xiii. la nacion de aslan

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄
𝐋𝐀 𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 𝐃𝐄 𝐀𝐒𝐋𝐀𝐍

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄𝐋𝐀 𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 𝐃𝐄 𝐀𝐒𝐋𝐀𝐍

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     —¡Edmund! ¡Caspian!—gritó Lucy, tratando de llamar su atención mientras se arrodillaba junto al cuerpo de Reagan. Ella seguía respirando, pero cada vez más pesada, al igual que la sangre que fluía de su brazo.

—¡Reagan!—,exclamaron ambos chicos al mismo tiempo, corriendo hacia ellas. Lucy los dejó un segundo para poder tomar su frasco, pero las manos le temblaban y casi se le cae al suelo. Edmund la había tomado de la mano derecha, apartando la espada de su cuerpo.

Dos lágrimas cayeron de sus ojos.

—No debí dejarla para que luchara contra ese estúpido monstruo—,se lamentó. Caspian rodeó al muchacho con su brazo, tratando de consolarlo diciendo que nadie la había visto hacerlo, así que nadie podría haber evitado que sucediera.

Lucy apareció poco después y dejó caer una gota de su frasco en la boca de Reagan, mientras el capitán le ataba el brazo. Toda la tripulación se había acercado a ellos y contenían la respiración, rezando para que la princesa despertara.

Sólo unos minutos después ella abrió los ojos, haciendo que todos sonrieran de alivio. Caspian y Lucy fueron los primeros en abrazarla, dejando a Edmund para lo último para que tuviera más tiempo.

—¿Qué pasó?—preguntó ella, echando un vistazo a su brazo.

—Decidiste jugar al héroe otra vez—,rió Edmund a su lado, aún llorando.

La conversación se cortó cuando se dieron cuenta de que ya no estaban rodeados de oscuridad, sino que una luz brillante llenaba el ambiente. Parecía que hacía siglos que no veían el sol. Todos los narnianos empezaron a vitorear, felices de poder volver a casa con sus familias. De repente, empezaron a aparecer de la niebla barcos llenos de gente, como si fuera magia.

La madre de Gael estaba en uno de esos botes, haciendo que ella y Rhince se lanzaran al agua y nadaran rápidamente hacia ella. Lucy ayudó a levantar a Reagan y ambos hermanos, Caspian y ella se fundieron en un abrazo, mirando con orgullo a la pequeña abrazando a su madre. No pudieron evitar derramar lágrimas de alegría mientras Caspian ordenaba que la tripulación los subiera a todos a bordo.

—Lo hemos conseguido—,sonrió Lucy,—sabía que lo haríamos, por supuesto. Pero sigue siendo gratificante—.

—Aunque no fuimos sólo nosotros—,señaló Edmund, agarrando más fuerte la mano de Reagan.

—Quieres decir...—Empezó Caspian, pero no pudo terminar la frase porque oyeron una voz familiar que los llamaba desde el agua.

—¡Eustace!—exclamó la princesa, riendo de felicidad al ver al muchacho. ¿Quién iba a pensar que iban a echar de menos a aquel chico rubio y enfadado que llegó el primer día gritando que los iba a demandar a todos?

𝐒𝐀𝐈𝐋𝐎𝐑 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora