Dentro de una historia de villanos había uno que tenía la corona del rey de los superdotados, mejor conocidos como la generación de los milagros. Un grupo de 7 adolescentes capaces de jugar al mismo nivel de un profesional sin siquiera sudar, tambié...
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Sus ojos miraban sin brillo alguno el resultado con el cual la Academia Tōō le ganó al Seirin. Observó desde las gradas como el equipo de blanco, abatidos por el amargo sentimiento, se retiraban lentamente de la cancha. Los más afectados eran Kagami y Kuroko, el pelirrojo no pudo seguir jugando en el último cuarto por el problema en sus piernas y el fantasma sufrió un fuerte golpe a su orgullo.
Lo que más molestaba su corazón era la expresión en el rostro de Daiki. Jugó como siempre, no dió ni el 40% de su poder para derrotarlos, tampoco Seirin pudo contra las estrategias de Momoi y la fuerza individual de Tōō Gakuen. Era un equipo fuerte, pero su estrella lo era más.
En la otra cancha, Akashi Seijūrō se retiraba de forma elegante y arrogante con todo su equipo detrás de él, con una victoria aplastante de 151 a 0 contra el Shiratorizawa. Su interés por el juego le hizo poner aquel gesto de aburrimiento, un resultado bastante esperado y poco sorprendente.
—"Al final del día todo es igual..." — piensa con cierta decepción. — "Todos ellos... No cambiaron nada."
— ¡Bien! ¡Vamos todos al hotel! — exclama entusiasmado el entrenador de Samezuka.
El equipo de tiburones se marchó en orden y tranquilidad, mientras caminaba por detrás de sus superiores, Vincent sintió como alguien se aferraba a su chaqueta por detrás, casi tropieza y por eso tomó de los hombros al miedoso que se escondía detrás de él para ponerlo en el frente y empujarlo para que camine.
—Avanza sin miedo. — ordena serio.
—P-Pero... ¿Y si me ve? — pregunta muy temeroso el pelinegro de grandes ojos celestes.
—En ese caso, alza la vista con orgullo y pisa más fuerte. — propone Aomine Rei a su lado.
Solo entonces Kasamatsu se dió cuenta que estaba siendo rodeado por muchos de sus compañeros, todos mucho más altos que él. Estar en medio de todos ellos le trajo seguridad para mirar hacia el frente con la cabeza en alto y caminar con mucha más seguridad. El capitán sacó sus manos de los hombros de su escolta con una orgullosa sonrisa en su rostro y copió su acción de mirar al frente y avanzar junto a su equipo.
—"Ellos no cambiaron... Pero voy a demostrarles que yo si lo hice."
Llegaron al hotel dónde se quedarían hasta la final de temporada, todos fueron a sus habitaciones con sus compañeros de cuarto, al capitán le tocó compartir habitación con sus mismos compañeros de la academia; Yamazaki, Mashiaro y Kasamatsu. Como siempre, los más ruidosos hicieron escándalo por el lujo en la habitación, no aguantaron estar encerrados cuando salieron a hablar con otros chicos del mismo equipo luego de sus turnos de baño. Cuando Vincent salió del baño ya limpio notó que su senpai no tenía intenciones de salir por el pijama sobre su cuerpo.
