando estuvo bajo la maldición imperius del profesor Moody. Pero Morgan no estaba feliz. Su magia sentía otra presencia, y aunque a esta le parecía alegre, él no podía verla o escucharla y eso lo dejaba inquieto.

Entrecerró los ojos confundido y decidió investigar, con la varita en alto, siguió apuntando a la nada mientras bajaba de la cama. El zumbido se detuvo, quizás porque sus nervios fueron mucho más fuertes, y se acercó a la esquina en la que permanecía la oscuridad, permaneció quieto esperando otro movimiento, al menos el más insignificante ruido.

Se giró de golpe cuando escuchó un tintineo detrás de él y tropezó con algo duro. Morgan se mordió el labio para no echar maldiciones al azar a la silla de visitas, que imaginó, era la obvia causante de su susto. Terminó asumiendo que estaba siendo paranoico y regresó a la cama. Entonces la luz de la vela ya no se le hizo tan cómoda y se levantó sobre sus codos para apagarla de un soplido.

La mañana siguiente, pese a dormir poco, se sentía renovado. Sonrió a madame Pomfrey luego de recibir su desayuno, contando cada minuto que le quedaba para que ella lo dejara ir. Estaba muy comprometido a cumplir la promesa que le hizo a Hannah y también a evitar que sus emociones lo controlen. No quería volver a perder el control de nuevo y ser más imprudente. Claro que sus pensamientos se congelaron cuando se dio cuenta de un pequeño detalle a su alrededor; la silla con la que se asustó en la madrugada estaba del otro lado de su cama, junto a su mesita de noche, y no por el lugar donde tropezó.

♦•••♦

—Un fantasma — Aseguró Blaise cuando Morgan terminó de contarle lo que pasó en la enfermería.

Hace una hora que le dieron de alta y lo primero que hizo fue esperar a sus amigos fuera de su última clase. Todos juntos caminaron al gran comedor para almorzar y continuar con el resto de sus clases, donde Morgan por fin se iba a incorporar.

—Lo dudo. Los fantasmas de la escuela no van mucho a la enfermería — Dijo Theo pensativo —. ¿Estás seguro que no alucinaste? Quizás tropezaste con las cortinas o la pared.

"Estaba lejos de la pared y tampoco sería lógico con la cortina, mis pies se habrían enrollado."

—Si dices que revisaste y no había nada, no se me ocurre otra cosa — Señaló Blaise —, a menos que lo hayas echo con tus propios pies y seas tan estúpido como para no darte cuenta.

Voz Silenciosa || Harry James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora