o. prologo

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𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎

𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎

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—Princesa Reagan, el rey Caspian quiere verla inmediatamente—,una dríade entró en la habitación de la muchacha con bastante prisa,—también quiere que le diga que es muy importante—.

     —Gracias, Berberis. Ya puedes irte, yo iré ahora mismo—,despidió Reagan a la criatura, tal y como le habían enseñado. La dríade se marchó y la princesa terminó de ponerse el collar que llevaba todos los días desde que los Pevensie abandonaron Narnia. Cuando lo ató, bajó corriendo las escaleras hasta la habitación que habían destinado a las reuniones, donde estaba Caspian, paseándose de arriba abajo. Parecía nervioso por algo y eso preocupaba a Reagan.

     —¡Reagan, aquí estás!—

     —¿Qué pasa, Caspian? ¿Ha pasado algo?—,preguntó Reagan realmente preocupada. Hacía tres años que la paz no golpeaba a Narnia y, para ser sinceros, sus Majestades estaban demasiado cómodos ahora mismo y no estaban preparados en absoluto de una posible guerra.

     —No, no te preocupes. Al menos no ahora. Mientras Miraz era rey, expulsó a los Siete Grandes Señores de Telmar. No lo sabía, pero ahora que lo sé, creo que lo correcto es que vayamos a buscarlos. Estaba pensando en conseguir un barco. ¿El Viajero del Alba, quizás?—,sonrió Caspian mirando a su compañera.

     En ese momento, Reagan recordó la primera vez que había visto el Viajero del Alba. Fue en su primer año como princesa de Narnia. Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la chica y sus ojos se iluminaron como si hubiera visto a la criatura más hermosa de la historia, una expresión que Caspian no había visto en mucho tiempo viniendo de la chica.

     —¡Gracias, gracias, gracias, Caspian, te quiero!—,la chica abrazó al Rey como si lo conociera de toda la vida, aunque en ese momento, parecía que llevaban juntos desde los pañales. Caspian inmediatamente, rodeó con sus brazos la cintura de la chica y, levantándola, le dio un par de vueltas, riendo. Ambos, el Rey y la Princesa, habían crecido muy unidos en esos tres años que habían pasado desde que los Pevensie abandonaron Narnia una vez más.

     —Nos separaremos mañana por la mañana, así que pongámonos en marcha. Creo que será mejor que traigas pantalones en lugar de vestidos, no sabemos el frío que puede hacer—,le aconsejó bajando la cabeza.

     Reagan asintió y abandonó la habitación, dispuesta a preparar lo que iba a llevar para el viaje que les esperaba. Mientras lo hacía, la muchacha no podía dejar de imaginar lo mucho que les habría gustado a Peter, Susan, Edmund y Lucy ir a una aventura como aquella, especialmente en un barco tan increíble como el Viajero del Alba.

     Y también, no podía dejar de pensar en cómo sería su vida en Inglaterra, si sehabían olvidado de ella, si alguna vez podrían volver a visitar Narnia, avisitarla de nuevo.

     Y también, no podía dejar de pensar en cómo sería su vida en Inglaterra, si sehabían olvidado de ella, si alguna vez podrían volver a visitar Narnia, avisitarla de nuevo

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𝐒𝐀𝐈𝐋𝐎𝐑 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora