iv. rhince

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎
𝐑𝐇𝐈𝐍𝐂𝐄

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎𝐑𝐇𝐈𝐍𝐂𝐄

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—¿Estás bien?—Edmund tomó a Reagan en brazos y la abrazó tan fuerte como pudo.

—Lo estoy, es que...—la pobre chica no podía ni hablar por el shock,—lo estoy, no te preocupes—,afirmó y empezó a caminar hacia la nave.

Edmund pudo ver que no estaba bien y se anotó que tenía que hablar con ella en el Viajero del Alba.

—¡Majestad, Majestad!—gritó un hombre llamando a Caspian y poco después, la misma niña que habían visto llorar por su madre, lo abrazó,—mi esposa fue secuestrada esta mañana. Dejeme ir con usted. Soy un buen marino, he pasado la vida en el mar—.

Caspian determinó que el hombre debía ir con ellos y ordenó a la niña que se quedara ahí con su tía, con la promesa de que volvería, como siempre hacía. Otro hombre los interrumpió en su camino de regreso, pero esta vez era uno de los siete Señores de Telmar, quien les entregó una espada diciéndoles que encontraran a los seis restantes, ya que ellos los protegerían a todos. Caspian se la entregó a Edmund, que la miró completamente asombrado.

En cuanto subieron al barco, Reagan voló a su habitación y cerró la puerta, sin querer hablar con nadie. Pero sus deseos no fueron escuchados porque alguien llamó a la puerta. Pensó que era Lucy, ya que tenían que dormir juntas, pero resultó que era Edmund.

—Reagan, ¿qué pasa?—

—No pasa nada, Edmund. Ya te he dicho que estoy bien—,afirmó ella mirándole desde la cama.

—Sí, pero puedo decir que no lo estás. Háblame, por favor—,le suplicó él mirándola a los ojos.

—Es que... No puedo creer que nos hayan puesto precio. Y no puedo creer las cosas horribles que nos dijeron mientras estábamos ahí, mostradas como si fuéramos juguetes o algo así—,para este punto, la chica ya había comenzado a llorar,—Aslan sabe lo que nos habrían hecho si los narnianos no hubieran estado ahí—.

—Todo ha terminado, Re. Te lo prometo. No dejaré que te pase nada mientras esté aquí—,habló suavemente colocando un mechón de pelo detrás de la oreja de la chica,—Voy a estar a tu lado todo el tiempo. Incluso te vas a cansar de mí—.

—No creo que eso sea posible—,se rió ligeramente. Entonces ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos, perdiéndose en ellos. No hacían falta palabras para que ambos chicos supieran que se necesitaban enormemente. Y entonces, en medio del momento, alguien abrió la puerta, haciendo que los dos se separaran.

—Dios mío, lo siento mucho. No sabía...—empezó a disculparse por haber interrumpido obviamente el momento.

—Está bien, Lu. No estábamos haciendo nada, sólo hablando. ¿Está todo bien?— Reagan le sonrió, con los ojos aún rojos por el llanto.

—Sí, es que... Caspian me dijo que estaba durmiendo contigo así que pensé que tal vez podríamos hablar un poco antes de ir a la cama, ¿sabes?—

—Oh, sí, por supuesto. Me encantaría. Nos vemos mañana, Edmund, que tengas buenas noches—,abrazó al chico de pelo negro, él la imitó y deseó las buenas noches a las chicas también.

—¿Qué estaba pasando entre ustedes dos?—Preguntó Lucy mientras las dos chicas se ponían la ropa de dormir.

—Oh, nada. Sólo estábamos hablando porque él había visto que yo estaba un poco conmocionada por lo que había pasado antes. Pero sólo eso, sólo hablar—.

—¿De verdad? Porque parecía que estaban a punto de besarse—,insistió ella.

No mucho más tarde, Lucy se durmió pero Reagan no pudo, así que después de una hora de sólo rodar en la cama decidió salir de la habitación y respirar un poco de aire fresco. Esperaba estar sola, pero para su sorpresa, Edmund y Caspian ya estaban ahí. Como no quería molestar, decidió esperar a que terminaran su conversación. Estaba a punto de entrar, pero se detuvo al oír su nombre.

—¿Cómo ha estado Reagan?—le preguntó Edmund al Rey.

—Ha sido... difícil para ella. Ciertamente no estaba preparada para convertirse en princesa, pero no creo que me corresponda decir esto. Debería decírselo ella misma—.

La chica vio como los dos chicos estaban a punto de girarse y descubrirla así que se reveló antes de que pensaran que les estaba espiando.

—Buenas noches, chicos—,se acercó a ellos,—lo siento, no quería asustaros. Es que no podía dormir—.

—Nosotros tampoco, pero creo que es mi hora de ir a apostar o si no mañana estaré muy cansado, así que buenas noches—,Caspian se levantó y se dirigió a su habitación.

—Yo tampoco pude dormir, es que... he estado pensando mucho—,explicó Edmund mientras Reagan tomaba asiento a su lado. Ambos estaban de cara al mar, con las piernas colgando de la borda. Un techo de estrellas descansaba sobre sus cabezas y podían ver los puntitos de luz que se reflejaban en la superficie del océano.

—¿En qué has estado pensando?—

—En todo. Peter, Susan, Narnia, Aslan, tú—.

—¿Yo? ¿Por qué ibas a estar pensando en mí?—Preguntó Reagan completamente inocente.

—Me refiero a lo que te ha pasado hoy. No quiero que te pase nada malo, nunca, no te lo mereces—.

—No te preocupes, Edmund—,la chica le puso una mano en la pierna para calmarlo,—no lo hará, ¿sí? Tendré más cuidado a partir de ahora—.

El chico se quedó sin palabras. Sus ojos viajaron de la mano de Reagan a sus ojos y de nuevo a su mano. Miles de pensamientos pasaban por la mente de Edmund, y Reagan se limitó a mirarle esperando que el chico dijera algo.

—Reagan—,la llamó, sólo para que Reagan hiciera un gesto indicando que le estaba escuchando,—¿puedo hacer algo?—.

—Si quieres echarme del barco entonces tencuidado que...—pero antes de que pudiera terminar la frase, los labios deEdmund estaban sobre los suyos.

—pero antes de que pudiera terminar la frase, los labios deEdmund estaban sobre los suyos

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𝐒𝐀𝐈𝐋𝐎𝐑 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora