ii. lucy

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒
𝐋𝐔𝐂𝐘

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒𝐋𝐔𝐂𝐘

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     Una niña de pelo castaño que la princesa conocía demasiado bien apareció en cubierta, completamente empapada, y abrazó a Caspian con fuerza. Había crecido con los años, aunque no había pasado mucho tiempo en Inglaterra comparado con el que había pasado en Narnia.

Reagan bajó del balcón corriendo lo más rápido que pudo y se lanzó a los brazos de Lucy, sin importarle mojarse. Al principio, se vio sorprendida por el repentino acercamiento, pero cuando Lucy se dio cuenta de quién era la que la abrazaba, hizo lo mismo y aún más fuerte, si es que eso era posible.

—¡Lucy! No puedo creer que estés aquí. Gracias Aslan, me habría muerto de aburrimiento si tuviera que pasar un solo día más sola. ¿Cómo está todo? ¿Qué haces aquí?—

—Reagan—,suspiró Lucy con alegría,—eso es lo que quiero saber. ¿Ahora no nos llamaste?—

—No. Esta vez no—,explicó Caspian mientras las chicas se soltaban. Una vez que Lucy y Reagan rompieron el abrazo, esta última comenzó a buscar a cierto alguien con la mirada, y pronto, se posaron en un particular chico de pelo negro que tenía una toalla alrededor de los hombros. Y el chico estaba haciendo lo mismo: tratando de encontrar a la chica que tanto había echado de menos.

—¡Edmund!—exclamó y corrió hacia él. Una vez que llegó donde él estaba, le dio el abrazo más grande y apretado que jamás había dado a nadie, ni siquiera a Lucy. —¡Te he echado tanto de menos! Has crecido mucho!—

—¡Reagan! Yo también te he echado de menos, y eso que eres más bajita—,se rió levantándola y haciéndola girar.

—¡No puedo creer que estés aquí de nuevo! ¿Por qué? No importa, me alegro de que estés aquí. Por cierto, deberías cambiarte, estás muy mojado—,empezó a divagar Reagan.

—Pues sí, acabo de llegar del mar. Y sea como sea, me alegro de estar aquí—,miró a la chica haciendo que se diera cuenta de lo que acababa de decir, riéndose ambos inmediatamente. Los ojos de Edmund brillaban de asombro, no podía creer que después de tanto tiempo, Reagan estuviera de nuevo frente a él.

—Vengan conmigo los dos, les daré ropa limpia para que se la pongan—ofreció Caspian y ambos Pevensies aceptaron. Pero no antes de que escucharan una voz bastante molesta (pero desconocida para Reagan).

—¡Suéltame! Está intentando matarme, ¡déjame ir!—el niño lanzó al miembro más pequeño de la tripulación lejos de él, haciéndolo aterrizar frente a los Pevensies.

—¡Repicheep!—Lucy sonrió. Sólo Aslan sabe cuánto había echado de menos al ratoncito. Se inclinó frente a ellos y luego preguntó qué hacer con el niño rubio que seguía gritando que Reep quería arrancarle la cara o algo así. Era bastante difícil entenderle, para ser honestos, ya que estaba tan asustado que no podía pronunciar correctamente.

—Sólo intentaba expulsar el agua de sus pulmones, señor—,le explicó Reepicheep al chico.

—Habló, ¿oyeron? Habló—.

—Siempre habla—,explicó Reagan sonriendo.

—Diría, que lo difícil es obligarlo a callar—.

—En el momento en que no haya más que decir, alteza, le prometo que no diré nada—.

—De todos modos, ¿quién es él?—Inquirió la chica mirando a Edmund, que estaba a su lado.

—Eustace, mi estúpido primo—,explicó poniendo los ojos en blanco mientras el chico, Eustace, seguía hablando sin parar de cómo quería que acabara aquella pesadilla.

—Tal vez podríamos lanzarlo de vuelta—, propuso Reep haciendo que Edmund se lo pensara realmente, no mucho antes de que Lucy le golpeara en el hombro, borrando ese pensamiento de su mente. Ya cansado de escucharlo, un minotauro le explicó que estaba en el Viajero del Alba, el mejor navío de Narnia. Pero lejos de calmarle, la visión del monstruo le hizo desfallecer.

—¡Tripulación!—,anunció Caspian a toda la tripulación,—les presentamos a nuestros náufragos: Edmund el Justo y Lucy la Valiente, el Rey y Reina de Narnia—.

Todos se arrodillaron ante ellos. El tiempo podía haber pasado, pero ellos siempre serían los Reyes y Reinas de antaño, aunque Narnia no volviera a ver a Peter y Susan, su recuerdo estaba muy vivo. Finalmente, una vez calmada la emoción, Reagan y Caspian condujeron a Lucy y Edmund a la sala de mapas, dispuestos a explicarles la misión en la que se encontraban. Sus ojos recorrieron toda la sala y Lucy se apresuró a señalar el arco y las flechas de Susan.

Caspian tomó su daga y la poción y se los entregó, eran suyos después de todo. No mucho más tarde, Edmund se fijó en la espada de Peter, que Caspian había cuidado tal y como había prometido, y aunque el nuevo Rey quería dársela a Edmund, se negó ya que Peter se la había dado a Caspian.

—Oh, aunque si guarde esto para ti—,Reagan habló por primera vez desde que entraron en la habitación y sacó la linterna de Edmund, dándosela al chico que la encendió en sus ojos por accidente, haciendo que Reagan soltara una risita.

—¿Cómo está Narnia últimamente?—Preguntó Lucy realmente preocupada por el estado de su lugar favorito.

—Desde que se fueron, los Gigantes del Norte se rindieron incondicionalmente. Luego derrotamos al ejércitos de Calormen en el Gran Desierto. Hay paz a lo largo y ancho de Narnia—.

—¿Y también hallaste una reina en esos tres años?—

—No. Nadie se compara con tu hermana—,sonrió Caspian hacia la pequeña (ya no tan pequeña).

—¿Y tú, Reagan? ¿Has encontrado un príncipe?—

La pregunta de Lucy hizo que los ojos de Edmund miraran directamente a la princesa narniana, deseoso de conocer la respuesta.

—Reagan ha tenido otra... cosa en mente. Sigue tan soltera como cuando te fuiste—,contestó Caspian volviendo a mirar a Edmund, que se relajó.

—Espera. Entonces, si no hay guerras que pelear y nadie esta en problemas, ¿Qué nos trago aquí?—

—Tienes razón. También me pregunto lo mismo—,respondió Caspian. Y a partir de entonces comenzaron a discutir el plan que tenían y la razón por la que se habían embarcado en el Viajero del Alba.

Reagan había aprendido a quedarse callada cuando empezaban a hablar deesos temas, ya que nunca participaba en ninguna de las reuniones que tenían alrespecto. Para ser sincera, ni siquiera conocía toda la información, así que selimitaba a escuchar con atención, tratando de pensar en lo que les esperabaahora que los Pevensie estaban ahí. Porque si estaban ahí, era porque losnecesitaban, o los necesitarían. Su cara estaba crispada por intentarentenderlo todo, pero rompió en una sonrisa cuando escuchó a Edmund reírseligeramente al mencionar a las Serpientes Marinas que se decía que vivían alEste de las Islas Solitarias.

 Su cara estaba crispada por intentarentenderlo todo, pero rompió en una sonrisa cuando escuchó a Edmund reírseligeramente al mencionar a las Serpientes Marinas que se decía que vivían alEste de las Islas Solitarias

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𝐒𝐀𝐈𝐋𝐎𝐑 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora