Dentro de una historia de villanos había uno que tenía la corona del rey de los superdotados, mejor conocidos como la generación de los milagros. Un grupo de 7 adolescentes capaces de jugar al mismo nivel de un profesional sin siquiera sudar, tambié...
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Me incliné un poco para tomar la manija de mi maleta y con mi otra mano me aferré algo nervioso a la correa de mi bolso. El viento movió un poco mis disparejos mechones oscuros que se asomaban en mi rostro, mientras mantenía mi mirada sobre aquella imponente academia profesional.
Ya no es un juego, este es mi primer paso a ser un jugador profesional de baloncesto y si quiero destacar como el mejor debo dar la primera buena impresión. Cerré un momento mis ojos, visualicé a mi anterior equipo de Teiko antes de hacerlos desaparecer hasta solo ver el espacio vacío de la cancha, pronto, los nervios desaparecieron al igual que sus rostros y levanté mis párpados para analizar la estructura frente a mí.
Estás bien. Ellos no van a estar contigo, ellos están lejos, ellos son aficionados que no te molestarán.
Repetí ese mantra una segunda vez antes de expulsar lentamente el aire que retenía en mis pulmones y enderezar mi postura. El ánimo me subió hasta la cabeza, no pude evitar sonreír de felicidad al haber podido entrar en la academia que tanto soñé y eso es gracias a mis esfuerzos.
—¡Bien! ¡Aquí vamos!
Finalmente me decidí a avanzar a pasos decididos y firmes entre la gran multitud de chicos de primer año. Al cruzar por el portón noté varias caras desconocidas, pero al fin de cuentas todos masculinos. Los que más destacaban eran los que estaban sobre un gran escenario, por sus carteles, supuse que eran superiores o capitanes de los diferentes deportes que la academia ofrece para ejercer.
Me aprendí de memoria todo.
Academia para jóvenes promesas: Samezuka, o abreviando, Samezuka Gakuen. Una institución dedicada a formar a los mejores atletas y grandes promesas para el deporte en Japón, los más destacados son vóley, natación, fútbol y, el que más me interesa, baloncesto. El entrenador oficial del equipo es Mikoshiba Yagi, un hombre ex fisicoculturista y jugador retirado de baloncesto y, aunque no sea reconocido por el mundo, dentro de la academia es una leyenda viviente.
Sentí los primeros latidos de emoción golpearme con fuerza cuando vi a lo lejos a quienes serían mis superiores y compañeros de equipo, cuando bajé un poco la vista noté como algunos chicos se acercaban a firmar sus nombres en unos papeles, yo de curioso me acerqué y noté que se estaban anotando para entrar al equipo.
—Tú no tienes que hacer eso.
Me sobresalté en mi lugar al escuchar una profunda voz a mis espaldas. Rápidamente me giro para incrementar mi sorpresa, pues conozco demasiado bien al chico frente a mí. Con una altura de metro '90, piel morena, mirada amenazante por ese azul eléctrico en sus ojos y cabello semi largo del mismo color.
—Aomine-san... ¡Digo! ¡Senpai! — rápidamente me corrijo avergonzado. Aomine Rei, hermano mayor de mi... ex compañero de equipo, Aomine Daiki — ¿Por qué no debo anotarme como los demás?
