xii. la serpiente de mar

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐄
𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐑𝐏𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐑

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐄𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐑𝐏𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐑

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La niebla empezó a susurrar a los marineros, adoptando una forma diferente para cada uno de ellos. Pronto, Reagan empezó a oír también voces.

     Las reconoció perfectamente, eran las voces de varios caballeros que los habían visitado en su castillo, burlándose de su pequeño cuerpo y de sus escasas cualidades para llegar a ser reina. Eran las voces de todos los narnianos que no creían en ella. Era la voz de Caspian despidiéndola de las reuniones porque no estaba hecha para la guerra. Era la voz de Edmund diciendo que ella no era suficiente para un rey. Era Lucy, era Peter, era Susan, era... Aslan.

     —Cállate—,susurró ella, soltando las manos de Edmund y tapándose los oídos, intentando amortiguar las voces. Pero era inútil, era como si las voces estuvieran realmente dentro de su cabeza,—¡cállate!—.

Sin embargo, Edmund no tuvo tiempo de preocuparse por la muchacha porque un rostro demasiado familiar apareció ante sus ojos, llamándolo por su nombre y ofreciéndole un reino para toda la vida. La Bruja Blanca había encontrado su camino hacia él una vez más.

     —Vete—,le dijo,—estás muerta—.

     —Nunca podrás matarme—,se rió ella,—siempre estaré viva en tu mente, chico tonto—.

     —¡No!—

     —Edmund—,le llamó Lucy, despertándole del tipo de sueño en el que estaba metido,—¿estás bien?—.

     Antes de que pudieran seguir hablando, escucharon un grito en la distancia, aconsejándoles que se alejaran de la isla. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Reagan, haciendo que se le erizaran los pelos. Caspian, que estaba a su lado, se percató de ello y rodeó con su brazo a la pequeña, sobresaltándola. Ni siquiera había pisado la isla y ya estaba asustada.

     Edmund dirigió su linterna hacia el origen de la voz, revelando a un anciano que sostenía una espada que parecía demasiado grande para su cuerpo flaco y sin comida. Era el último señor.

     —No nos iremos—,afirmó Caspian, pero el señor siguió repitiendo la misma frase.

     —Caspian—,llamó Edmund,—Caspian su espada—.

     —¡Lord Rhoop!—

     El Lord intentó escapar, temeroso de ellos, pero Caspian pronto ordenó que todos lo subieran a bordo. La tripulación comenzó a moverse, sabiendo exactamente lo que tenían que hacer y cuáles eran sus lugares, pero antes de que pudieran hacer nada, Eustace lo agarró y lo subió al barco, donde todos le apuntaron con sus arpones por si intentaba atacar a alguien.

𝐒𝐀𝐈𝐋𝐎𝐑 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora