CAP 11
Natasha esperaba impaciente en la vuelta de la calle, dónde vivía con Shirk y sus hijas.
Estaba parada en la entrada de un establecimiento de productos del país.
Miraba hacia un lado y hacia otro, y a la vez, miraba también la entrada de su edificio.
Cada vez se ponía más nerviosa.
Agarró su celular y marcó.
—¡¿Dónde estás?! ¡Llevo esperando 15 minutos...!
—Ya va, espera.
Natasha, que observaba el acceso a su edificio, vio que Shirk cruzaba la puerta de acceso a la calle y, ella rápidamente entró en el establecimiento.
—¡Buenos días señora Natasha!—le saludó el dueño.—¿Qué se le ofrece hoy?
—Buenos días...—dijo mirando de reojo a la calle—...sólo pasé a saludarle, don Claudio.
—¡Oh, vaya eso se merece un regalito! Espéreme aquí... —entró al almacén.
—¡No, don Claudio, no es necesario, gracias!—le gritó con una sonrisa.
—Espéreme...—le contestó a lo lejos.
Natasha se asomó a la calle, con la mala suerte que se topó con Shirk.
—¡Amor! ¿Qué haces aquí todavía?—se acercó.
—Hola mi amor, vine a saludar a Claudio, ya que Mi... mi sobrina se retrasó, parece.
—Ya veo, bueno... Sigan con sus cosas de mujeres, nos vemos más tarde. Voy a ir al bar de apuestas de fútbol con el alemán.
—Me parece muy bien, amor. Nos vemos a la tarde pues.
—Bye amor.—Shirk le besó la mejilla.
Shirk siguió su camino.
De pronto, escuchó la bocina de un auto. Atónita, vio a Michel en su Mercedes Benz, vestido de traje, muy elegante pero con el pelo alborotado, como siempre.
Sonrió. Pero al segundo recordó que Shirk estaba a menos de 5 metros del auto.
Salió del establecimiento y miró para el lado derecho, dónde había iniciado camino Shirk.
Y ahí seguía, caminando sin parecer haber visto a Michel.
Inició una carrerita, abrió la puerta del auto, entró rápidamente y subió en el asiento del copiloto para luego resbalarse hasta el suelo.
—Vamos, vamos... por ahí anda Shirk, cuidado.
Michel arrancó el auto y empezó a reírse a carcajadas al ver a Natasha agachada en el piso del auto.
—¿Pero te parece normal esto a ti?—dijo sin parar de reír.
—¡Basta y mira para adelante!—le contestó Natasha colorada.
—Ya pasamos a Shirk, vamos póngase bien.—le tendió una mano para ayudarla.
Se incorporó con la ayuda de Michel en el asiento y se puso el cinturón.
—Bueno, ¡hola mi amor! Te ves hermoso, ¿a que se debe esto?
—Vine a secuestrarte para que nos casemos...—sonrió Michel.
—Oiga, loco...
—Al estilo Muñeca Brava...
—No entendí nada.
—Déjalo. Vengo de una sesión de fotos, para renovar el book. ¿Te gusta?—le guiñó un ojo.
—Te ves es-pec-ta-cu-lar, mi amor.
—Bueno, tú también, tú también.
—¿A dónde me lleva usted, ah? ¿Ya decidió dónde vamos a desayunar?
—Vamos a desayunar, sí, a un lugar tranquilo.
—Bueno.Desayunando...
Mientras desayunaban en la terraza de la habitación del hotel que eligió y pagó Michel, hablaban de anécdotas de los rodajes y reían con recuerdos que tenían el uno del otro.
Se sentían tan cómodos juntos, que lograban quitarse todas las barreras mutuamente.
Natasha estaba sentada con las piernas juntas, encima de la pierna izquierda de Michel.
—Al final, siempre volvemos a vernos.—le dijo Michel dándole un besito en la nariz.
—Empiezo a creer que el destino sí nos quiere juntos, ¿sabes?
—Ah, 10 años después pero bueno... está bien, aún no es tarde.
—Oye, ¿me vas a decir que hablaste con Paola y por qué querías que nos viéramos con tanta urgencia?—se separó Natasha.
—Sí, claro. Me dijo que te casas de rojo... ¿Te volviste loca vos?—le agarró la mano.
—Michel, ¿qué pasó? En serio.
—Nada, sólo quería verte. Que dejaras de huirme y pasar un buen rato desayunando juntos, nada más.—Michel le dio un beso suave en los labios a Natasha.
—Bueno... y es por esto que no podemos volver a vernos, vea. Siempre tenemos ganas de estar juntos, besándonos o con ganas de hacerlo... Basta, Mich, deberíamos ser coherentes...
—Coherente soy, esto nos hace MUY bien, Natasha Klauss.—la volvió a besar.
—Basta...—ella le devolvió un beso igual.
Michel la agarró en brazos, y la sentó encima de él. Le quitó el vestido y Natasha le miró a los ojos y le desabrochó el pantalón.
Iniciaron el mejor desayuno de su vida.
Pasaron a la cama y los golpes, los gemidos y los gritos, aturdieron al personal del hotel, qué confusos preguntaban si estaba todo bien ahí dentro. Entre risas, besos, lenguas y mucho sexo, Michel no perdía la esperanza.
—Me gustaría que nosotros...—le dijo Michel susurrándole en la oreja, durante.
—Yo también, mi vida.—dijo Natasha susurrando, agarrándole de las manos.
Michel y Natasha, pasaron toda la mañana juntos y parte de la tarde, hasta las 6pm.En el auto de regreso...
Natasha sonriente, se sentía feliz, complacida y radiante. Miraba a un sonriente Michel, al que sólo pensaba en volver a besar.
Michel, que manejaba sonriente el auto, de repente, se le apagó esa sonrisa.
Conducía con las dos manos el volante, pero levantó la mano derecha, y la puso en la panza de Natasha.
Natasha abrió la boca, mirándolo.
Mich frenó el auto.
—Sí, lo sé. ¿No me lo pensabas decir?
ESTÁS LEYENDO
Las Estrellas
Fiksi Penggemar(Ficción) Natasha no pasa por su mejor momento tras la pérdida de sus papás. Poco a poco, hará un proceso para recuperar la seguridad, descubrirse e ilusionarse de nuevo. Michel, será de gran ayuda, en sus ensayos, dónde sin testigos, se dejan lleva...